En Trazos, el profesor y geólogo Danilo Antón viene a explicar los orígenes, raíces y consecuencias del conflicto ambiental que está ocurriendo en el Amazonas.
Los incendios intencionados en el Amazonas, viralizados a escala mundial, no son novedad. Llevan más de 500 años ocurriendo. Se remontan a la época de la conquista. Uno de los primeros incendios de la historia portuguesa fue la quema de la isla de Madeira (situada en el océano Atlántico entre los dos continentes), que colonizarían años antes de embarcarse hacia la explotación de América, donde acabaron con toda su selva para la plantación de caña de azúcar.
Los europeos habían descubierto los usos y beneficios de la planta de la caña de azúcar (procedente de la India) y quisieron explotarla en todas las tierras conquistadas. En el año 1500, cuando los portugueses se adueñan de Brasil, todas las tierras selváticas del nordeste (Pernambuco, Bahía, Alagoas…) son quemadas para la construcción de las primeras ciudades y la plantación de la caña.
Los incendios provocados quemaron la mata atlántica para formar la ciudad de Río de Janeiro; pasando por São Paulo, que se convertiría en el centro de comercio de esclavos; continuaron hacia el interior, talando Paraná y quemando toda la región de Mato Grosso del Sur y Mato Grosso, para las plantaciones de soja. ¿Por qué ahora, 500 años después, continúa el fuego arrasando con el Amazonas? Seguro que son diversas las razones y las especulaciones con el terreno selvático tal vez vaya más allá de los pastos de ganadería para la producción de carne.
Los incendios en el pulmón del mundo no son algo nuevo. Y tampoco son producidos solo por grandes corporaciones, cuenta el profesor Danilo Antón. Muchos son terratenientes particulares, promovidos por el discurso del presidente Jair Bolsonaro, que cuentan con su visto bueno para quemar regiones boscosas y barrer con la biodiversidad.
Lo que paró un poco el proceso de colonización del interior de Brasil fue la resistencia indígena; ya que al tener las tierras demarcadas, resulta más difícil avanzar con la explotación. Pero la demarcación de los territorios indígenas en Brasil es muy lenta. En total, casi un 65% de los territorios aún esperan el resultado. 836 procesos de 1.296 áreas tienen alguna pendencia y todavía no fueron finalizados, según datos del 2016 del Informe Violencia Contra los Pueblos Indígenas en Brasil. El gobierno de Bolsonaro no ha dejado de obstaculizar estos procesos de demarcación territorial. ‘‘En Brasil, desde siempre, las comunidades originarias están en lucha; muchas no tienen esperanzas porque son pocos’’, apunta el profesor. Siempre ha sido un gobierno muy discriminador, por eso hay en Brasil tanta desigualdad.
Pero los incendios intencionados están ocurriendo a todas horas en el resto del mundo: Siberia, Alaska, Tailandia y África Subsahariana también están en llamas. En la isla de Gran Canaria se quemaron durante la semana pasada unas 12.000 hectáreas. En España, causalmente, en enero de 2015, se aprobó la controvertida Ley de Montes, que abre la posibilidad de construir en los terrenos quemados, algo que estaba prohibido durante los 30 años posteriores a un incendio. Muchos lo veían venir: “existe el riesgo de que se vuelva a provocar incendios para permitir la construcción en zonas quemadas”, apuntaba Ecologistas en Acción.
Estos incendios, como la mayoría de las catástrofes ambientales se preven y se sabe exactamente cuándo van a ocurrir. Los desastres ambientales siempre van de la mano de la política y de intereses económicos. Todos nosotros, como individuos generamos minúsculas acciones diarias que, a la larga y a la suma, traen grandes consecuencias futuras; ¿está en nuestras manos parar el desastre que le estamos generando a la Tierra?, ¿o será solo culpa de las órdenes y la ideología de personajes como Bolsonaro?. La crisis medioambiental parece ser el nuevo arma para la manipulación global.
A pesar de que los incendios vayan apaciguando, el problema seguirá estando bajo cualquier gobierno. Y probablemente, en unos meses, el desastre del Amazonas, ya no será más una preocupación ni mediática ni social.
Texto: Bea del Corte
Fuente foto: dinero.com