Quizás sea conveniente comenzar esta nota recordando que de la diversidad enorme de bacterias que hay, las que causan enfermedades son las menos, así como el hecho de que el mundo microbiano es altamente provechoso para el ser humano y para la producción de energía (ver nota a Ángela Cabezas aquí, sobre la generación de energía a partir de las bacterias).
Sin embargo, los beneficios de las bacterias también son aplicables a los efectos de apaliar enfermedades que afectan a insectos. Hoy es el turno de las abejas melíferas, de los patógenos que las afectan y de cómo otras bacterias permiten atender su salud, de lo que nos cuenta Daniela Arredondo.
Daniela es licenciada y magister en Ciencias Biológicas (Universidad de la República-Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas —Pedeciba—), estudiante de doctorado en Ciencias Biológicas, Orientación Microbiología, por el Pedeciba, e investigadora en el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, en el departamento de Microbiología. Además, es una de las integrantes del colectivo Bardo Científico, que visitó (H)ablando ciencia el 27 de abril de 2017 (ver nota aquí).
Existen tres tipos de abejas: abejorros (mangangá), meliponas (abeja sin aguijón) y melíferas. En Uruguay, estas últimas son las que fabrican la miel que consumimos los humanos, y son los principales agentes polinizadores, lo que hace que generen una gran variabilidad genética de las plantas y, consecuentemente, una gran biodiversidad.
Por lo general, el conocimiento que tenemos de las abejas suele ir de la mano de los beneficioso que las rodean: la miel, el polen, los propóleos, la apiterapia, lo maravilloso de su estructura jerárquica y su funcionamiento, entre otros; sin embargo, quizás poco conozcamos acerca de las enfermedades que las afectan.
Daniela estudia dos patógenos: la bacteria Paenibacillus larvae y el microsporidio Nosema ceranae, agentes causales de la Loque Americana y Nosemosis, respectivamente. El primero ataca a las larvas y el segundo se aloja en el intestino de las abejas adultas. Además, Daniela mencionó otro patógeno, el parásito Varroa destructor.
Nuestra invitada cuenta cómo identifican estas enfermedades, y cómo trabajan en el laboratorio: cuál es el método de visualización, cómo calculan la cantidad de habitantes infectados en una colmena, para cada caso. Pero lo interesante es que Daniela trabaja, además, con probióticos, es decir, micoorganismos benéficos, “bacterias que, en dosis adecuadas, pueden ocasionar beneficios al hospededero”, y vienen del mismo individuo, en este caso, entonces, de las abejas. Estas bacterias pueden proteger de ciertos patógenos como los mencionados.
Para saber los resultados de su trabajo, y algunas minucias sobre el mundo de las abejas y el mundo de trabajo en microbiología, los invitamos a escuchar la nota a la microbióloga Daniela Arredondo.
Texto: (H)ablando ciencia
Foto: Pablo Casuriaga