En estas últimas dos semanas el mundo entró en cuarentena por una pandemia mundial que nadie termina de saber exactamente qué es y cómo nos puede llegar a transformar. Lo que sí sabemos es que nos invita a hacernos un montón de preguntas acerca de lo que estábamos haciendo con nuestras vidas y lo que vamos a hacer cuando esto termine.
Por suerte, el mundo nunca para, y este tiempo está siendo muy prolífico en cuanto a la creación artística y la culminación de proyectos que estaban en el tintero. El tiempo libre me ha invitado a experimentar nuevamente la práctica de escuchar discos completos, de principio a fin. Vivir la experiencia musical como una película, con una introducción, un desarrollo y una conclusión.
Dos discos que vieron la luz en estas últimas semanas son Basta de música de Martín Buscaglia, y Sencillo, disco debut de Luis Emilio Musetti. Ambos son artistas multifacéticos y muy inquietos, y los dos discos, a mi criterio, se unen en un concepto fundamental: jugar. Y cuando digo jugar me refiero al compromiso, a la entrega y a la frescura con la que juega un niño pequeño, dejándolo todo en ese juego sin perder el objetivo fundamental, que es disfrutar del proceso mucho más que del resultado.
Basta de música, de Martín Buscaglia
Basta de música es el nuevo disco de Martín Buscaglia, un disco de 11 canciones, directo, austero y profundo.
Martín es un artista inquieto y que, al parecer, no se queda mucho tiempo en los lugares donde se siente cómodo. “¿Para qué querés hacer lo que ya hiciste ayer, si eso ya lo sabes?”, dice en su canción “Dos patos”, expresando esa necesidad de seguir explorando territorios desconocidos de la canción o, por lo menos, resignificando lo viejo desde una mirada que siempre va cambiando.
En la primera escucha sentí la sensación de que me estaba encontrando con algo muy concreto y simple. Con el correr de los minutos empecé a sentir que esa simpleza me introducía en una profunda inmensidad: palabras claras, concretas, conocidas, pero con preguntas trascendentales y alguna que otra respuesta también a esas preguntas. Letras que, por momentos, aparentan ser banales pero que en cuanto te descuidás, te dan un golpe en la pera:
“Hablar es traducir, traducir es componer, componer es improvisar, improvisar es pensar” (canción: “Dos patos”).
“Me gustan los instrumentos, los que a tocar aprendí. También los que no domino, pues me dominan a mí” (canción: “Los instrumentos”).
A nivel musical también se puede apreciar esa exploración. Es un disco bastante austero en cuanto a instrumentación y arreglos. Da la sensación de que cada instrumento viene a dar un mensaje y, luego de dar el mensaje, se retira. Nada de repetir varias veces lo mismo, ni de gritar para que se escuche.
A su vez es un disco que, prácticamente, no tiene guitarras. Esto llama la atención si tenemos en cuenta que Buscaglia es un excelente guitarrista, una máquina de ritmo, groove y precisión. Esto fue una decisión pensada. Podemos escuchar al artista tocando el piano y algunos instrumentos electrónicos (máquinas de ritmo, samplers, etc) desde una actitud extremadamente lúdica y comprometida.
Creo que el título Basta de música es representativo de esa intención de hacer más liviano un viaje que puede tornarse pesado y tormentoso, como es el de grabar un disco.
Martin grabó este disco casi enteramente en su casa, sin grandes estudios ni instrumentos caros. Como quien cocina una tarta con lo que hay en la heladera pero se pone como objetivo cocinar la tarta más rica de su vida y, sobre todo, con la intención de disfrutar cada momento del proceso como algo grandioso.
Basta de música es un gran disco para escuchar de principio a fin y entrar en la sintonía que nos propone el artista, para dejarnos llevar por el ritmo y las palabras sin buscar nada profundo, y dejando que lo profundo nos encuentre a nosotrxs.
Para escuchar el disco entrá a este enlace.
Sencillo, de Luis Emilio Musetti
Sencillo es el primer disco de Luis Emilio Musetti. He tenido la oportunidad de verlo cantando sus canciones con una guitarra, así como también tocando el violín, haciendo circo y hasta actuando en obras de teatro.
Aunque es su primer disco, se aprecia un recorrido artístico de alguien que hace años viene explorando el mundo de la composición. Esto se puede notar en la aparente sencillez con la que desenvuelve los versos, por momentos, desde un personaje casi infantil que va del pensamiento mágico de un niño de cuatro años, a la profundidad filosófica de un adulto que se hace preguntas existenciales e intenta responderlas: “A veces tengo la visión de que nuestra vida es tan superficial, voy a arrancar a meditar y a mover cosas con la mente” (canción: “Leds”).
Creo que el nombre es muy elocuente. No es lo mismo lo sencillo que lo simple. Lo simple es concreto, por momentos insulso. En cambio lo sencillo remite a un uso mínimo de recursos para emitir un mensaje que es profundo, que en lugar de terminar, empieza, y en lugar de responder, genera más preguntas. Eso indefectiblemente nos hace movernos y nos hace crecer: “¿Será que se puede ser feliz y estar sólo?” (canción: “Ni idea”).
“¿Cómo selecciono lo que me imagino? ¿ Cómo aprieto el pomo de este carnaval?” (canción: “Imagino”).
A nivel musical es un disco mayoritariamente acústico, carente de programaciones y grandes arreglos de banda. Va desde un punk acústico hasta unos momentos bien funkeros y bailables. Es un disco que ha sido tocado por personas, con instrumentos reales y con la adrenalina de tocar en vivo, y eso se nota.
Eso también remite a una sencillez en el mundo de hoy, en el que con una computadora y un teclado se puede generar el sonido de una banda sinfónica completa. Luis no precisa una banda sinfónica, le basta con algunos instrumentos y un grupo de amigxs para dar el mensaje que hay que dar y, lo más importante, gozarse haciéndolo.
Un momento importante del disco es la aparición de las invitadas. En este caso Eli Almic, con sus versos filosos y extremadamente rítmicos, y Luciana Mocchi, con una voz, un coloque y un fraseo casi inconfundibles, que dan un aire nuevo a la escucha total.
Este es un disco que nos invita a pensar sin dejar de bailar y que nos recuerda que a veces lo más profundo y hermoso está delante de nuestros ojos en las cosas más sencillas.
Para escuchar el disco entrá a este enlace.
Texto: Rodrigo Odriozola (Toto Yulelé)
Imagen: Martín Buscaglia: diseño gráfico de Federico Gianni a partir de una obra de Luis Ricardo Falero (1878)
Luis Emilio Musetti: arte de tapa de Santiago Musetti; foto Reinaldo Altamirano