En todas las canchas

El fútbol ha sido históricamente un ámbito masculinizado pero ya hace un tiempo que no es patrimonio exclusivo de varones. Hemos visto múltiples publicidades reivindicando el rol de las mujeres en este deporte y muchas más deportistas visibilizando las desigualdades que existen en el rubro.

El domingo 7 de julio se disputaron 3 copas: Copa América, Golden Cup y Mundial Femenino. Quizás no sea un dato relevante pero, sobre esta definición, la jugadora americana y capitana del equipo, Meghan Rapinoe, explicitó considerarlo una falta de respeto hacia la copa femenina. Bajo esto, se sostiene una lucha de las deportistas por la igualdad de derechos y oportunidades, ya que, históricamente, no gozan de las mismas posibilidades que en las ligas masculinas.

El fútbol no es nada nuevo y que las mujeres lo jueguen tampoco. Que es un espacio masculinizado, estereotipado y agresivo lo sabemos, pero atención: habemus mujeres y no solamente están sino que se han hecho sentir.

En 1930 surge el primer Mundial de Fútbol… masculino. En 1991 se juega el primer mundial femenino. 61 años de distancia que nos invitan a preguntarnos ingenuamente por qué. O simplemente asumir que esa larga distancia es otro ejemplo de que hay lugares que nos han sido negados y ocuparlos implica un camino de lucha, visibilización y meritocracia.

El fútbol femenino ha crecido exponencialmente y, aun así, las diferencias con el fútbol hegemónico (que es el masculino) son abismales. En este ámbito, no se aprecia ninguna excepción a la brecha de género podemos observar en otros ámbitos: menos oportunidades, menos sponsors, menos dinero por los mismos desempeños. En la interna del escenario futbolero, las mujeres han participado de forma activa en la búsqueda del reconocimiento y las condiciones que merecen y este último mundial ha sido un gran testigo de ello.

En un top cinco de reivindicaciones, hagamos un brevísimo recorrido por algunos hitos del mundial en relación a esto:

Megan Rapinoe: esta jugadora, capitana del equipo americano, ha sido una cara visible en la denuncia de estas desigualdades, además de su postura pública sobre las políticas migratorias y LGTB del presidente Trump: manifestó que no asistiría a la Casa Blanca de resultar campeonas. Como forma de protesta a la gestión de Trump, no cantó el himno de su país.

En esta línea, su compatriota Alex Morgan, en el partido frente a Inglaterra celebró su gol haciendo gesto de tomar el té y sostuvo en declaraciones posteriores que dicho festejo fue producto de sentir la existencia de una doble moral en el ámbito futbolístico cuando de mujeres se trata: ser buenas jugadoras pero delicadas.

Ada Hegerberg: jugadora de la selección de Noruega no participó en el mundial como forma de protesta por la igualdad salarial, reivindicando condiciones iguales a la del fútbol masculino de su país. Esto tuvo un impacto en el fútbol local pero no generó las condiciones igualitarias.

Marta Vieira: la jugadora brasileña, galardonada con varios premios en el rubro, decidió, como forma de protesta, jugar un partido con championes sin marca. “Necesitamos apoyo. Pero más que apoyo, necesitamos respeto. Y dar valor es la mejor forma de mostrar respeto a alguien. En el deporte. En la vida. Por eso la equidad es algo por lo que todas y todos todavía debemos luchar. Y la hora de actuar es ahora”, declaró.

Estefanía Banini: reivindicó públicamente “No soy la Messi” como forma de respuesta a la comparación de las jugadoras de su selección con sus homólogos varones. En este sentido, explicitó la importancia de reconocer al equipo por sus propias características y potencialidades, dejando de lado la mirada resiudal que tiene el fútbol femenino.

El plano local

En Argentina, Macarena Sánchez tomó un rol protagónico en la exigencia de la profesionalización del fútbol, exigiendo condiciones dignas en su contrato vinculadas nada más y nada menos que a salario y aportes vinculados. Pidió regularización, le dieron rescindir. De esto se explicita la creación de la Liga Femenina Profesional de la AFA, que seguramente tenga un largo camino por recorrer: “Seguiremos sufriendo desigualdades, pero también jugando y luchando. Y los que estaban ahí sentados hablando de igualdad, nos tendrán que escuchar a nosotras dándoles lecciones de vida y de género. Se va a caer, o lo vamos a tirar”, sostuvo.

Uno de los temas más reiterados cuando se indaga en las diferencias entre el fútbol femenino y el masculino es la rentabilidad: la pregunta nos lleva al lugar de siempre, ¿dónde se colocan las inversiones y por qué a igualdad de desempeño las oportunidades no se presentan iguales?

Sobre el caso de Uruguay, nos daremos el gusto de charlarlo con compañeras en la próxima columna.

La estrategia de FIFA

La FIFA como institución no ha estado ajena al escenario mundial y a los reclamos de igualdad de derechos de las mujeres, por lo que en 2018 presentó una estrategia orientada a dar respuesta a la brecha histórica.

El proyecto presentado por FIFA en octubre de 2018 tiene tres objetivos: 1. aumentar la participación de las mujeres en el fútbol, 2. potenciar el valor comercial de la competencia femenina y 3. sentar las bases para la profesionalización.

Para alcanzar sus metas, plantea cinco pilares básicos: desarrollo y crecimiento de la disciplina tanto dentro como fuera del campo, optimizar las competencias para visibilizar a sus jugadoras y equipos, comunicar más y mejor el desarrollo de los torneos para que aumente su valor y poder comercializarlos, aumentar la representación femenina para gobernar y liderar estos procesos, y formar y empoderar a mujeres y niñas a través del fútbol.

Habrá que seguir atentas a las compañeras en el rubro y la implementación efectiva de estas letras comprometidas.

Himnos feministas en la hinchada, cánticos de “equal pay”, festejos de goles reivindicativos: a este mundial no le faltaron las mujeres plantadas.

Podemos discutir mucho sobre los vericuetos económicos en el rubro que se apropian de las reivindicaciones para hacer lindos sloganes y campañas, pero, en lo que a esta columna respecta, destacamos la importancia de esta lucha en todos los frentes, en todas las canchas.

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