La polenta está caliente, y la revolvemos con cucharas que se meten, promiscuas, por todos lados. Nos contamos un poco cuál es el imaginario de nuestras fantasías, escuchamos los relatos de los ratones de nuestrxs amigxs y recordamos antiguos pornos autogestionados mediante recortes mentales de escenas de las telenovelas de nuestra infancia y adolescencia. Nos da rabia tanta falta de educación sexual y tanto estereotipo ridículo, irreal. Cuestionamos nuestro deseo hegemónico pero, eso sí, no queremos sentirnos ya nunca más culpables.
Texto y foto: Revolviendo la polenta