Moviendo la olla

La fila se extiende por la calle Lanús hasta llegar a la Avenida Garzón, la llovizna es leve, pero nadie se molesta por ella. En pleno centro del barrio Colón, mujeres, hombres y adultxs mayores esperan, algunxs sostienen entre sus manos bolsas de nylon que guardan recipientes de plástico, otrxs llevan mochilas que servirán para alivianar la carga. Adentro, los quemadores aún están calientes, dos ollas de acero y dos de hierro fundido guardan un guiso gigante pronto para servir. Ante la crisis sanitaria provocada por el COVID-19, la economía nacional se ha enlentecido, afectando sobre todo a lxs trabajadores. Dentro de este colectivo, motor de la economía capitalista, lxs trabajadores informales (recolectorxs, feriantes, trabajadorxs ambulantes) que están fuera del sistema de seguridad social han perdido parte de sus ingresos. Por ello, vecinxs, familias y militantes sociales se han organizado para cubrir una de las necesidad básica de cualquier persona, la alimentación. En Colón, Gabriel Crause e Iván Bello, unidxs a otrxs vecinos, llevan adelante una olla popular que funciona todos los días desde las 18.00 horas. Organizadxs por brigadas, elaboración, limpieza y almacén, dividen las tareas por turno para no concentrarse todos en el comité de base que les prestó el Frente Amplio. Cada día llevan un registro detallado de los alimentos que reciben como donación; hasta ahora, las colaboraciones solo han llegado de los pequeños comercios del barrio. Brindan una porción de alimento caliente con pan fresco y postre, 150 familias acceden a la alimentación en un total de 600 personas al día. Durante los primeros cinco, repartieron 3000 viandas. En La Teja están funcionando varias ollas populares. “Todos somos uno” es la que iniciaron el 20 de marzo Henry Rodríguez y su esposa, Andrea Signore. Unos kilos de alimento donado por lxs vecinos y una cocina de cuatro hornallas fueron suficientes para comenzar a ofrecer una vianda caliente de lunes a viernes a las 19.00 horas. Durante el fin de semana preparan una merienda para niñxs. “Está todo el mundo obsesionado con el coronavirus. Acá en La Teja, la gente se contagió de solidaridad”, dice Andrea. Destaca la participación del barrio con las donaciones y resalta que muchxs de los que acceden a una porción de comida llegan a la puerta de su casa con un alimento seco para dejar. Otro proyecto es el encabezado por Marianela Corbalán y Nicolás Mandracho. Marianela es una pequeña comerciante que a través del grupo de facebook “Soy de La Teja” conoció a Nicolás. Juntxs coordinan la recolección de alimentos donados por el barrio y tienen en marcha una olla popular que funciona de lunes a sábado desde las 19.30 horas por Carlos María Ramírez y Doctor Elbio Fernández. Durante las mañanas, Marianela corta toda la verdura y en la tarde Nicolás cocina. Así elaboran, extremando las medidas de higiene, ya que cocinan en una casa familiar. El primer día repartieron 60 porciones, ahora distribuyen 200 en cada jornada. La preocupación diaria según Marianela es poder alimentar a todas las personas que se acercan, “la gente que se para de ese lado, tiene hambre, acá viene gente que precisa”. Actualmente, las ollas del Cerro y La Teja funcionan de forma coordinada para conocer la cantidad de personas que solicita alimento por día o para intercambiar comestibles que precisan en la elaboración. Consultada por las diferencias entre la pandemia por el COVID-19 y la crisis financiera del 2002 en Uruguay, Marianela expresa: “En aquel momento podías salir, hacíamos trueque, ahora la gente no se puede aglomerar en un trueque, ya no hay un comercio donde ir a pedir, porque los comercios están cerrados”. Menos trabajo, más solidaridad  Desde el 1º al 30 de marzo fueron 80.855 las solicitudes completadas para el subsidio de desempleo, según el informe elaborado por el Banco de Previsión Social (BPS) y difundido por el Equipo de Representación de los Trabajadores. Del total de las peticiones, 6.311 (7.81%) corresponden a despidos, 6.725, a reducción horaria (8.32%), y 64.657 (79.97%), a suspensión de actividades. Hay que agregar las amparadas por el nuevo Régimen Especial del Subsidio por Desempleo Parcial y su ampliación, que alcanzaron 3.162 (3.91%) solicitudes. Asimismo, solicitar el seguro de paro, explica el banco, no garantiza que sea otorgado. Otrxs vecinos que mueven la olla son María Martínez y su esposo José Señorini, en Casabó. Desempleados y con tres hijos a cargo, resolvieron, el domingo 22 de marzo, ayudar a la gente de Casabó que la está pasando mal. Salieron por el barrio a pedir colaboración para cocinar. Al anochecer, la olla humeaba y juntxs se instalaron en la plaza para servir la cena, diez personas se llevaron comida para sus familias. Ahora, la olla funciona sábados y domingos desde las 18.00 horas en la parroquia San Alberto Hurtado, la infraestructura de la iglesia les permite elaborar con higiene y respetar las recomendaciones del Ministerio de Salud Público (MSP) para evitar la expansión del COVID-19. El transcurso de los días ha hecho que se sumen más vecinxs a colaborar, la policlínica de Casabó y los pequeños almacenes. Diariamente trabajan 15 voluntarios realizando tareas. El boca en boca y las redes sociales fueron, según José, los dos medios que han permitido que la información de su existencia llegue a lxs vecinxs destinatarios. Aunque son conscientes de que lo primero es afrontar las necesidades inmediatas, identifican la necesidad barrial de un comedor permanente. La lluvia vuelve con intensidad y la recorrida de Radio Pedal llega a su fin en la Villa del Cerro. Un grupo de mujeres observa la calle desierta tras una reja, los Redonditos de Ricota suenan desde un equipo con luces naranjas y azules. Luego de ver las consecuencias que ha traído el COVID-19 para los más vulnerables, Evo  Borobiov, que ha vivido siempre en el barrio, diseñó un afiche difundido en las redes sociales y WhatsApp, convocando a la conformación de una olla. Así, se armó un grupo integrado por mujeres, conocidas de antes y no, que el sábado 28 de marzo, en su primer día, entregó 100 viandas.  La comida es repartida todos los días desde las 20.00 horas. Mientras tanto, otrxs siguen preocupados por el alcohol en gel o por llenar la heladera, vaciando góndolas completas. Y otrxs, prefieren trabajar codo a codo, demostrando que el aislamiento social, necesario para combatir el virus, no rompe una comunidad organizada. A continuación, un compilado de testimonios de personas involucradas en la organización de algunas de las ollas populares que surgieron producto de la crisis sanitaria en varios barrios de Montevideo y el interior del país.   Texto: Noelia Rocha Fotos: Valeria Amaro Edición de audio: Salvador  García

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