Como ya saben, en Envalentonadas tenemos una premisa: El entretenimiento es político, pero esta frase no se agota solo en la bajada del programa, básicamente porque consideramos que todo aquello que tiene la potencia de transformar la vida, lo es. Entonces, por supuesto que cuando nos propusimos hablar sobre el cuerpo, sobre los cuerpos, partimos desde esta dimensión, porque el cuerpo también es político.
Para poder conversar más en profundidad sobre esta premisa invitamos a Lucía Náser, bailarina, investigadora, docente, madre y activista feminista, para cargar de contenido este concepto. “El cuerpo es político desde la dimensión de la vida cotidiana”, dice Lucía. Tiene que ver con cómo vivimos, con las cosas que hacemos todos los días, con las relaciones que tenemos, con qué comemos, cómo cogemos, con qué nos hacen felices y por lo tanto potencia nuestro cuerpo y con qué nos pone tristes y por lo tanto nos quita energía.
A lo largo de Desdicha cuestionamos algunas de las imposiciones que reciben los cuerpos y cómo nos relacionamos con ellas. También reflexionamos sobre los supuestos límites corporales y cómo estos se desdibujan desde la perspectiva de lo colectivo. “Poner el cuerpo” implica poner toda una historia de vida. El cuerpo es un archivo de experiencias.
Al momento de hacer el cruce entre los cuerpos y lo colectivo es el momento de hablar de La Mondonga, colectivo activista gorde, feminista e interseccional. En este programa nos acompañaron dos de sus integrantes, Gabu y Vito. Con ellxs conversamos sobre el colectivo y sobre la importancia del activismo gorde, no solo para visibilizar la existencia y resistencia de diversos cuerpos, sino también como espacio para reconocerse y potenciarse.
“No te estoy pidiendo tu opinión, no te estoy pidiendo permiso para vivir, tengo derecho a ser como persona y punto. Y no te voy a pedir perdón por existir si soy distinta”. Constantemente se nos carga con las responsabilidad individual del amor propio, “querete, amate”, cuando el amor propio es algo colectivo. Conversamos también sobre por qué damos por sentado que las personas gordas no se aman, sobre la imposibilidad de comprar o cambiarlo todo y sobre las dicotomías planteadas para la existencia.
Para finalizar, llegó Quemar la casa y prendimos fuego algunas de las miles de opresiones que los cuerpos femeninos han sufrido a lo largo de la historia y en la actualidad. En nombre de la belleza, la distinción y la pureza se han invadido nuestros cuerpos como territorios de nadie, mutilando, torturando y evangelizando.
Los cuerpos existen en sus múltiples diversidades, formas, colores, texturas y tamaños. Reivindiquemos el derecho a ser.
Texto: Envalentonadas
Ilustración: Frances Cannon