Un tren, un cambio de moneda, un santo cargando una cruz, varios palacios y la vida bajo la tierra es lo que caracteriza la primera entrega de #Pelostroika, la cobertura de la Copa Mundial de Fútbol Rusia 2018 de Radio Pedal de nuestro enviado común.
Llegamo
El tren Aeroexpress une el aeropuerto moscovita de Vnúkovo con la estación de tren Kíevskaya. El paisaje es de edificios tipo monoblocks, casas bajas, fábricas, una central nuclear con el humo saliendo de sus reactores al mejor estilo de Los Simpson, camiones recios y grandes, niños andando en bicicleta. Son las siete de la tarde en este verano ruso. Una señora en el tren al verme extranjero me pide una moneda de mi país para intercambiar por una del suyo. Una moneda de diez rublos por una de Artigas de diez pe. Ese instante es lo que denomino como el “Momento Rusia”, o sea que ya estamos en el país enorme del este de Europa y comienzos de Asia, el de Putin, el que organiza la Copa Mundial de Fútbol Rusia 2018.
Con la mochila hasta la jeta y los pies doloridos de tanta escala, avión y trámites, me dispongo a entrar en el mundo del subte de Moscú, telaraña de estaciones que hace bullir a la ciudad desde sus entrañas. De más está decir que me perdí intentando hacer una combinación (por más que tengo la aplicación del metro) y terminé saliendo a la superficie buscando mi hostel.
Esto es Moscú
Fue la capital de un imperio, es la capital de uno de los países más poderosos de la tierra. Es una ciudad señorial, intensa, pero no te avasalla como Buenos Aires o São Paulo. Los rusos caminan rápido y manejan aún más rápido. La zona del Kremlin, ubicada al lado del río Moscova, es una ciudad fortificada. Ahí tiene el despacho Putin, coronado por una bandera rusa en la fachada del edificio.
La estatua de San Vladimir es enorme, carga con una cruz pero de cabeza altiva. Este monumento fue instalado por el mismo Vladimir Putin hace un par de años, en una forma para nada inocente de reivindicar al santo ucraniano que se convirtió al cristianismo en el año 970. El Kremlin está detrás, amurallado e híper vigilado. La Plaza Roja, ícono ruso hasta el fin de los tiempos, está cerrada al público por unos días debido a los festejos del Día de Rusia, el 12 de junio. Turistas de todos los colores hacen cola para comprar souvenirs que van desde remeras de Putin cabalgando un oso, muñecos de Lenin, sombreros de milico del régimen soviético y hasta matrioshkas con las caras de Messi o del chileno Alexis Sánchez.
Ese es el centro histórico de la ciudad. Y el Bolshoi, donde se puede ver el mejor ballet del mundo, los edificios estatales, los shoppings en los que podés encontrar desde un Starbucks gigante hasta tiendas de Valentino, Burberry o Gucci, que te venden trajes de yuppie hasta un par de chancletas Versace a 500 dólares.
Rusia es una combinación del pasado imperial con un presente de poder y expansión a todo nivel. Es un país de los que llamamos de “primer mundo” pero al que hay que desmitificar desde el sentido negativo que le ha impuesto la mala propaganda de occidente.
La ciudad de los topos
El subte de Moscú es un museo bajo tierra: mármoles, frescos, escaleras eternas. Es la vía que alimenta la urbe desde abajo. Es eficaz al mejor estilo ¿japonés?… no, es eficaz al mejor estilo ruso. En las ventanillas te especifican que hablan inglés, hay máquinas expendedoras de boletos y tarjetas. Se decía mucho antes del Mundial que los rusos no hablan inglés o no les interesa hablarlo; todo lo contrario. Lo hablan muy bien o por lo menos lo intentan. Son muy solícitos y amables, gustan de ayudarte en la calle si estás perdido, en muchos casos si te ven mirando el celular para orientarte, se acercan. Ese es otro de los puntos a desmitificar, lo vengo comprobando desde hace días en innumerables situaciones.
Los vagones del subte pasan constantemente, mucho más rápido que en Buenos Aires u otras ciudades, por lo que me comentan. Hay carteles en inglés que traducen las estaciones en los vagones, placas en el piso que indican cómo ir a los lugares de interés mundialista, como el Estadio Luzhniki o la Fan Fest de FIFA en la Universidad de Moscú.
Son 250 estaciones agrupadas en varias líneas distinguidas por colores. De ahí parten las ramificaciones que te permiten llegar de manera muy rápida a cualquier punto. Pero hay que tener cuidado y los sentidos bien abiertos, porque pasarse una estación puede determinar pasarse muchas cuadras en la superficie, se lo digo por experiencia.
El Mundial a lo ruso
Los rusos no son muy fanáticos del fútbol, les gusta más el hockey o el básquet. No son fanáticos como acá pero al estar presente el mayor evento de la FIFA cada cuatro años, se van mimetizando. Hinchas de todas las nacionalidades se aglomeran cerca de la Plaza Roja a cantar bajo un reloj con una cuenta regresiva del comienzo del campeonato: tunecinos, argentinos, peruanos, uruguayos, australianos. Los primeros días en Moscú somos nosotros los que copamos en número, llegamos antes por la distancia que implica ir a Rusia. Los europeos llegan más sobre la fecha.
La ciudad se va tiñendo de fútbol, pero no tenés el loguito del Mundial hasta en el papel higiénico. Es por espacios, por momentos de la ciudad. En la que la noche es muy corta por el verano, oscureciendo a las diez de la noche y empezando a amagar el día a las tres de la mañana, las famosas “noches blancas” pero en este caso de la ciudad de Moscú. Y esa noche que tiene ofertas de todo tipo: desde restaurantes con comida típica hasta bares con chicas que bailan arriba de la barra hablando con un micrófono a los comensales. Desde el shashlik de cordero hasta hamburguesas contundentes enchumbadas en aceite. Te podés cruzar con gente hinchada de beber tirada en el pavimento, pero también con algunos que al costado de un bar, envueltos en llamas fumando en la vereda, juegan una partida de ajedrez a las cuatro de la mañana.
Esta es la primera entrega de #Pelostroika, la cobertura de la Copa Mundial de Fútbol Rusia 2018 de Radio Pedal. Se vienen más episodios, que saldrán a lo largo de este viaje por un un país que nos está recibiendo de la mejor manera, quizás hasta impensada por la publicidad negativa, por la manija. Pero si hablamos de manija, hay que hablar de Mundial. Y para eso vinimos. Pero será en el próximo capítulo en que ustedes estarán un poquito más cerca de la Madre Rusia.
Texto y fotos: José Luis Rodríguez
Pelostroika episodio 1: hasta Rusia y más allá
Un tren, un cambio de moneda, un santo cargando una cruz, varios palacios y la vida bajo la tierra es lo que caracteriza la primera