Verónica Pérez Manukian es licenciada en Letras (Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación —FHCE—, Universidad de la República) y actualmente está elaborando su tesis de maestría en Literatura latinoamericana (FHCE), que versa sobre literatura uruguaya, más precisamente, sobre la obra de Daniel Mella durante el período de 1997 al 2000. Estudia las novelas Pogo (1997), Derretimiento (1998) y Noviembre (2000) y los cuentos “Blanco” y “Sombras porosas”, que se encuentran en las antologías Líneas aéreas (1999).
Verónica nos cuenta que uno de los alcances laborales de un licenciado en Letras es la investigación literaria, la cual, a partir de algunos problemas teóricos, analiza textos literarios considerando que la literatura trasciende lo que habitualmente entendemos por ella.
Verónica eligió su objeto de estudio por la negativa, tras descartar aquellas obras y períodos que no quería abordar, y optó por trabajar algo más nuevo: la década de los 90, ya que “tiene que ver con lo que uno ya conoce y por lo que tiene cierta sensibilidad; las décadas de los 80 y 90 se están estudiando en los últimos años con un enfoque distinto”, explica.
El problema de fondo que identifica Verónica es cómo estas novelas se insertan en el conjunto de la narrativa de fin de siglo y qué pasa con ellas en este contexto. Su hipótesis es que la obra que estudia puede analizarse como parte de los discursos destituyentes. En este caso, y tomando el concepto de la argentina Josefina Ludmer, se trata de un discurso que refleja la destitución de la nación.
La obra de Mella constituye una de las narrativas de fin de siglo que destituyen a nivel simbólico los tópicos fundacionales de lo que somos. Estos tópicos están asociados a “la relación nación-patriarcado; a la instalación de una familia oriental; a la invisibilización de otros sujetos que no sean el varón blanco heterosexual. Finalmente, el Uruguay moderno construye su relato de Estado integrador de la sociedad amortiguadora”, describe Verónica.
La obra de Mella tiene mucho que ver con los años 90, sostiene Verónica. Algunas de sus novelas pueden ser definidas como “intensas”, como Derretimiento, por ejemplo, novela que leyó “de un toque”, mientras otras reflejan el mundo del punk y del rock. Se trata de narrativas del yo, de discursos sobre la soledad y la individualidad; de una literatura que evidencia violencia y afirma la anti-familia. Son narraciones, pues, anti-institucionales, en las que se ve “un conjunto de repertorios culturales internacionales con una mirada cósmica del universo, de la relación con la naturaleza”.
En esta nueva narrativa, el sujeto blanco no se siente perteneciente a nada, no hay un proyecto colectivo, no hay relaciones amorosas exitosas ni tampoco erotismo. Se trata de “narrativas sencillas con poca experimentación de lo formal; se concentran más en el relato y en las imágenes; las escenas de violencia y crueldad son descritas al detalle y sus crímenes no son pasionales sino relativamente gratuitos”.
El imaginario que forja el Estado nacional uruguayo sufre, en el correr del siglo XX, numerosos cambios que devienen en ciertas contraposturas, como en la denominada “generación de los crueles”. Entre estos “pibes” crueles encontramos a Mella, así como a Rafael Courtoisie, Gabriel Peveroni, Gustavo Escanlar y Ricardo Henry.
Verónica también nos cuenta sobre el diálogo que mantiene esta generación con el ámbito regional latinoamericano, su vínculo con los nuevos medios de comunicación y explica cómo la cultura nacional se inserta en la internacional. Verónica nos habla también sobre los múltiples discursos que pelean por la hegemonía en la interpretación de la tradición, entre los que se encuentra la literatura.
El trabajo de Verónica sobre estas narrativas que muestran al hombre de fin de siglo en la sociedad de consumo es relevante, según sostiene, porque “interrogarse sobre estas cosas es preguntarse sobre los problemas en la construcción del lugar donde vivimos, lo que somos [y esto] genera nuevos relatos y mejores sociedades”. Finalmente agrega: “No hay sociedades desarrolladas que no tengan estos estudios avanzados de interpretación de lo que somos y cómo nos insertamos en el mundo”.
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