Banderas en tu corazón: prevención y rescate

Recibimos y publicamos.

Así como no existe elemento más blando que el agua, y sin embargo, socava la roca y el corazón más duro hasta volverlos irreconocibles, Carlos María Domínguez.

Para afirmar que no pasa nada y estamos tranquilos en materia de ahogamientos, debemos asumir que hay riesgos, que pecamos de ingenuos. Las políticas públicas de prevención en aguas y una ley nacional de guardavidas para el próximo quinquenio estarán en debate.

¿Por qué intuimos que se logrará implementar una política pública para enseñar a nadar, si al transmitirse una defensa por la vida reflotamos las estrategias de nado? Desde ya sabemos que es parte de lo educativo. Si al permanecer en aguas abiertas uno brasea al tomar una ola pero no llega a destino, ya está a medio camino de cumplir la profecía: el que nada no se ahoga. Si fueras tú a la deriva, deberías apurarte a buscar la espumita. La posibilidad de salir a flote es oportuna si la próxima ola nos deja en el banco de arena, para no quedar librado a la suerte. Lo primero ya lo sabemos: hay que enseñar a nadar.

Necesitamos una política pública que ponga a la vista la desigualdad estructural existente que heredamos, además de intentar desmitificar la idea de que el surf, la natación o la competición de alto nivel sería para los sectores económicos más altos. Para ello, hay que asignar una partida de dinero como respuesta a la inequidad y vulnerabilidad.

Veamos algunas características de una posible propuesta:

  • Financiamiento de planes, proyectos, pasantías, becas, voluntariado y compensaciones combinadas. 
  • Búsqueda y fomento de financiamiento internacional con aportes de cooperación y embajadas extranjeras.
  • Diseño, a nivel nacional, de tres zonas: centro, costa y litoral, en las que los departamentos de Rivera, Lavalleja, Tacuarembó, Durazno, Flores y Florida tengan mayor apoyo a piscinas; en las que Treinta y Tres, Rocha, Maldonado, Canelones y  Montevideo tengan aporte en aguas abiertas por ser parte de la costa oceánica. Los restantes departamentos que forman parte del litoral y el Río de la Plata necesitan ser orientados a prácticas de kayak, vela y remo.
  • Apoyo concreto para nado sincronizado, aquafitness, guardavidas, natación para competir y water polo.
  • Desarrollo de una política de deportes dirigida a mujeres con hijos/as a cargo.
  • Asignación de $5000 mensuales durante un verano de tres meses a personas desocupadas.
  • Distribución de los recursos públicos por única vez en vida con una partida de $2500 para aprender a nadar (asignación universal )sin tope de edad.
  • Atribuir una suma de $3000 durante 6 meses dirigida a los/las adolescentes a partir de 12 años para competir en etapa liceal.
  • Asignación de becas económicas público-privadas durante 9 meses a mayores de 21 años.

Pongamos un caso: aplicación de una cláusula por derecho usufructuado. Si tú usufructuaste el beneficio antes de los 18 años, no podrás continuar percibiendo la partida monetaria, se entiende que tuviste la oportunidad de aprender el surf, de competir o aprender a nadar.

Análisis en salud y deportes. Nos convoca la integralidad de una propuesta para el bienestar y calidad de vida

¿De qué forma el deporte realiza mejoras a la salud mental si se habla de dopamina, serotonina y oxitocina? Es sabido que el deporte proporciona un estado de ánimo que ninguna pastilla puede lograrlo.

En la campaña electoral se escucharon cifras disparatadas sobre futuras becas. Hay voluntad política de implementar un plan integral en salud. Se habla mucho de salud mental y, al parecer, hay consensos en algunos temas de carácter nacional que son considerados prioritarios, como lo es un plan nacional de deportes para una mejor calidad de vida. El primer planteo es un mensaje para la secretaría nacional de deportes y la comisión nacional de educación física. Y porqué no, un mensaje claro a las administraciones departamentales y su gestión en la prevención del ahogamiento como política pública para futuras generaciones.

El parteaguas de las hazañas en socorrismo: de salvavidas a guardavidas

Hay una gran diferencia entre rescatar personas cada 30 minutos y realizar una buena actividad de prevención que nos aleje de las emergencias y ambulancias. En los programas sociales se invisibiliza la prevención por no dar resultados inmediatos.

