Este fin de semana Roger Waters, histórico miembro de la banda Pink Floyd y conocido activista internacional, se hizo presente en Montevideo en el marco de su gira musical US+Them. Las repercusiones de su presencia en la ciudad excedieron las secciones culturales de los medios de prensa cuando se hizo conocida la noticia de que daría una charla sobre la situación de Palestina.
La actividad, denominada “Encuentro con Roger Waters: Palestina y los derechos humanos hoy”, fue convocada por la Coordinación por Palestina. El encuentro tuvo lugar en la sede del PIT-CNT y contó con la presencia de unas 300 personas, que, desde antes de la hora pautada para la charla, esperaron la presencia del músico con una mezcla de emoción y ansiedad, en un contexto donde las medidas de seguridad resultaron algo más exhaustivas de lo que estamos acostumbrados para este tipo de eventos.
La presentación de la actividad estuvo a cargo de la cineasta y escritora Soledad Castro Lazaroff, y se desarrolló en dos momentos. En la primera parte, el músico participó de una entrevista colectiva realizada por la periodista Alejandra Casablanca, la escritora y documentalista Virginia Martínez y el politólogo Gabriel Delacoste. En la segunda mitad de la charla, respondió preguntas de activistas y delegados de diferentes organizaciones sociales: Lilian Celiberti, de Cotidiano Mujer; Marcela Pini, de Unión Trans; el periodista ambiental Victor Bachetta; la Secretaría de DDHH del PIT-CNT; y Mónica Michelena, del Consejo de la Nación Charrúa, que intervino desde el público.
Desde el principio, el británico dejó claro su punto de vista: su mirada es la de los Derechos Humanos y su activismo se centra en señalar cuando estos no se cumplen y promover acciones para revertir esa situación. Es desde esta perspectiva que denuncia los abusos de Israel contra el pueblo palestino y adhiere al Movimiento de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) hacia el Estado israelí.
A lo largo de la charla, Waters describió la política de Israel como colonialista y señaló la necesidad de poner fin a su ocupación de las tierras palestinas, cumplir con el mandato de la corte internacional de desmantelar el muro construido en tierras ocupadas, garantizar el retorno de los refugiados palestinos y dar plenos derechos a los ciudadanos palestinos en Israel, reivindicaciones todas promovidas por el BDS.
Algo de contexto. La ocupación palestina
En 1948, a través de la Asamblea General en su resolución 181, la ONU decretó la partición del entonces Mandato británico de Palestina, y otorgó el 54% a Israel, el 45% al Estado Árabe de Palestina y el 1% a Jerusalén como entidad separada. El Estado israelí se conformó ese mismo año e ingresó a la ONU al año siguiente, mientras que el Estado palestino fue despojado de sus tierras antes de llegar a conformarse. En 1967, estas tierras —para ese entonces ocupadas por Egipto y Jordania— fueron conquistadas por Israel tras la Guerra de los Seis Días, conflicto bélico en el que Israel derrotó a los ejércitos árabes vecinos: Egipto, Jordania, Irak y Siria. Desde esa fecha, la ocupación se ha expandido a través de los asentamientos israelíes en tierras palestinas.
La política de ocupación dio un nuevo giro en 2002 cuando el gabinete israelí aprobó la construcción de un muro de separación en la zona de Cisjordania, muro que se expandía sobre el territorio ocupado —más allá de la llamada Línea Verde, que delimitaba el territorio asignado a Israel en la resolución 181— y que dejaba aisladas a las comunidades palestinas que quedaban del otro lado de la barrera. La construcción de este muro —que se completó en 2017— fue sancionada por la Corte Internacional de Justicia en 2004, que en su opinión consultiva decretó la ilegalidad de la construcción del muro e instó al desmantelamiento de lo ya construido.
La creación del Estado de Israel en tierras habitadas mayoritariamente por palestinos y las sucesivas guerras posteriores trajeron consigo el desplazamiento de grandes contingentes de población. Hoy en día se estima que son más de cinco millones los refugiados palestinos que ya llevan varias décadas en esta situación y que no visibilizan posibilidades de retorno dada la negativa de Israel de permitirles el ingreso, a pesar de que el derecho al retorno está contemplado dentro de la declaración de los Derechos Humanos.
También están afectados en el pleno ejercicio de sus derechos los palestinos israelíes, muchos de quienes tienen carta de residencia, pero no de ciudadanía, y cuya residencia en territorio israelí se ve afectada por las tensiones del conflicto en la zona. Esta población, que representan el 20% de la población del país, reivindica un Estado laico que contemple a los pobladores no judíos.
