Transferencia de conocimiento desde una perspectiva filosófica  

Karina Silva es licenciada en Filosofía (Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación —FHCE—, Universidad de la República), profesora de Filosofía (Instituto de Profesores Artigas), máster en Lógica y Filosofía de la Ciencia (Universidad de Valladolid) y actualmente está finalizando su tesis de doctorado en Lógica y Filosofía de la Ciencia, cuyo título es “Transferencia de conocimiento. Un estudio filosófico”. Karina es, además, una defensora a capa y espada de la filosofía.

Karina nos cuenta acerca de los alcances laborales que tiene un filósofo en Uruguay: además de la docencia, tanto en el ámbito universitario como en Secundaria, un filósofo intenta “tener una mirada aguda y crítica de lo que nos rodea”, y “lo que nos rodea es [nada más ni nada menos que] todo”. Se trata, pues, de tener una mirada crítica pero constructiva. “Partimos de una realidad y con la crítica tratamos de mejorarla”, sostiene Karina. Haciendo uso del condicional, cuenta que hoy en día el filósofo “tendría” que ser más escuchado en su crítica a la realidad.

También comenta que las posibilidades laborales de un filósofo van de la mano de la investigación en el ámbito universitario. Por su parte, es docente Grado 1 del Departamento de Historia y Filosofía de la Ciencia (FHCE), donde ha desarrollado varios trabajos de investigación.

Karina cuenta que su interés sobre la transferencia de conocimiento partió del hecho de que “la ciencia siempre está ahí […], cuando compramos un producto en vez de otro”, y se pregunta quién está detrás de las recomendaciones que subyacen a la elección. La transferencia de conocimiento tiene que ver, entonces, con dónde se origina, quién origina y cómo llega a cada uno de nosotros el conocimiento que hay por detrás de un producto. A su vez, la transferencia implica un proceso complejo que conjuga múltiples factores, principalmente en lo que refiere al sistema de comunicación, en general, y científico, en particular.

La transferencia de conocimiento se da cuando alguien le pasa un conocimiento a otro y este puede sacar un beneficio propio de ese conocimiento, es decir, se trata de un concepto bidireccional. Esta bidireccionalidad implica un bagaje determinado que se relaciona con tres ejes: político, económico y educativo. Estos ejes se resumen en lo que Karina denominó “cultura científica”. La Filosofía de la Ciencia, más precisamente, los estudios relacionados con ciencia, tecnología y sociedad, buscan indagar en este concepto, explicó Karina. “Lo que recibimos tanto de la educación formal como no formal nos hace aprender sobre la ciencia y, de esta manera, somos científicamente cultos”, dicho de otro modo, el conocimiento que aprendemos lo podemos aprovechar, también, para discernir, por ejemplo, a la hora de optar por un producto u otro.

A este respecto, Karina nos contó que actualmente, no solo en Uruguay sino en el mundo entero, existen muchas políticas científicas: el Estado provee financiamiento. Por este motivo, agrega, parece lógico que los ciudadanos tengamos la posibilidad de elegir respecto de en qué es necesario investigar. Así, es posible generar ciudadanos democráticamente activos a la vez que una sociedad epistémicamente justa, esto refiere al ideal de acceder de igual manera al conocimiento, si, previamente, se cuenta con la oportunidad de incorporar un conocimiento mínimo.

La originalidad de la propuesta de investigación de Karina recae en abordar el concepto de transferencia de conocimiento desde un análisis filosófico, ya que este concepto es altamente trabajado desde diversas áreas, específicamente desde la economía.

El modelo de transferencia con el que trabaja Karina es el de España, donde, según nos cuenta, existen oficinas de transferencia que hacen de “catalizadores” y de mediadores entre los científicos de la universidad y la sociedad. “Son un brazo ejecutor de la universidad española”, explica. Estas oficinas surgen en el marco de una política que busca “no solo hacer sino utilizar la ciencia que se desarrolla”.

Actualmente, Karina profundiza en este modelo español como un punto de partida para la indagación en Uruguay, y atiende a la “viabilidad de articulación de las diversas iniciativas de acercar el conocimiento científico a la industria”. Finalmente, sostiene que para eso es necesaria la crítica “para poder pensar con criterio, con fundamento y con gente capacitada para hacer la ciencia más social y la sociedad más científica”.

Cecilia Bértola, Eliana Lucián y Paola Melgar

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