Ni el bien ni el mal

Marcelo Real, psicoanalista, prefiere referirse a sí mismo como “alguien que ejerce el psicoanálisis” porque “el psicoanálisis es un ejercicio, pasa mientras se ejerce, después es otra cosa. [El analista] no está todo el tiempo en la postura de psicoanalista”. El ejercicio se da solamente cuando otro lo posiciona en ese lugar de analista, reflexionó.

Para él, el psicoanalista no tiene intención de hacer el bien, quien ejerce esta práctica “no es ni un moralista ni un predicador”, no hay un fin determinado de antemano a la hora del análisis, de hecho se trata más bien de acompañar a que el otro haga su recorrido, remarcó.

Se corren muchos riesgos en un análisis, según Real, pero señaló que “si no se corren esos riesgos muchas veces, no hay posibilidad de cambio, no hay posibilidad de que el otro también salga de todo ese […] entrevero [que se ha hecho] con todo lo que le dijeron que tenía que hacer para ser feliz, y tener placer, y ser bueno en la vida”.

Nada garantiza que un análisis funcione, para Real no se puede pretender que el psicoanálisis sirva para todo el mundo.

En un análisis no se trata de buscar la sanación, término que o bien pone al psicoanálisis del lado de la salud, por contraposición a la enfermedad, o bien del lado de lo religioso, dos campos en los que si bien el psicoanálisis se ha entreverado, ha de mantenerse en los márgenes, pues no pertenecen a su propio campo, remarcó.

Según Real, el psicoanalista toma la palabra como un “pharmakon”, en el sentido que lo entendían los antiguos griegos, “algo que puede generar un efecto nocivo o un efecto benéfico”, pero que no puede saberse de antemano qué efecto va a producir. Así como las sustancias, la palabra actúa como remedio y veneno, remarcó el invitado.

Real ha trabajado con personas dependientes a algunas drogas. Con respecto a esto opina que muchos analistas generan teorías sobre lo que es “ser adicto”, sobre el toxicómano, se generan demasiados supuestos sobre lo que le pasa al otro.

Sin embargo para el analista, no se trata de suponer, de dar por sentado la forma en que alguien ha llegado a padecer, de encasillarlo en explicaciones. Como alternativa, propone acompañar a que el otro se desembarace de todo lo que se dice sobre las drogas y el “ser adicto”.

Las instituciones de rehabilitación cumplen una función. Pero para Real el psicoanálisis no es una institución, por lo tanto no se propone cumplir una función, eso permite otro juego, la posibilidad de generar otros efectos distintos a los que se producen, por ejemplo, por la vía de la fe religiosa, detalló.

Texto: Leticia Castro

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