Los chicos eléctricos según Nico Barcia

En una noche gris y asquerosa de esas a las que Montevideo nos viene acostumbrando en los últimos tiempos, se abrió una puerta oculta, una reja, un umbral por el cual salieron a pernoctar fábulas y criaturas de otros tiempos.

Estos personajes se dieron cita el sábado pasado en La Trastienda atraídos por la idea de volver a sentir en sus cuerpos la energía de una de las bandas más arrolladoras que ha dado la música de este pequeño país.

El reloj marcaba las nueve con treinta y pico de minutos, las caras de incertidumbre mezcladas con ansiedad llenaban el lugar cuando el primer acorde despejó todas las dudas. Ahí estaba, arriba del escenario el perro loco que todos esperaban acompañado por el repatriado Luisito Machado en la viola, Nacho Echeverría en batería, y Juan Chao en el bajo.

El show comenzó con la fuerza de que tiene la distorsión Psychosound saltando en un abrir y cerrar de ojos al disco Juguete Subterráneo con el tema “Parásito Tuerto” gritando a toda voz que salieran de su casa. Pasarían por el primer tramo del show, “I dont know”, “Yo solo sé”, “Liquen Rockers”, “Glitch”, “Cohete de Fede”, “Tell Me”, “Peter Panc” entre otros temas que dejarían vibrando a los cuerpos que presenciaban semejante seguidilla de recuerdos.

Para la segunda parte vendrían las sorpresas en el plantel, subieron al escenario de La Trastienda músicos que supieron integrar la histórica banda, como por ejemplo el querido “Momia” Mazzei quien sería recibido con mucho fervor por parte de los presentes.

El toque explotó en la segunda parte quedando patente la afinidad entre los que iban circulando por el escenario y los que se movían frente él. Pasarían sin detenerse los clásicos “Dale Maluco”, “Guacha”, “Como un Misil”, “Obsesión”, “Trip”, “Ok, Kurten Saken”, “Se peló”, cerrando con la gente en pleno baile de sonrisas cómplices con “Alcohol Alcohol”.

Así Nico Barcia finalizaba su repaso por toda la discografía de una banda que con mucho tesón dejó un registro de cinco discos llenos de intensidad.

Pero a la noche aún le faltaba algo más y las criaturas aún no volverían a su guarida, las luces de la trastienda aún no se encendían cuando la banda volvió a salir a regalar el último tema.

Para el cierre sonó “Oh banana”, un verdadero clásico de la banda que hizo que si algún distraído pensaba traspasar la puerta volviera sobre sus pasos.

En casi tres horas pasó un show completo de buen sonido que borró de un plumazo la barrera del tiempo.

“Gracias, perros locos” fueron las últimas palabras antes de que se encendieran las luces para que los animales de la oscuridad encontraran su camino a casa.

Texto: Tom Moreno

Fotos: Nato Olivera

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