Se dice que hay varias maneras de mentir; pero la más repugnante de todas es decir la verdad, toda la verdad, ocultando el alma de los hechos. Porque los hechos son siempre vacíos, son recipientes que tomarán la forma del sentimiento que los llene
Juan Carlos Onetti
La comunicación en clave de derechos humanos está muy lejos de este “nuevo Uruguay”, el gobierno presentó al Parlamento un proyecto de ley de medios que deroga totalmente la Ley Nº 19.307 de Servicios de Comunicación Audiovisual (SCA), este nuevo proyecto es en clave de derechos empresariales.
Los medios privados uruguayos se caracterizan por estar concentrados en pocas manos, una linda expresión para decir que lo que vemos, escuchamos, leemos, a veces creemos y cada tanto opinamos, mayoritariamente lo deciden tres grandes grupos empresariales.
El proyecto de ley presentado aumenta la posibilidad de estos grupos de adquirir más frecuencias y canales de los que ya tienen. La ley vigente (SCA, promulgada en diciembre 2014) redujo este número a tres, o sea que una persona física o jurídica no puede tener más de tres autorizaciones para prestar servicios de radiodifusión abierta de radio o televisión, en la ley anterior (N° 14.670, de 1978) el límite era cuatro, la nueva ley ingresada al Parlamento permite hasta ocho.
Un análisis de Natalia Uval para La Diaria muestra que de los 26 artículos impugnados a la ley vigente de SCA, la mayoría por los medios privados, 18 desaparecen en el nuevo proyecto de ley presentada por el Ejecutivo actual, aun siendo declarados constitucionales.
Además la nueva ley establece que el Poder Ejecutivo, mediante llamado público, es el que otorga licencias sin necesidad de un grupo de profesionales del área que evalúe. El cuarto poder, sin separación ni contralor, beneficiado en su esfera privada, pide a gritos un linda metáfora covideana: una mano lava a la otra.
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Mucho ha discutido el periodismo sobre los modelos de comunicación, las 5 w, la pirámide invertida, las dos campanas y el periodismo objetivo o, mejor aún, imparcial. Impostar la voz al hablar, ser seria y fluida en la lectura de las noticias, ocultar la afición por un cuadro de fútbol, una religión o la militancia de una causa. La periodista no puede mostrar simpatía ni rechazo por los contenidos que comunica, la periodista no puede, en resumen, mostrar su humanidad. Debe dejarla de lado, sacrificarla en pos del bien público.
La carta difundida por redes sociales del nuevo director del Servicio de Comunicación Audiovisual Nacional (SECAN), Gerardo Sotelo, dirigida a los directores de los informativos de los medios públicos (TNU y RNU), no solo dice que “todos los contenidos informativos y periodísticos deben ser consultados con el coordinador periodístico del SECAN, Jorge Gatti, antes de iniciarse el proceso de producción”, sino que además establece una verdad sobre el periodismo en sus objetivos: “establecer principios y criterios profesionales e institucionales comunes, tales como servir el interés público, balancear opiniones, reflejar todos los puntos de vista relevantes para la comprensión de los hechos y presentarlos de forma imparcial”.
La pretensión del periodismo y sus trabajadores como servidores públicos equilibrados e imparciales parece sacada de una misiva de 1940.
El periodismo hace público lo que los poderosos no quieren, el periodismo es una actividad política pero, sobre todo, ética, y no hay nada más humano que eso. Un periodismo que sostiene que las perspectivas de los hechos y las voces que construyen las historias tienen el mismo valor desconoce relaciones de poder y cuenta liviandad, peligrosa liviandad. El periodismo enciende, no automatiza.
El periodismo no debe ser serio, debe ser responsable. El periodismo no es solo lo que leés, escuchás o ves, es todo lo que pasó antes y después de eso. El periodismo no son hechos, son relatos, composición y selección. La transparencia consiste en contarles a quienes reciben la información el punto de partida, desde qué lugar contamos las historias, esas que muchos no quieren escuchar y otros se esfuerzan por callar.
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El proyecto neoliberal se impone en todas las áreas, el nuevo proyecto de ley incita a la libre y salvaje competencia por el mercado de la opinión pública, las directivas de medios públicos instala un único y veraz modelo de periodismo que es parte del modelo de comunicación del nuevo gobierno, que no vino para quedarse, sino que volvió para profundizar.
Están reviviendo a un muerto, al periodismo Gagá.
Texto: Valentina Machado y Alejandro Cabrera
Foto: Santiago Mazzarovich / adhocFOTOS.