Tertulia sexual. Una conversa íntima desde el sexo

Las polentas haciéndole frente al frío decidimos hablar de sexo todo el mes.

Sí, señora y señor, hablar de sexo nos da calor, nos provoca, nos altera, nos excita. No hay método más seguro que tener una buena conversación entre amigues sobre sexo para sacarse el buzo y sudar en este duro invierno.

Para contarle cómo fue este programa debemos sí o sí utilizar el lenguaje inclusivo. Con este desafío nos descubrimos en la ignorancia de su uso, nos enfrentamos a la duda de cómo escribir en inclusivo: él y ella, la y el, señor y señora, gurises y gurisas, chiques y más.

Para hablar de sexo entre amigues debemos, obviamente, usar nuestro preciado don de la palabra. Quien escuche este programa, oirá y sentirá cómo la integridad del lenguaje es vandalizada por cosquillas y sonrisas de seres comprometides con la disolución de un lenguaje muchas veces patriarcal, verdadero y hostigador. Todas nuestras experiencias vitales, en menor y mayor medida, están constituidas por las palabras. Ahí están, en el silencio de nuestras experiencias mentales o haciendo ondas en el espacio, yendo al encuentro de otres. Como sociedad que adora la razón, hemos transformado al lenguaje en nuestra institución religiosa y al diccionario en nuestro libro sagrado; cometer una falta de ortografía, modificar la sintaxis es un sacrilegio; quienes lo cometen son castigades severamente y reciben duras críticas. Desde el lenguaje nos hostigamos unes a otres. ¡Pero nosotres no queremos ser parte de esa religión! Cada une es libre de adorar al dios que quiera, pero no de imponer a otres que lo hagan.

Sí, queremos ser irrespetuoses con estas imposiciones sin sentido así como con las imposiciones de otras religiones. Queremos relacionarnos con esta posibilidad hermosa que tenemos de la palabra, sin sufrir, sin que se convierta en una herramienta de poder, represión, castigo y control.

Con este deseo nos sumamos a la invitación que nos hicieron nuestras entrevistadas para quitarle al lenguaje ese carácter inquisidor que le hemos adjudicado. No podemos reprimir las ganas que nos dan de llenar de faltas estas palabras, pero nos pesa qué dirán les demás compañeres de la radio, qué dirá mi madre, qué dirá el profesor en la facultad. Un solo párrafo, sí, sí podemos, solo uno, tenemos que ser fuertes, no puede ser que ejerza tanta presión sobre nosotras, ahí vamos, estamos cerca, aguantemos fuertes, juntes lo lograremos, un párrafo, solo un párrafo:

Para ablar de sexo invitamos a lucia Erlich, licenciada en artes, transito por la maestría de filosofia, pero la abandonando, no es amigue de la academia pero a veces siente que es un teritorio para ocupar. Ermosa profe de pilates. Ace performances, instalaciones, cosas que no sé sabe bien que son. Promizcuaca por naturaleza. Sale y entra del arte cuando quiere y a veces cuándo puede. Escrive. Con un grupete de otres seres, estan creando una suerte de coperativa sexual.

Con ella conversamos sobre la relación con el sexo en sus propuestas artísticas y cuáles son sus motivaciones y deseos para realizarlas, lo colectivo, el peso de lo institucional en nuestros cuerpes. Le preguntamos cuáles eran sus reflexiones respecto a llevar estas ideas a instituciones como el CCE o El Subte y cómo esto se relaciona con la disolución de una identidad creada desde este sistema patriarcal.

En la segunda parte del programa invitamos a Lucía y a nuestras amigues Paola e Irene para experimentar una conversa íntima de amigues al aire. Trasladar el espacio íntimo a un espacio público, con narraciones y reflexiones de nuestras prácticas sexuales, porque el orgasmo es político. Entre amigues conversamos sobre la potencia transformadora del sexo.

Aparecieron nuestros aprendizajes sobre lo sexual, identidad sexual, deseo, formas de coger y desear a partir de distintas representaciones culturales: Jugate conmigo, pornografía, la relación entre los padres, las películas, la publicidad, las imágenes, los sonidos, la música.

El deseo no es natural porque nada es solo natural siempre está lo cultural, las construcciones de sentidos siendo parte, entonces ¿podemos ser crítiques con nuestros deseos? Nos podemos permitir poner en suspenso y revisión lo que deseamos, ya que puede ser parte de una lista de construcciones y mandatos.

Aparecen las hormonas, el poder de lo que no se nombra, de lo que no es capturado por la palabra, la relación con nuestra corporalidad y performatividad. Habilitaciones para poder conectarnos, expresar y no condenar lo deseos, las prácticas sexuales disidentes. No hay orgasmo al que llegar ni sexo que vivir, tenemos que morir en el intento de sentir lo que sentimos —si es lo que queremos—.

Buscamos en nuestra memoria recuerdos, ideas que nos han transmitido respecto a qué y cómo debe ser el sexo; apareció la gloriosa virginidad, la penetración, el sexo y las malas palabras; pija, concha, semen, tetas, el sexo anal. La asquerosidad de coger con la menstruación. El tener que estar depilades y bañades, lugares prohibidos para hablar de sexo, hacer el amor, lo terrible de ser chupa pija y más.

Recorrimos los juegos sexuales de nuestra niñez deshaciéndonos de cualquier rastro de culpa o prejuicio. Apareció aquella voz que recordamos como parte de nuestra memoria sexual, la mítica doctora Ochoa y su programa sobre sexo. Hablamos de fantasías, abducción, extraterrestres y tentáculos. Aparecieron la pornografia, el posporno y el dildo.

Terminado el programa esa cabina de Radio Pedal se parecía a un sauna. Con el sol en la ventana y nuestras risas erótica-caóticas llegamos al final casi en pelotas. Nos hubiera gustado seguir y seguir, sentimos desde los ovarios la necesidad de promover encuentros para conversar más, sentir más, coger más.

Texto y Foto: Revolviendo la polenta

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