La calle está vacía, no es primero de mayo, ni un domingo invernal. Algunos transeúntes pasean por las aceras sin ruido de motores, con tranquilidad, en un ritmo desacelerado sin igual: es el único momento del año en que ocurre este fenómeno.
En el mes de enero, luego de Navidad para ser más exactos, Montevideo tiende a despoblarse, pero lo de turismo es incomparable; literalmente, pasamos de ser la capital, a ser un lugar con gente que emigra a raudales hacia distintos destinos del país o el exterior.
Aquellos que se quedan, pueden notar el paulatino “éxodo”; muchas personas deben trabajar hasta el día jueves inclusive, otras, tienen el beneficio de descansar a partir del miércoles, y habrá unas cuantas que deban cumplir tutti il giorni. Ocurre que en relación a esto deducimos en qué día de la semana nos encontramos, ya que, algo que sucede también en turismo, nos perdemos fácilmente en el calendario de tiempo real con muchos días que parecen domingo, sin serlo.
Una vez hecha la descripción de cómo queda la ciudad en estas fechas, pasemos a indagar el porqué de todos los nombres que adopta: ¿turismo, criolla o semana santa?
Según los ideales propios, adoptamos un nombre para llamar a las vacaciones de abril. Si somos adeptos al cristianismo diremos semana santa, en cambio, si la inclinación es atea, semana de turismo.
“La Criolla” y “De la cerveza” son denominaciones adoptadas por un grupo selecto de amantes de la Rural del Prado y las fiestas patrias uruguayas que se realizan en Paysandú o a orillas del río Olimar en el departamento de Treinta y Tres.
Si tratamos de no casarnos con una única y esplendorosa manera de decir o hacer, Uruguay es el mejor país.
Texto: Catalina Saibene