La disputa narrativa, los derechos humanos y el derecho internacional
Durante la charla, Waters hizo hincapié en que la política israelí viola los derechos humanos de la población palestina y el derecho a la autodeterminación de su pueblo. Manifestó también su enojo hacia los gobiernos de los países del mundo que no se pronuncian o incluso promueven la impunidad con la que Israel desoye las reglamentaciones internacionales. Y conminó a los presentes a manifestarse contra esta situación a través de la estrategia de boicot, desinversión y sanción hacia el gobierno de Israel, pero también a través de la difusión de narrativas que arrojen luz sobre la situación de Palestina.
Acusó al Estado israelí de abuso por realizar bombardeos indiscriminados contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza, en una estrategia que ellos mismos denominan “cortar el pasto”. Esta expresión alude a una rutina que se repite cada vez que el pasto vuelve a crecer y logra, así, deshumanizar las vidas perdidas en esos bombardeos.
También aludió a la violación del derecho de hábeas corpus (derecho contemplado en la Declaración de los Derechos Humanos a ser juzgado en una corte), que se produce a partir de las llamadas “detenciones administrativas a palestinos”, que pueden ser ordenadas por cualquier comandante del ejército israelí en los territorios ocupados. Según datos de Amnistía Internacional , al cierre de 2017 había más de 6100 palestinos recluidos en prisiones israelíes, 441 de los cuales estaban sometidos a detención administrativa. Asimismo mencionó como un aspecto particularmente desagradable de la política de Israel el acceso desigual al agua y consideró que se trata de un robo a las comunidades palestinas que tienen grandes dificultades para acceder a este bien fundamental en favor de los asentamientos israelíes donde este es malgastado en piscinas y regaderas.
Además de denunciar la política Israelí, Waters se mostró indignado con los gobiernos del mundo por hacer caso omiso frente a esta situación, que pone en riesgo la existencia misma del pueblo palestino. Refirió al lobby israelí internacional y aludió específicamente a los casos de Estados Unidos, Alemania y Francia. Aludió incluso a la presión sionista en nuestro país cuando explicó que la sede del PIT-CNT no había sido la primera opción manejada para la charla, no obstante lo cual la administración de la opción previamente considerada terminó negando el uso de esas locaciones por la acción del lobby israelí.
Fue en relación a la actitud de los gobiernos que lanzó una de las afirmaciones que alcanzó mayor resonancia tras la charla: los derechos humanos no pueden aplicarse discrecionalmente, o se los defiende o no.
El músico abogó por hacer frente a esta situación y explicó en qué consiste y por qué es importante el Movimiento del BDS , del cual forma parte. Según informa el sitio web de este movimiento , el BDS surge en 2005 cuando más de ciento setenta organizaciones palestinas realizaron un llamado a la comunidad internacional a generar mecanismos de presión no violentos sobre Israel para que cumpla con las leyes internacionales. Explica Waters que esta forma de activismo está inspirada en el movimiento contra el Apartheid de Sudáfrica, durante el cual la comunidad internacional ejerció presión para derrocar ese sistema. El británico entiende que la exclusión deportiva —los países se negaron a jugar al críquet con el equipo blanco de Sudáfrica— tuvo gran influencia sobre la caída de los supremacistas blancos. “Estos no pudieron resistir la exclusión deportiva y tampoco Israel va a poder soportar la presión cultural y económica que busca el movimiento BDS”, expresó.
Además de este tipo de sanciones, el activista conminó a la audiencia a hacer frente al poder sionista a partir de la difusión de nuevos relatos sobre lo que está sucediendo en Palestina. Al respecto afirmó, en lo que fue otra de sus frases más resonantes, que la narrativa de una tierra sin gente, un pueblo sin tierra y un Estado democrático es falsa. Previo a la creación del Estado israelí, Palestina era una tierra habitada y la amplia mayoría de su población era de origen árabe, por lo que no se trataba de una tierra sin gente. Por otro lado, la presunción de Israel de ser el único Estado democrático en tierras orientales cae si se atiende a la situación de los palestinos en el país, quienes tienen una ciudadanía de segunda, declaró.
Tras casi hora y media de charla, Waters dio cierre al evento, durante el cual, además de hablar de Palestina, se despachó contra el capitalismo y los neofascismos, contó algo de su historia personal y su inclinación por las causas justas, y se dio el gusto de celebrar y descartar preguntas según sus intereses discursivos.
Texto: Fanny Rudnitzky
Foto: Reactiva Contenidos