El pasado sábado 4 de noviembre, se llevó a cabo la tercera edición del Colón rock en el Teatro de Verano de Colón, ubicado en el “Monte de la francesa”. Se trata de un festival autogestionado por un grupo de gente que sentía la necesidad de llevar el rock al barrio.
En el oeste de Montevideo existen un montón de bandas que no encuentran espacio para llevar su música y se ven obligadas a moverse. Hace tres años, Presagio, una de las bandas que experimenta esta situación, comenzó a moldear la idea de tener un festival en el barrio. Después de mucho laburo y autogestión, en 2015 se llevó a cabo el primer Colón rock, con una muy linda repercusión que motivó a llevarlo adelante año tras año.
Hoy, en su tercera edición, todo está mejor laburado. El escenario es ideal, con el formato del teatro de verano que todos conocemos, con una capacidad para aproximadamente 2000 personas y con un gran sonido, abrió sus puertas a las 17.30 para recibir diversidad de bandas y de público.
El ambiente era muy variopinto: muchísima familia con termo y mate, muchos niños, mucha gente joven y gente más adulta, pero todo enmarcado en un espíritu de rocanrol puro, con la infaltable presencia de los clásicos pibes de barrio con el vinito en la mano agitando todo el tiempo y haciendo pogo.
La imagen de un señor mayor en silla de ruedas, con cigarro en mano y manta en la falda, al lado un tipo con una caja de vino –pobremente disimulada en una bolsa de nylon– agitando y saltando, muestra la convivencia que había en este evento.
La primera banda en pisar el escenario fue EON. Luego le tocó el turno a Los sapos tetones, una de las más populares del festival, con sus propios fanáticos agitando todo el tiempo, mucha bandera y pogo a morir. La banda suena muy contundente, un sonido como se dice popularmente de “rock barrial” fusionando algunas partes con el ska y el reggae.
Una de las particularidades del show fue cuando tocaron la canción “Un rosario y una flor” (dedicada al tecladista Marcel Curuchet de No te vâ gustar fallecido en 2012), la banda invito a los niños presentes a subir al escenario y cantar todos juntos, una postal preciosa que demuestra que dentro del rock, también hay futuro.
Luego llegó el turno de subir al escenario a la gente de Tapelao, una banda mucho más ska rock, que le puso un manto de paz al evento con un lindo sonido y una base de vientos imponente.
Le siguió Presagio, una de las bandas pioneras de este festival, que llevó adelante un sonido power-rock contundente, destacándose la tonalidad vocal del cantante sobre el resto de la banda y con un gran sonido.
La penúltima banda fue Estadoculto, para mí uno de los puntos fuertes del evento, una banda hardcore-metal con un sonido de guitarras demoledor, el cantante, un verdadero frontman, de la vieja escuela del hardcore (peludo, gordo y con una remera de Whitsnake).
La banda tocó bien power y se dio el lujo de cerrar el show nada más ni nada menos con un clásico del rock rioplatense como es “Jijiji” de Los redonditos de ricota, movilizó al público a generar uno de los momentos de mayor pogo de la noche.
Para el cierre del festival, llegó el momento más esperado con la subida al escenario de La Tabaré, una de las bandas más populares de nuestro país, con más de 30 años de trayectoria. Tuvieron la humildad necesaria de presentarse en este evento por pedido propio, algo que tomó a los organizadores por sorpresa, obviamente no dejaron pasar la oportunidad.
De La Tabaré sonaron los clásicos de siempre, más algún tema nuevo, ya que están prontos a sacar otro material discográfico. Destaco personalmente, el agradecimiento de la banda al festival, y a todas las bandas que pasaron anteriormente, motivando a que esto se siga haciendo y que se vaya expandiendo hacia otros lados las movidas rockeras, dado que en Montevideo hay muchas bandas que están laburando y no tienen prensa ni difusión, y se encuentran, como decíamos anteriormente, con esa necesidad de gritar bien fuerte “acá estamos”.
Cerca de la una de la mañana, el show se dio por finalizado y la gente se fue lentamente y muy satisfecha, llenos de alegría.
Quedó demostrado que con mucho sacrificio, laburo y por sobretodo amor a la causa, se pueden hacer muchas de estas cosas, el que pasaba por allí, se daba cuenta de que algo estaba sucediendo, el barrio estaba movilizado y no tenía la tranquilidad habitual de la calle Lanús.
El Colón Rock estalló una vez más y se fue prometiendo volver con más fuerza el próximo año.
A continuación les dejamos algunas postales del evento:
Texto: Darío Larmini
Fotos: Fanny Rudnitzky
Aguante el Rock and roll, y si es de barrio, mejor
El pasado sábado 4 de noviembre, se llevó a cabo la tercera edición del Colón rock en el Teatro de Verano de Colón, ubicado en el “Monte