Tracción a sangre: la vida a cuestas

El hombre que conduce el carro se detiene frente a un contenedor de basura, revisa unas cajas, levanta el cartón y deja todo lo demás. Retoma la marcha, el hierro de la herradura suena sobre el asfalto, los autos y peatones van y vienen. La cabalgata mansa del animal anuncia su presencia en la ciudad.

En Uruguay son miles de familias las que se sustentan a través de la recolección de residuos sólidos y la venta de materiales que obtienen de la basura. El trabajo del clasificador consiste en recoger materia prima reciclable como cartón, papel, plástico, metal y cualquier elemento que pueda ser reutilizable. Para ello, transita la ciudad todos los días para recolectar cualquier cosa que sea útil.

Recibimos en Tramoya a Pancho Magnou Arnábal, Productor Ejecutivo de Tracción a Sangre, un documental que muestra la vida de dos familias de clasificadores de residuos en Montevideo que intentan sobrevivir luego de perder su herramienta de trabajo: el caballo.

El proyecto nace en 2013 a partir del vínculo entre Sofía Betarte, la directora del film, y el Sindicato de Clasificadores de Residuos Urbanos Sólidos (UCRUS). Desde ese momento y hasta el 2015 los realizadores acompañaron al sindicato en innumerables actividades, buscando reflejar la vida cotidiana de las personas que reciclan residuos. Durante ese proceso conocieron los efectos que tienen las requisas de los caballos sobre las familias que los utilizan para trabajar.

Tracción a Sangre es un documental que explora de manera íntima el trabajo de los clasificadores de residuos, resignificando una tarea necesaria e ignorada socialmente. El proyecto ha sido premiado por el Fondo de Fomento de ICAU 2014 y Montevideo Socio Audiovisual 2016.

Para Pancho, los intentos institucionales en pos de mejorar la situación de estas familias no han visualizado que “es gente que no tiene ningún otra herramienta para sobrevivir todos los días, y para llevar algo de comida a su casa”.

La tarea de los clasificadores tiene un doble valor, por un lado, les da la posibilidad de adquirir un ingreso y por otro “reincorpora a la economía de la ciudad una cantidad de material que de otra manera se entierra, se pierde y contamina. Es un trabajo  invisibilizado, muchas veces se ve solo la parte negativa”. En cuanto a los trabajadores que realizan esta actividad Pancho cuenta como constataron que “se invisibilizaba a las personas que estaban viviendo y necesitando de ese quehacer para sobrevivir”.

Según cuenta Pancho, la cantidad de residuos reunida por los clasificadores ronda el 30% del total de los desechos de la ciudad.

Desde el Estado a través de la Intendencia de Montevideo (IM) se han buscado alternativas para conciliar la protección de los animales, la limpieza de la ciudad y el sustento de los clasificadores. A finales del 2017 la intendencia capacitó a 20 personas para el uso de los motocarros, sin embargo la entrega efectiva fue realizada a 6 clasificadores.

Según un estudio realizado por la Universidad de la República (UDELAR) entre 2010 y 2011 a pedido de la intendencia, son 3.188 las personas que trabajan clasificando residuos. Dicha información está siendo actualizada en el marco del  programa de reconversión laboral de clasificadores a través de un censo que inició la intendencia el año pasado desde diferentes dependencias y con la colaboraciones de todos lo municipios. Hasta el 1 de junio de 2018 se ha trabajado en la etapa de recolección de datos, aún no han sido publicados los resultados.

El documental se puede ver durante el mes de julio en las siguientes salas:

Auditorio Nelly Goitiño. Sala B (Av. 18 de Julio 930)

Jueves 12 a domingo 15 – 17 hs.

Cinemateca Pocitos (Alejandro Chucarro 1036)

Viernes 13 a miércoles 18 – 19:30 hs.

Texto: Tramoya

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