Muchos de los que vimos y sentimos a Roger Waters en el estadio Centenario estaremos de acuerdo en que fue más que un concierto; un show único, magistralmente montado y para más de uno, una lección entera de vida. Pero también viví su otra cara, la pesadilla distópica y la contradiccion, la de los celulares en el aire por sobre los puños en alto durante “Another brick in the wall”, la de las pantallas registrando otra pantalla y subiendo a Facebook la foto del mensaje Resist Mark Zuckerberg. Una paradoja permanente que el mismo Waters satiriza en “Pigs” desplegando un rotundo “Help we are trapped in a dystopian nightmare” (Ayuda, estamos atrapados en una pesadilla distópica), mientras miles de celulares graban al cerdo inflable con la inscripción “Sean humanos” y rematando con un inolvidable final con lásers eternos, seguidos de una ola de humanoides tratando de encuadrar el infinito con el ojo biónico.
Transcurren los primeros minutos del histórico show del ex Pink Floyd y comienza a sonar el clásico instantáneo “Time”. Analicemos un poco su letra y la distopía en tiempo real, la mejor manera de analizar el tema es tomando sus frases más importantes: “Tú esperas y malgastas las horas que vienen y van”; Roger Waters canta esto mientras varios despliegan el celular y lo desbloquean y como hicieron hace cinco minutos empiezan a grabar, comprometiendo la vista del que está atrás. “Esperando por alguien o algo que te muestre el camino” esperando el me gusta, el corazoncito, el figurar en redes sociales para demostrar que se estuvo ahí, y sentir esa deliciosa sensación de aprobación que nos regalan los likes en esta era digital. Hay quienes incluso le dan la espalda al escenario durante un buen rato con el objetivo de figurar en su propio video. La idea de la canción es concisa, siempre se está esperando algo, pero no hay que esperar, todo está ahora y en este lugar.
También se hace mención del desconcierto que muchas veces nos invade, y comúnmente buscamos encontrar “alguien o algo” que nos dé las respuestas sobre lo que debemos hacer. No sabemos dónde están las respuestas, pero de seguro no están en Instagram. “Tú eres joven y la vida es larga y hay tiempo para gastar hoy y entonces un día encuentras que diez años han pasado detrás de ti”, “El sol es el mismo en forma relativa, pero tú eres mas viejo, con la respiración más corta y un día más cerca de la muerte”. En esta frase se retoma de nuevo la idea de la canción “Breathe”, y además muestra cómo las cosas permanecen mientras la persona envejece y cada día está más cerca de morir. “Cada año se hace más corto, y nunca encuentras tiempo para nada”, “El tiempo se acabó, la canción se terminó”.
Más claro imposible. Estás cara a cara con la muerte, y muchas cosas te quedaron por la mitad. No hay más tiempo. Llega “Breathe (Reprise)”. ¡Respira! Quizás no lo entendiste a la primera, repetilo como un mantra. Luego, el final se relaciona con “The Great Gig in the Sky”, un grito necesario de alerta, para recordarnos que estamos vivos, las encargadas de reproducir y elevar el famoso grito improvisado de Clare Torry, fueron Jess Wolfe y Holly Laessig (juntas forman una banda de indie pop llamada Lucius), con conmovedoras, aunque esporádicas, intervenciones.
Tiempo es una de nuestras palabras más expresivas y usadas, el vocablo sugiere el efecto de una especie de fuerza, no nos detenemos a preguntarnos en qué consiste nuestra relación con él, o la relación del tiempo con nosotros y que su paso parece traernos la tenebrosa e inevitable normalización del celular como prolongación de la vista y de la memoria, y de la negación a entregarse de lleno al sonido, al ambiente, al baile y al transe. Tiempo, es lo que notamos en la voz de Roger Waters en cada canción, en cada estrofa, como la voz de un abuelo sabio, contando su mejor historia antes de apagarse, mientras nosotros miramos el celular.
Volvamos al concepto de distopía, término que significa “representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana” (Diccionario de la lengua española). Por lo general hablan de una sociedad futura, relativamente cercana. Suelen tratar de un problema clave que el autor detecta y quiere denunciar. Uno de los puntos mas importantes sería la alienación humana, concepto manejado en cada canción de The Wall. En la distopía, la mayoría no son conscientes de el mundo en el que viven, consideran que lo que ocurre es normal. Es uno de los puntos fuertes, el ver cómo la gente normaliza lo que desde nuestro punto de vista es completamente anormal, y quizás en un cuento de sci-fi, si el miedo y el fascismo se apodera de las calles, el pueblo y sus protagonistas probablemente se rebelarían. Pero si el poderoso va captando cuotas de poder con la excusa del bien común, se aceptará mas fácil. Me estoy refiriendo al adoctrinamiento, la manipulación mediática y al manejo de nuestra información, con la que seguimos engordando el capitalismo, ya no sé si estoy hablando de realidad o ficción, se me va borrando la línea.
Para ejemplificar este punto, se me ocurre la obra gráfica V de Vendetta,de Alan Moore (1982-1988). En ella, un tirano lleva las riendas de Inglaterra de manera dictatorial. Frente a él se levanta V. En la novela vemos cómo la población empieza a aceptar una serie de medidas que reducen su libertad, las normas se van haciendo cada vez más restrictivas y de esa manera, en nombre del bien común, se van aceptando gradualmente recortes de libertad hasta llegar a un sistema totalitario ¿les suena Vivir sin miedo? . En este sentido Roger Waters fue categórico, el mensaje permanente: Resist.
