Proderechos está difundiendo un comunicado que invita a la recolección de firmas on line con un objetivo claro: la “revisión de las normas que regulan los espacios nocturnos y la construcción de nuevas políticas públicas que apunten al florecimiento de escenarios y espacios —tanto públicos como privados— que promuevan la cultura”.
Desde la organización se entienden la cultura y el esparcimiento como derechos que deben ser respetados y fomentados. La idea de la convocatoria es construir una voz alternativa a la problemática actual, que versa sobre ruidos sociales y que ha desencadenado la clausura de boliches y desalentado los espectáculos en vivo. A esta iniciativa se sumaron reconocidos músicos uruguayos, como Ruben Rada, Emiliano Brancciari y Lea Ben Sasson, y también algunos músicos de países vecinos como Kevin Johansen y Julián Kartún.
Trazos conversó con Denisse Legrand, integrante de Proderechos, acerca del comunicado, que titularon “Shh… Montevideo: Una ciudad que merece mucho más que silencio”. Denisse contó que todo comenzó como un tímida idea que apuntaba a músicos, artistas y productores, pero algunos días después de difundido el comunicado notaron que el alcance fue mayor de lo que esperaban: “La idea era juntar 100 firmas y salir, pero nos pasó que llegamos a 100 en menos de un día, juntamos más de 350 en menos de dos días; creo que vamos a llegar a las 500 antes de publicar”.
El comunicado “apunta también a que los jóvenes nos encontramos ante la dificultad de no encontrar lugar para salir. La Intendencia está haciendo una encuesta para ver qué tantos son los conflictos con los vecinos”, y añade que también está en juego “la regulación de Montevideo de sacar a las personas de la calle, por ruido, miedo y gerontocracia”.
Según informa el portal espectador.com, días atrás, los habitantes de 25 viviendas del barrio Parque Rodó —perteneciente al Municipio B, que nuclea a 147.577 personas— presentarán una demanda a la Intendencia de Montevideo (IM) y al Ministerio del Interior (MI) por daños y perjuicios ocasionados por los boliches de la zona, el juicio es por diez mil dólares por cada vecino afectado, en total sería un cuarto de millón de dólares lo que el Estado tendría que pagar en caso de que la justicia falle a favor de los vecinos. Para Denisse: “Una ciudad, en teoría, debería contener a todos sus habitantes, debería contener a las personas que viven en los barrios, y tiene el absoluto derecho a descansar […], pero también a miles de personas que varios días a la semana tienen derecho a la cultura, derecho al esparcimiento y demás”.
Ante esta situación, desde Proderechos buscan una alternativa, la otra cara de la moneda. Denisse cuenta que además del peso que tienen estos grupos involucrados en la problemática, están en un peldaño más jerárquico, si se quiere, los dueños de los lugares nocturnos, quienes tienen posibilidades de mediar y llegar a acuerdos para la sana y libre convivencia de todos los montevideanos.
“Tenemos boliches muy pequeños con otros fines y salas con capacidad para al menos 500 personas. En el medio, ¿qué pasa? Estamos perdiendo una producción; en el medio tenemos las 25 denuncias contra el desarrollo de la música de la ciudad”. Es real la noción de que esos mismos artistas que hoy en día llenan los diversos espacios culturales de Montevideo en el pasado debieron habitar lugares muy chicos para darse a conocer, y esa rueda comienza a girar gracias a los bares.
Respecto de lo que abarca la seguridad, Denisse expresó: “Los lugares de noche aportan seguridad al barrio. No es lo mismo que no haya iluminación en una calle o que no pase nada a que haya un bar que quizás hace ruido. Es verdad, hay que controlarlo, pero está aportando seguridad, convivencia, gente que transita, que consume en los locales de alrededor, que utiliza kioscos y demás”.
Desde la otra acera del asunto, cabe considerar que si la medida de cerrar los bares a las 4.00 de la madrugada se vuelve permanente, haría inevitable que las personas que salen de los boliches queden a la deriva en la calle, lo que generaría, obviamente, ruido.
La propuesta de Proderechos es “construir una voz alternativa a la de que ‘son los vecinos que se quejan’. Hace falta que los músicos se movilicen, los artistas de otras áreas y los jóvenes en general, para que se vea que existe la necesidad de otras cosas”.
Legrand aclaró cuáles son los objetivos generales y las acciones futuras: “La idea es construir una voz o un sujeto político para que convivan las dos visiones: la de los vecinos que piden silencio y las del otro lado, que piden alternativas […]; hacer un poco de prensa y llevarlo a la IM y también al MI, este último, responsable de algunas de las clausura en este último tiempo”.
Para finalizar, Denisse cuenta que la misión es llegar a 500 firmas y abarcar a toda la población, ya que el asunto compete, dado que trasciende el ámbito musical.
Destacó, asimismo, que es importante reflexionar acerca de “cuando decimos que no, ¿a qué le decimos que sí?”, en relación a la socialización de la vida nocturna montevideana.
Texto: Catalina Saibene y Valentina Machado
Foto: Adrián Mariotti