El jueves 2 de julio, el edificio de Presidencia fue testigo de tres movilizaciones sociales. Esta imagen se vuelve un símbolo de resistencia en tiempos en que la agenda de gobierno excluye los intereses populares.
Ordenar los sucesos y dimensionar su relevancia siempre es una tarea difícil. Más aún en un contexto enrarecido por la pandemia y con un gobierno que jura transparencia mientras sobrecarga los medios (siempre dispuestos) con un relato funcional a su estrategia política.
Frente a esta dificultad de encontrar las palabras que ordenen la realidad que estamos atravesando, una imagen simple ayuda a empezar a simbolizar con cierta claridad el momento que nos toca: en menos de 4 horas el edificio de Presidencia, ubicado en Plaza Independencia, fue testigo de tres movilizaciones sociales.
Al mediodía un colectivo de artistas independientes se manifestaba reclamando la vuelta de los espectáculos públicos. Les artistas reclaman porque desde marzo no están pudiendo trabajar. La negativa a reactivar los espectáculos públicos, al tiempo que se habilitan los shoppings y las iglesias, parece indicar que el riesgo sanitario se mide en función del peso de las corporaciones cuyos intereses se ponen en juego.
En paralelo a la manifestación de los artistas, trabajadoras y trabajadores del MIDES, nucleados en UTMIDES, reclamaban por los 155 puestos de trabajo con contratos unipersonales que se vencen en agosto y sobre los que la administración no se ha pronunciado. En caso de concretarse, la pérdida de estos puestos de trabajo representa un golpe para quienes los ocupan pero también para las políticas sociales que estas trabajadoras y trabajadores sostienen con sus trabajos. A modo de ejemplo, una de las áreas con mayor incidencia de contratos unipersonales es el Sistema de Cuidados, área que las autoridades ya anunciaron que van a desmantelar.
En esa misma jornada, pero ya entrada la tarde, la misma plaza recibió a más de mil personas que de allí partieron hacia el Palacio Legislativo, en una movilización contra el proyecto de Ley de Urgente Consideración (que fue aprobado en Diputados en la madrugada del domingo 5). La convocatoria estuvo a cargo de decenas de colectivos sociales que nuevamente se movilizaron contra un proyecto de ley que introduce cientos de artículos sin margen de tiempo para su discusión y en cuyos contenidos fomenta el punitivismo y socava los derechos laborales, entre otros.
Aunque no fue coordinada, la coincidencia de estas manifestaciones en un mismo lugar y con pocas horas de diferencia no es casual. Es producto de la resistencia de los movimientos sociales, que en sus diferentes formas organizativas toman el espacio público para hacerse oír, frente a un gobierno que se las ingenia para compatibilizar intereses diversos dentro de una coalición, pero que no incluye en su agenda los intereses del pueblo.
Texto y fotos: Gonzalo Gutiérrez y Fanny Rudnitzky