El libro “Escritos sobre el agua” de Carlos María Domínguez relata la riqueza de nuestra historia en el Río de la Plata y otras hazañas. El manual relata hechos basados en documentos de nuestra memoria, esboza el contrabando, algunas costumbres y anticipa el poder de la gota y, a medida que va pasando el tiempo, la gotera; la gota que derrama el vaso de agua y otras cuestiones que anidan en asuntos inexplicables, si de mojadura se tratara. 

Es común que se escuden con latiguillos “nunca pasa nada” quien actúa a la defensiva, pero al ver un cuerpo flotando en aguas abiertas, quedaría perplejo… Las respuestas rápidas no son prudentes y no dejan ver los riesgos. Tal vez permiten otras ventajas a la hora de lanzarse al agua, pero cuando se indaga sobre los peligros, algún que otro transeúnte emite una verborragia oportuna al decir “nunca pasa nada”.

Hoy afirmamos que es plausible que se pierdan vidas de modo silencioso ante una desgracia de ahogamiento. La guardia en caseta, para lo cual se invierte con servicio de guardavidas, es nuestra principal actividad del verano. Pero no es la única política pública a desempeñar. Sobre todo sería vital que prospere la enseñanza desde la prevención en salud para el disfrute colectivo en río y mar.

¿Cuánto vale una vida? Hay un gran disfrute y bienestar en la plenitud de las experiencias, en lo que refiere a deportes de actividades acuáticas

A criterio de la Organización de las Naciones Unidas, el 25 de julio se conmemora el día internacional para la prevención en ahogamiento. De julio a diciembre debemos prepararnos en esta materia con políticas de Estado, agruparnos a la semana del corazón en octubre y lograr en noviembre el trabajo desde guardavidas para recibir un diciembre alertados en actividades de aguas seguras.

El verano 2023- 2024 se llevó algunas vidas en distintas localidades de Maldonado y Durazno, por lo que ya no faltan argumentos para plantear una visión sobre la prevención del ahogamiento o explicar por qué se pasó de nombrar salvavidas a guardavidas. Si se hace prevención hay menor cantidad de llamadas de emergencia. La figura que representa al guardavidas es de carácter preventiva, si no se logran las condiciones óptimas para desarrollar nuestra tarea, la reducimos a salvar vidas en rescates de agua, en nuestra antigua concepción de socorrismo (salvavidas).

Tal vez no me sentiría a gusto percibiendo una prestación económica, cualquiera sea, como daño moral después de perder un familiar. Lo que planteo es una sencilla propuesta en prevención de ahogamientos como política pública. Con este escrito se pretende invertir la ecuación del término “lucro cesante” (lo que se interpreta en derecho como retribución económica por pérdida de un familiar directo). El estado ahorraría dinero de juicios que hoy día debe enfrentar. Son compensaciones horrorosas que apañan un duelo, la propuesta intenta evitar la pérdida de un ser querido, atacando el problema del ahogamiento desde temprana edad en la enseñanza de la natación.

A la sociedad, le urge hacer prevención en salud, contar con un primer nivel de atención eficiente, al menos con recursos. Para eso el guardavidas en playa debe contar con una tabla de inmovilización con velcros, el torniquete que detiene la circulación sanguínea, un botiquín, un Desfibrilador Eléctrico Automático (DEA) y activar la cadena de emergencia en primeros auxilios.

El año pasado, las primeras víctimas del verano se conocieron en enero. En Durazno las dos muertes fueron abruptas de un momento a otro, fue como nos enteramos. Debería abrirse un espacio para trabajar con la sociedad, reconocer más el trabajo de quienes estuvieron antes. Lo común se transmite de pueblo en pueblo, pero al presentarse algo inesperado, nos obliga a detenernos y mirar desde otros ojos que no sean lo habituales. 

Al presentar una pregunta incómoda se intenta dilucidar una razón que lleve al porqué de las fatalidades en aguas, emergencia y ahogamientos: ¿por qué no se han logrado acuerdos? Es muy difícil pelear por una ley nacional de guardavidas porque las realidades del río y del mar son diferentes y no hay acuerdos en la actualidad. Tampoco la temática es tan visibilizada por la sociedad más allá del verano.

Texto: Ernesto Techera

Foto: Juan Savedra

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