Aunque las predicciones no son la razón de ser de la ciencia ficción. Parece ser más bien el reflejo imaginativo del presente. Son presentes potenciales disfrazados de futuros concretos. ¿Qué nos pueden decir, por ejemplo, Isaac Asimov y George Orwell?
Vivimos con la contradicción a diario, escribo esto con la cámara de la computadora tapada y en breve estaré posteando un adelanto de este texto en Facebook. La mayoría de las distopías se presentan como algo normalizado; como mucho, a veces se ofrecen explicaciones parciales de lo que pasó. En cambio, en El pasado ha muerto, de Asimov (1956) se habla de una maquina que puede traer al presente hechos ocurridos en el pasado; la invención del cronoscopio, las filmadoras portátiles de hoy, asistimos a la gestación accidental de lo que más tarde será distópico.
Precursor directo de las grabadoras oculares de Black Mirror, el cronoscopio imaginado por Asimov tiene una limitante crucial: a medida que se retrocede en el tiempo, la fidelidad de la imagen empeora. Como la calidad y resolución de las cámaras de los celulares, todo el mundo quiere tener una mejor grabación de lo que está sucediendo y mientras más caro el celular, mejor. Con un cronoscopio no puedes espiar el segundo presente, pero sí el momento inmediatamente anterior: “El pasado muerto es solo otro modo de designar el presente vivo”: en el cuento de Asimov no muere el pasado; muere la intimidad, ningún hombre, tiene derecho a imponer sus intereses intelectuales.
Como cuando valoramos la salud, cuando estamos enfermos, hay derechos que sólo valoramos cuando los perdemos. Hace 20 años nadie consideraba que la privacidad fuera un derecho sobre el cual los gobernantes, los artistas y la sociedad en general tuvieran que pronunciarse. ¿A quién le interesa meterse en la intimidad de mi hogar?, ¿a quién le importan mis datos? Acepto los términos y condiciones, acepto, acepto, acepto. En la parte nunca leída de los contratos digitales se encuentra la cláusula donde acordamos entregar nuestra intimidad a cambio de muy poco.
Parece que no nos preocupa vivir en un cuento de Asimov, de hecho somos personajes secundarios, los protagonistas de El pasado ha muerto no hubieran entrado tan fácil:
—Un minuto. Solo quiero probar una cosa. Ver cómo le suena a usted. Yo digo que el gobierno se dedica a eliminar sistemáticamente la investigación neutrínica y cronoscópica básicas. Está suprimiendo la aplicación de la cronoscopía.
—¡Hombre, no!
—¿Y por qué no? Son muy capaces. Toda investigación depende de una dirección centralizada. Si rechazan la concesión de subvenciones para la investigación en cualquier rama de la ciencia, dicha rama muere. Y ellos han matado la neutrínica. Podían hacerlo y lo han hecho.
—¿Pero por qué?
—No sé por qué. Me gustaría averiguarlo.
El uso del cronoscopio y la neutrínica en el cuento es restringido y difuso “las imágenes no se mueven a mayor velocidad en el cronoscopio que en la vida real”, así que si alguien se dedicara a espiar un día histórico específico, tendría que dedicar a la tarea un día de su presente. Encontramos también el siguiente diálogo,
-Bien, ¿por qué dice usted que la observación temporal es un callejón sin salida? ¿Por qué la neutrínica no tiene importancia? Eso dice usted. Y lo dice categóricamente. Sin embargo, jamás la estudió. Usted alega que desconoce totalmente la materia. Ni siquiera la enseñaba en su universidad.
-¿El hecho de que no la enseñen no es prueba suficiente?
-Oh, ya entiendo. No se enseña porque no es importante. Y no es importante porque no se enseña ¿le satisface ese razonamiento?
Por supuesto no podemos dejar de lado la obra maestra de George Orwell 1984 (1949). La presencia constante de la guerra, la vigilancia en todos lados, el uso del odio para controlar a la gente, la manipulación de la historia… Hay tantos factores que analizar en ese libro que no me daría el texto entero. El odio al enemigo es muy efectivo, ya que odiando a factores externos nos olvidamos los internos. Y acá viene una de las mayores claves de una distopía: la verosimilitud. Cuanto más verídica y cercana sea la historia, mayor efecto suele causar en el lector, el problema acá es que no lo estamos leyendo, lo estamos experimentando.
Quienes consideren la lucha de Roger Waters como atemporal y exagerada subrayan el hecho de que las entradas son caras, que está auspiciado por bancos, que llega en jet privado y que tiene millones de dólares. Claramente no están viendo todo el panorama, la única manera de dar el mensaje que das sin ser censurado, querido Roger, es teniendo dinero. La visión simplista y la falta de expansión de la conciencia está reflejado en el acto de sacar el celular y tratar de filmar el infinito, y de llegar a mi casa y de replicar mierda, porque nos interpelaron por un par de horas. De mi parte los veré del otro lado de la luna.
Texto: Leonardo Borges
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