“Vivir de muerte, morir de vida”, decía Heráclito el oscuro. La muerte nos espera a todos como única certeza, pero acaso, ¿no estamos muriendo mientras vivimos? ¿Cómo nos relacionamos con la muerte? ¿Alguna vez sentimos-pensamos nuestra muerte? Pensar la muerte, ¿puede tener un significado para la vida?
Hoy nos revolvemos con la muerte, un grumo difícil de tragar, de masticar; un grumo que, como tantos grumos filosóficos, seguramente quedará sin disolver. Y si hay grumos difíciles de disolver no podíamos dejar de referirnos a la reciente muerte de Luisa Cuestas y recordarla en su lucha por los desaparecidos.
El manifiesto del día nos encuentra queriendo dar voz a una muerte que nos lleva a la relación entre muerte y política. Sandra Villanueva nos habla, y reflexiona sobre el asesinato de Camilo Catrillanca a manos de la policía militarizada chilena, en la comunidad de Temucuicui, La Araucanía, el 14 de noviembre. Hacemos eco de estas palabras que se solidarizan con el dolor del pueblo mapuche.
En las voces de “Cuchá mete cuchara” resuena tras ellas muchas preguntas: ¿Necesitamos un espacio físico para honrar a nuestros muertos? ¿Cómo recordar a los muertos? Hablar de la muerte, ¿implica hablar de la vida? ¿Hay un después de la muerte? ¿Por qué prolongar la vida cuando ya no hay vida? ¿Por qué el deseo de la permanencia, de la inmortalidad? ¿Cómo sería una existencia inmortal? ¿Sería soportable? ¿Tememos nuestra muerte o la muerte de los otros? ¿Qué efectos tiene la conciencia de que vamos a morir? ¿Podemos pensar la muerte? ¿Evitamos pensarla? ¿Por qué? ¿Pude racionalizarse la muerte? ¿De qué forma podemos comprender la muerte?
La poseía mortífera de Idea Vilariño inicia la conversa filosófica. Llega como invitado Nietzsche para intentar un posible ejercicio de comprensión, para pensar en la concepción metafísica de la muerte, qué hay tras el anhelo por la trascendencia y la posibilidad de apropiarnos de la muerte como una forma de afirmar la vida. ¿Será el arte lo que podrá salvarnos del horror y el pesimismo de la muerte? En este sentido, circula también la voz angustiosa de Antonin Artaud.
Otros invitados para seguir condimentando el plato del día. Pilippe Ariés, en “Morir en occidente”, nos invita a pensar en la muerte domesticada y en la muerte salvaje. Se suma María Victoria Pita y las muertes políticas: Son muertes políticas de vidas no políticas, que no han elegido vivir confrontando, se les ha sustraído la elección del morir. Se trata de hacer de ese cadáver una persona. Re-presentarles íntegros/as, querides por familia, amigues y comunidad (en acciones colectivas expresivas). Y en la trama que se va tejiendo traemos algo del Homo sacer de Agamben; ¿podemos hablar de seres matables?
Mientras revolvemos entre muerte y vida, traemos la música de Chavela Vargas, “La llorona”, y de Amy-Winehouse, “Back to Black”. Y nos fuimos bailando con toda la energía y la potencia de “Deixa a gira girar”, de Mameto.
Texto y foto: Revolviendo la polenta