El título de esta nota nos sumerge un poco en la temática elegida en Raccontos para nuestro programa número 34.
Paralización, pensamiento inquieto, inseguridad, freno. Todo eso y más nos suele provocar el miedo. Por tratarse de un sentimiento tan abarcativo a todas las personas del universo, en Sapos de otro pozo lo abordamos desde un lugar inspirador como factor de superación personal.
Ambos locutores del programa en cuestión relatamos en vivo nuestros miedos de cuando éramos chicos. Es interesante repensar sobre eso y tenerlo presente quizás no solo como un mero recuerdo, sino por el peso que tenían lo visual y la grandeza de todas las cosas desconocidas, por ser seres pequeños en tamaño.
Al llegar a la etapa adulta, los miedos se hacen conscientes y el corte seco de su impulso, también; contamos con más herramientas para distinguirlos, trabajarlos… superarlos.
Los miedos pueden tener una doble función: la conocida, generar un parate en cualquier sueño o un desafío de nuestras vidas, o el utilizarlo justamente como motor de esa barrera que creemos no poder alcanzar, nuestra propia limitación expresada en un temor. Casi siempre, pensando que es externo, que hay un otro, un objeto, persona, insecto que nos “ataca”. Si escarbamos un poco en nuestro ser, descubriremos rápidamente que la realidad es otra y que el miedo solo existe para que aprendamos a crecer más cada día.
Con un racconto representativo del “señor miedo” a través del libro El caballero de la armadura oxidada y de canciones que nos llevan a reflexionar sobre esta palabrita de cinco letras, los invitamos a escuchar, sin tener miedo de lo que oirán.
Y como dijo el poeta Amado Nervo: “El miedo no es más que un deseo al revés”.
Texto: Catalina Saibene
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