El periplo de este ciclo nos ayudó a conocer distintas experiencias que confirman que no se puede hablar de un exilio, sino de varios exilios. Las consecuencias de estos tampoco se reducen a una, sino que son de lo más variados los coletazos que el exilio de la década del 70 dejó en las segundas generaciones. Sin embargo, son muchos los puntos en común, pero notorias las diferencias en las experiencias de los invitados.
Quizá la visión de Federico Bica marque una de estas diferencias. Federico nos trae uno de los espejos que dan forma a este caleidoscopio y se presenta ante nuestros ojos un destello de colores que no habíamos percibido en el ciclo de “La ciencia de hablar: hijos del exilio”.
Viajamos con él al mismo México al que fuimos un par de jueves atrás, y el de la misma época. Pero aterrizamos con otros protagonistas, otras historias, otros desenlaces. En Federico no nació la inquietud de volver a sus orígenes, o la curiosidad de oler el barrio en el que se crió o la necesidad de partir y experimentar una vida fuera de Uruguay, pero sus relatos están teñidos por la paleta del exilio, por otras pinceladas que tímidamente dejan entrever lo hondo que calan estas experiencias y cómo sacude el terremoto del exilio.
Texto: (H)ablando ciencia
Foto: Federico Bica
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