Entre los discos de pasta y el tocadiscos, grabando canciones de la radio y componiendo letras en los campamentos, nació el impulso curioso que rodeó la infancia de Natalia Goldberg. Desde allí hubo un big bang musical que inició en su cuarto de niña, estimulando cada fibra sensorial y transformándola en cantautora y Licenciada en Musicoterapia.
A los doce años le regalaron su primera guitarra. Entre acorde y acorde lo supo: Todas y todos tenían que habitar el bienvivir que le brindaba la música.
Ya en la vida adulta, junto con el nacimiento de su primera hija, surgió un proyecto musical vinculado a la niñez. Además de ser liberador, ese proceso le dejó un montón de composiciones, algo tangible que la acercaba nuevamente a la conexión personal con sus emociones.
La fidelidad con su sensibilidad la llevó a seguir exorcizando vivencias a través de la música. Surgió un conjunto de siete canciones que escribió y dejó en pausa por un tiempo. Ante la pandemia del COVID-19 se originó la oportunidad de que el músico y amigo Nicolás Soto la acompañara en su proceso de producción y experimentación instrumental. La música es cuerpo: Natalia. La resonancia del big bang se expande hasta el presente.
Varias de esas canciones son las que interpretó por primera vez públicamente en los estudios de Radio Pedal. La música de esta artista uruguaya es poética desde su voz. Posee una combinación instrumental lúdica que rompe los géneros musicales. El teclado, la guitarra, los sintetizadores o cualquier instrumento que le permita crear, construyen en Natalia una narrativa sonora que también proviene del cuarto de niña.
Encontrás a Natalia Goldberg acá
Instagram: @natigoldberg
Facebook: Nati Goldberg Hirsch
YouTube: Nati Goldberg Hirsch
Texto: Noelia Rocha
Foto de portada: @focoroto