Aborto legal, con Valentina Requena

En una discusión, ¿todo argumento vale?

A lo largo de la historia de la democracia las discusiones y debates han sido una de las herramientas utilizadas para llegar a acuerdos, confrontar ideas, convencer al contrincante y poner determinadas cuestiones en la agenda social. El discurso, cargado de argumentos en defensa de una determinada idea, sirve de baluarte de convicciones y tendencias determinadas.

El discurso ha sido definido de diversas formas. Para Foucault, son un material del que parte el análisis de lo social y de lo histórico; el sujeto hablante queda excluido, no es este quien dota al discurso de realidad y sentido, sino que son las prácticas discursivas que crean los objetos y sujetos. Para Ricoeur, el discurso se concibe como una dialéctica de proposiciones y referentes. Él piensa que en un texto existen varios sentidos, y estos dependen de la subjetividad del sujeto, quien asume un papel de intérprete frente al texto. Benveniste define al discurso como la aplicación concreta del sistema lingüístico, cuando este queda a cargo o es asumido, incluso transformado por el locutor en su acto de habla; el discurso para él es un modelo de comunicación. Para Laclau el discurso sirve para influir en la configuración de la percepción de la gente acerca de sí misma y del mundo que les rodea y, por tanto, en su conducta.

En una discusión, ¿todo vale? En un discurso, ¿todo vale?

Argumentar es un derecho, o debería serlo, expresar lo que uno piensa y defenderlo es uno de los principales valores que alberga nuestra condición de ser pero, ¿puede decirse cualquier cosa con tal de manifestar una opinión y querer convencer de su validez o, sin embargo, ciertas cosas, determinadas palabras, algunas ideas, por su contenido ideológico, deberían ser revisables? ¿Vale que en el Congreso, por ejemplo, máximo órgano representativo de la ciudadanía, se ofenda, insulte, humille y ridiculice al diferente o al que piense distinto?

Las palabras definen el mundo, configuran nuestro imaginario y representan la realidad. Quizá también sobre ellas habría que legislar, en pos de proteger la dignidad de cualquier ser humano. O quizá no. Ojalá que no.

Texto: ¿Por qué no te callas?

Foto: Martina Perosa: para lavaca

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