La tercera edición de nuestro ágora devino en una suerte de boliche digital, donde los championes del 30 se sintieron como en casa. Para nosotros fue una experiencia pletórica, distinta, donde el tango nos abrazó con la profecía de sus cadencias infinitas, que son como los híbridos atardeceres que separan al día de la luna y de todo aquello que nos quedó por decir.
Naaaaaaaaa, ¿te traigo una birrita?
Hasta Piazzolla pintó.
Sean todos bienvenidos al boliche, de Nadie Nos Escucha.