“Ossis und wessis”: el muro en las cabezas

¿Quién no se preguntó qué pasó cuando se volvieron a encontrar dos pueblos, que eran uno, tras 40 años de estar separados por un muro? Javier Martínez, en su estadía por Alemania, se lo preguntó, y al indagar no pudo más que empezar con sus “comparaciones odiosas”.

¿Quién no se preguntó qué pasó cuando se volvieron a encontrar dos pueblos, que eran uno, tras 40 años de estar separados por un muro? Javier Martínez, en su estadía por Alemania, se lo preguntó, y al indagar no pudo más que empezar con sus “comparaciones odiosas”.

En su columna “Yerba no hay”, Javier cuenta que a menos de un año de la caída del Muro de Berlín, “con la eficacia que caracteriza a los germanos”, reunificaban las Alemanias, pero, aunque invisible, hasta el día de hoy, el muro sigue separando.

La caída del muro dejó una nube de polvo, desconfianza y prejuicios que se impregnó en los adjetivos que usan unos y otros para nombrarse. Los peyorativos ossis y wessis en la lengua coloquial alemana refieren a los “llorones y quejosos” del este y a los “arrogantes y sabelotodo” del oeste, respectivamente. Javier explica por qué estas connotaciones y ejemplifica con algunos hechos que ilustran este uso.

Además, el corresponsal de Solo por eso pone en la mesa de su columna semanal datos estadísticos de una encuesta sobre valoraciones que les realizaron a ciudadanos de ambos lados. Así, con los datos a la vista, las conclusiones son fáciles de sacar.

Pero no fueron los únicos temas tratados en la columna. “¿Cómo fue la hoz y el martillo en el tema de género?”, increpa Andrés, y Javier comienza un recorrido ilustrativo sobre el rol de la mujer en ambos lados del muro antes y después de su caída. Esto los lleva a hablar sobre el trabajo y los puestos de poder, las pautas de reproducción, entre otras cosas.

Además de los datos estadísticos y de las cuestiones de género, Javier muestra que las diferencias se ven también en la arquitectura, la iluminación pública, los íconos de las calles. Se detiene en una anécdota sobre el hombrecillo del semáforo (el que aparece en la fotografía que acompaña la nota). Creado por Karl Peglau, un alemán oriental, en la década del 60 el Ampelmännchen es un ícono de la época. Es interesante escuchar cómo y por qué es una persona de Alemania Occidental la que tiene los derechos sobre esa imagen hoy en día.

Javier da cuenta de las diferencias entre ambos lados con ejemplos contundentes que llevan, irremediablemente, a las odiosas comparaciones. El interior del Uruguay y la capital del país, aunque nunca fueron separados por un muro, tienen comportamientos que, salvando todas las distancias, se asemejan a los descriptos por Javier. Incluso, en el marco de las comparaciones, Andrés y Javier reparan en el cantero de Avenida Italia que oficia de muro.

Los invito a escuchar el audio para saber cuáles fueron esas características, cómo y a partir de qué compara esa realidad con la nuestra y deja las “soluciones utópicas”, cual muro, sobre nuestras cabezas.

Texto: Paola Melgar

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