El último sábado de octubre se celebró la actividad Experiencias y luchas por el derecho a la ciudad y a la vivienda. La convocatoria fue a generar un espacio de encuentro, intercambio y reflexión entre diversas experiencias de lucha y organización con enclave territorial, y a avanzar en la conformación de una red que articule el trabajo de las organizaciones involucradas. La propuesta se gestó entre varios colectivos vinculados al tema: Asociación Civil Montes de la Francesa, Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Humanos, Comisión Plaza Uno, Cotidiano Mujer, La Garganta Poderosa Uruguay, La Pitanga y Programa Integral Metropolitano (PIM-Universidad de la República). La jornada comenzó en la mañana con la presentación de los diferentes colectivos participantes. Luego se dio espacio al intercambio a través de cuatro subgrupos de trabajo: dos focalizaron la discusión en torno al acceso a la vivienda, y los otros dos, en el espacio público. Ambos temas se integraron en el plenario que dio cierre al encuentro, donde además se compartieron más de una decena de propuestas acerca de cómo seguir trabajando en red. Habrá un próximo encuentro, el jueves 22 de noviembre, en la Ciudad Vieja. En esa instancia se trabajará a partir de las propuestas surgidas en esta primera jornada de trabajo sobre cómo seguir fomentando el accionar colectivo de esta red que comenzó a gestarse. La participación en esta actividad es abierta. Puede obtenerse más información consultando a cualquiera de los colectivos organizadores. Acciones separadas con un propósito conjunto No contábamos con mucha información acerca de la dinámica propuesta para la jornada; la sorpresa nos embargó al llegar —algunos minutos después de la hora pactada—. Nos encontramos con alrededor de cincuenta personas que, en grupo o individualmente, trabajaban con cajas, cartulinas, marcadores, aerosoles y otros materiales. Rápidamente, descubrimos que estaban preparando una presentación del colectivo al que pertenecían, con estrategias que fueron desde enredarnos con un hilo, hasta la construcción de miniaturas en cartón, pasando por las clásicas cartulinas con texto, entre otras formas originales. Así dieron a conocer su trabajo los más de veinte colectivos presentes. La diversidad de problemáticas, formas de organización (agrupaciones vecinales, grupos de intervención urbana, núcleos académicos, entre otros) y ubicación geográfica de las experiencias presentadas nos llevaron a preguntarnos cuáles son los factores comunes a las luchas de estos colectivos: ¿Qué comparte la Comisión Plaza Uno en Ciudad Vieja con la comisión de vecinos del asentamiento de Isla Gaspar, organizada por el realojo? ¿O el Grupo Pro Parque de Punta Yeguas con el colectivo de intervención urbana Baldío? Por nombrar algunos ejemplos. Sin duda, se trata de experiencias de lucha diversas, pero atravesadas por una misma problemática: “Mientras íbamos hablando nos dimos cuenta que los problemas que tenemos en mi barrio no son los mismos que tiene la compañera en el suyo… Si bien tenemos necesidades distintas, todos hacen al problema general de cómo se construye la ciudad”, explica uno de los participantes del encuentro. Un elemento que se hizo presente en las mesas de discusión y en el plenario fue la identificación de los actores involucrados en la construcción de ciudad y la relación de fuerza que guardan entre sí. Hubo acuerdo en cuanto a que a los intereses ciudadanos por un espacio habitable se les superponen los intereses del mercado. Este, que opera con una lógica de maximización y concentración de ganancias, es el que termina regulando el acceso a la vivienda y a los espacios públicos. Un rol algo más ambiguo se le atribuyó al Estado. Este actúa en forma funcional al mercado, por regulación, o por ausencia de esta, o por promover proyectos de inversión que desconocen el bienestar de los vecinos, y también aparece como una de las principales contrapartes hacia las que se dirigen varias de las demandas ciudadanas en la puja por el territorio. También se discutió acerca de cómo el problema de la vivienda y el espacio público cobra diferentes formas en los distintos puntos de la ciudad. Una imagen muy clara, a la que se aludió varias veces, es la relación centro-periferia. La especulación inmobiliaria en las zonas céntricas las está volviendo cada vez más privativas en términos de accesibilidad económica, lo cual conduce a que muchas personas que las habitaban se trasladen a la periferia de la ciudad. Este proceso de expulsión hacia la periferia va conformando una ciudad con una estructura segregada por clases sociales, y repercute en las posibilidades de desarrollo humano de su población. Por un lado, relega a las clases bajas a los territorios más hostiles en términos de habitabilidad —zonas con servicios escasos, muchas veces expuestas a riesgos naturales—. Por otro, promueve una fragmentación social, que limita el encuentro entre ciudadanos de diferentes clases sociales. De las múltiples aristas que se desprenden del problema del acceso a la ciudad se mencionaron, entre otras, la segregación en el uso del espacio público según género, las dificultades de muchos migrantes para acceder a una vivienda digna, las falencias en materia de la normativa que regula el acceso a la vivienda y las trabas burocráticas que dificultan el proceso, y la situación de las personas sin techo. En cuanto a las estrategias de lucha, se destacó la riqueza y pluralidad de intervenciones y organización existentes: algunos movimientos más enfocados a lo local y otros más transversales al territorio urbano en general, algunos con modalidades de participación más estructuradas y otros con modalidades más abiertas. No obstante, todos acordaron en la importancia de reforzar lo comunitario, promover la participación de los vecinos y generar redes entre las organizaciones. La conjunción de esfuerzos apareció como la mejor estrategia para que cada uno, desde su lugar, pueda convertirse en protagonista en la construcción del barrio. La manera de hacerlo, tomar parte en los procesos de discusión y decisión de la gestión del espacio urbano, espacio que nos involucra. Una de las herramientas propuestas para avanzar en este camino es la creación de Planes Urbanos que permitan proyectar qué barrio queremos y cómo podemos hacer para construirlos. Sobre el final quedó clara la necesidad de organizarse, pensar y trabajar en conjunto, para enfrentar unas lógicas de mercantilización del espacio público y la vivienda que pujan constantemente por imponerse en el territorio. Texto y fotos: Valeria Amaro y Fanny Rudnitzky
Organizaciones participantes: Por el costado de la Vía / Dafnias / Red Intersocial Oeste / Comisión Barrial Plaza Uno-Ciudad Vieja / Revista Compañero / Colectivo Habitadas / Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo, Uruguay (CIEDUR) / Facultad de Arquitectura / Comisión de Barrio Por un mañana mejor / Comisión Barrio Tobogán-Cerro / Comisión Barrio Artigas-Cerro / Espacio de gestión Espacio Público Punta Yeguas / Comisión Barrio Villa Esperanza / Colectivo Baldío / Comisión Barrio Paso Hondo / Por la Rambla Sur / Colectivo La Pitanga / Mercada Feminista / COVIPEDRO FUCVAM / Asociación Civil Montes de la Francesa / Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Humanos / Comisión Plaza Uno / Cotidiano Mujer / La Garganta Poderosa Uruguay / La Pitanga / Programa Integral Metropolitano (PIM-Udelar).

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