Áreas protegidas y soberanía alimentaria para Uruguay

En el marco del Día Mundial de la Alimentación, conocido también como el Día Internacional de Acción por la Soberanía Alimentaria de los Pueblos y contra las Empresas Transnacionales, el agroecólogo José Pepe Puigdewall explica la actual situación del área protegida de Quebrada de los Cuervos, el Plan Nacional de Agroecología y la importancia de la conservación de las plantas nativas.

Puigdewall es integrante de la ONG Pindó Azul de la Quebrada de los Cuervos y está vinculado a Redes Amigos de la Tierra y a la Red Nacional de Semillas Nativas y Criollas, colectivos que trabajan en la implementación del Plan Nacional de Agroecología, en el rescate de plantas nativas y variedades criollas, en el desarrollo de sistemas productivos agroecológicos familiares y su comercialización en sectores de consumidores conscientes y organizados.

El Plan Nacional de Agroecología promueve una propuesta agroecológica y, según lo que expresa en el Artículo 1, declara “de interés general la promoción y el desarrollo de sistemas de producción, distribución y consumo de productos de base agroecológica, tanto en estado natural como elaborado, con el objetivo de fortalecer la soberanía y la seguridad alimentaria, contribuyendo al cuidado del ambiente, a fin de generar beneficios que mejoren la calidad de vida de los habitantes de la República”.

El guayabo del país, el arazá rojo o  amarillo, la pitanga, el guayibú o el ubajay son algunos de los frutos nativos de la región, con un gran potencial nutricional dadas sus vitaminas de varios tipos y sus funciones antioxidantes que, en los últimos años, han comenzado a revalorizarse en la población y en el mercado. Puigdewall sostiene que es importante, además, considerar la función biológica, ecosistémica y paisajística de las plantas autóctonas y no entenderlas sólo en una lógica del mercado.

La variedad de especies de fauna y flora de la Quebrada de los Cuervos cuenta con resguardo legal. Desde el 2008, se trata del primer área considerado paisaje protegido de Uruguay por el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP). Desde el 2016 se trabaja en la posibilidad de ampliar el área protegida de las 4.302 hectáreas hasta 52.000 con el área adyacente: un intento por preservar aún más la frágil área natural que rodea a esta cuenca.

Ante la propuesta de ampliación el posicionamiento en contra, además de la Intendencia, se encuentra en los intereses mineros y forestales, por las posibles trabas al desarrollo de la actividad económica y los intereses inmobiliarios de construcciones y plantaciones. Son los que lo ven desde la visión y el beneficio económico. Los terratenientes le sacan más partido a sus tierras plantando bosques de eucalipto y agudizando el monocultivo, que protegiendo sus tierras. Los que apoyan la extensión lo hacen por diferentes causas: la posibilidad del ecoturismo, la revalorización de los productos producidos en la zona, la preservación de los sistemas de purificación de agua y la reserva de la biodiversidad.

En este proceso de transición hacia una soberanía alimentaria que busca cada vez más individuos y colectivos en Uruguay, las áreas protegidas y el Plan de Agroecología se vuelven fuerzas impulsoras. Además de otras cuestiones como la defensa de las semillas nativas y criollas, los procesos de desarrollo a partir de la genética local, las acciones de conservación de los bienes de la naturaleza y la defensa del derecho humano al agua.

Saber qué comemos y cómo se produce, decidir qué comer y formar parte de mercados más justos y equitativos es también ejercer nuestra soberanía alimentaria; un derecho a alimentos nutritivos, adecuados, accesibles y producidos de forma sostenible y ecológica.

Texto: Bea del Corte
Fuente foto: turismo33.gub.uy
Escuchá el audio acá:
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