Hay una idea extendida que opone sensibilidad a razón, o sentimientos y percepciones personales de dudosa comprobación a la objetividad (y la tan bien publicitada “neutralidad”) a la que solo llegamos a través del siempre exacto y tranquilizador método científico. En el comienzo de esta Brocha gorda, ese dilema sirve como puntapié inicial del tema sobre el que versa la columna.
Desde que Max Weber escribiera La ética protestante y el espíritu del capitalismo, parte de sus lectores (pocos en aquel entonces, algunos más hoy) avizoraron, o vinieron a corroborar, el vínculo existente entre las explicaciones dadas por las religiones y la esencia que constituye al sistema que hasta la actualidad prevalece en el mundo.
“Damos por sentado que aquellos discursos o aquellas visiones que critican la frialdad científica son buenos”, dice Pampillón, al tiempo que llama a “vigilar uno de los lados para evitar la basura”, alertando sobre peligros que no vienen de los saberes científicos.
Sobre la situación en los países vecinos, se plantean dos escenarios diferentes: por un lado el éxito de Bolsonaro en Brasil (sabido es el apoyo que recibe de iglesias evangélicas) y, por otro lado,el caso de Argentina, donde hay un Estado que respalda a la Iglesia en tanto institución. Interpretando estos casos se explicita el alcance (o uno de los muchos) que tienen las ciencias sociales: se trata de un área del conocimiento que no brinda soluciones, recurriendo a estudiar otras experiencias.
¿Y en el resto del mundo qué pasa? Durante la charla se menciona el caso de Islandia donde, recientemente, una mujer creó un movimiento social que cuestiona fuertemente los dogmas religiosos, en un país que prohibió que se enseñe religión a menores de 21 años, anulando la posibilidad de que desde la educación se impartan fábulas.
Pero también hay reconocidas voces de personajes que se oponen a la tergiversación interesada de hechos probados, como es el caso de Harrison Ford, que en la Cumbre Mundial de Acción sobre el Cambio Climático hizo un llamado a que se deje de menospreciar la ciencia.
Aunque catalogues a ciertas religiones como supercherías, creas en verdades reveladas en textos sagrados o seas seguidor de Indiana Jones, te invitamos a escuchar la columna.
Texto: Facundo Berterreche
Foto: Youtube.com
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