Vejez una más para deconstruir

Estamos de acuerdo en que las categorías como “madre”, “huérfana”, “inmigrante”, “vieja” son creaciones realizadas y reafirmadas por nosotras, las personas en un contexto socio cultural, histórico y geográfico particular.

Esas categorías nos permiten nombrar y ordenar lo que, suponemos, hay en el mundo. Son resultados temporales provisorios de distintos recortes que organizan nuestras vidas, a veces originados desde la necesidad, otras funcionando para  el poder y el control.

Acordamos que alrededor de estas categorías se crean juicios, valores, modos de relacionarnos, emociones, prejuicios, instituciones, jerarquías, políticas y conocimientos. Estos determinan en gran medida nuestros modos de vida, nuestras formas de relacionarnos, de desearnos, nuestras expectativas y proyectos.

Estamos de acuerdo que tú, Ceci, Martín, Gabriela, Ana, Ale y yo somos parte de esta sociedad, por lo tanto somos quienes reafirmamos y replicamos estas categorías. Creemos que nos tocan tiempos en los que es necesario poner la atención en ellas, analizar cómo nos afectan, pensar sus implicancias en  nuestras vidas y sus relaciones.

Las categorías, los modos que nos proponen y proponemos, son nuestras propias creaciones y afirmaciones, son el resultado de  procesos humanos, son construcciones. Creemos que es posible poder cuestionar esas formas, buscarles otros significados y sentidos, proponernos otras experiencias, otros modos de vincularnos frente a esas categorías, frente a nosotras mismas, destruirlas, desarmarlas, crear nuevas, crear viejas, moverlas.

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Es balconear la vida, vivir cada segundo como si fuera el último, hablar siempre de un pasado.  No ser productiva en este sistema que nos valora si lo somos, tener arrugas y usar cremas para evitarlas,  meternos a un quirófano para que nos las estiren o disfrutar cada arruga como recuerdo de la fakin vida. Vivir en un geriátrico, vivir sola, con amigas o amores. Es que no te den trabajo en ningún lado. Es haber pasado de moda. Es ser una amargada y no poder cambiar. No salir de joda y no querer sexoEs que decidan por ti. Es que no te inviten a  tomarte una a un boliche tus nietes. Es estar diciendo que todo pasado siempre fue mejor, es tener la experiencia de decidir tu presente. Es vestirse y peinarte como vieja, es poder vestirte como mierda queres. Tomar muchos medicamentos o no pisar el doctor o pisarle la cabeza al doctor. Es estar en una plaza sentada perdiendo el tiempo.

Es tener el tiempo y el afecto. Es cuidar a otras, dejar que nos cuiden, no cuidar a nadie. Es una posibilidad de zafarle a este sistema económico, es una oportunidad para crear otros modos de vida. Hacer lo que queremos, hacer por lo que creemos. Mirar, abrazar, relacionarse con la experiencia sexual sin acatar las exigencias del consumo de cuerpos ni orgasmos. Es tener mucha experiencia en respirar, haber vivido muchas cosas, muchos cambios, es haber vivido en otro tiempo y otro lugar, decir y hacer lo que necesitas, cagarte en todo aquello en lo que siempre te has querido cagar. Tener sueños y ganas de vivir, ser parte de una comunidad.

Para mover y revolver esta parte de nuestras vidas, invitamos a dos mujeres potentes. En la primer parte del programa recibimos a Mónica Lladó, profesora adjunta del Instituto de Psicología Social, magister en Antropología, integrante del Centro Interdisciplinario sobre Envejecimiento. Con ella conversamos sobre qué es la vejez en nuestra sociedad, qué implica el envejecimiento, cómo se relaciona la vejez con el sistema capitalista y del nuevo programa de Sistema de Cuidados implementado por el gobierno.

En la segunda parte seguimos revolviendo la vejez y para esto recibimos, como ella misma dijo, a una verdadera vieja: Elena Fonseca, feminista. Elena es integrante de Cotidiano Mujer desde su fundación, y conductora del “Informativo Feminista Nunca en Domingo” online. Elena tiene 88 años y en este contexto es muy importante decir la edad, porque ella es la prueba de que otras vejeces son posibles. Con ella conversamos sobre qué es ser vieja en nuestra sociedad, qué cosas lindas nos pasan en la vejez, sobre qué siente desde las otras personas respecto a lo que debe ser, a lo que se debe hacer, cuáles son las reivindicaciones desde los feminismos considerando esta época particular.

Luego de este programa, de haberlo preparado y haberlo transitado, nos queda por delante la tarea de atender y echar luz a esta distinción que hemos creado; la vejez, que está cargada de prejuicios y estigmas innecesarios los cuales nos conducen a quedar atrapadas en ideas que muchas veces nos hacen daño. Nos queda por delante crear otro relato para esta categoría que intenta nombrar una parte fundamental de nuestras vidas. Esa es nuestra tarea.

Texto: Revolviendo la polenta

Imagen: Polénticas

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