¿Qué pueden tener en común los antiguos repartidores a domicilio y los actuales delivery? En nuestro programa del 17 de agosto revisamos un poco la historia de la entrega a domicilio, pusimos sobre la mesa cuestiones sobre las condiciones que viven hoy día los deliverys y descubrimos, a través de un testimonio muy interesante, qué tiene para decir aquel que lo vive en carne propia.
En el comienzo eran los aguateros, canillitas, lecheros, los encargados de hacer llegar a los hogares aquellos productos básicos y necesidades fundamentales para la vida cotidiana. Su trabajo incurría un gran esfuerzo y dedicación, y detrás de ellos, habían varias manos colaboradoras para que se consumara ese preciado bien. La gente lo sabía y el reconocimiento a nivel social de ese repartidor a pulmón, era valuado desde un sentimiento empático y fraterno.
La trayectoria hasta nuestros días, implicó el avance de la comunicación y las tecnologías, a la par de los cambios en el dinamismo de una ciudad, desde el transporte y la movilidad hasta éstas relaciones sociales entre cliente y empleado. Ya no es el conocido “Carlitos” que pasa todos los jueves a la misma hora; ahora llega un desconocido pedido tras pedido.
La comida rápida a domicilio, nace en un contexto y ritmo de vida que demanda rapidez, inmediatez. Cada vez son más los restaurantes y nuevos negocios que impulsan la modalidad: “envíos sin costo”. Los hay por zona, por rubro. De esta manera, el oficio del delivery se hizo imprescindible, y su principal requisito es tener una moto y su respectiva libreta de conducir.
En una nota publicada en el portal de diario El Observador, conocimos la postura de un repartidor, Diego Mainé, quien escribió una canción contando la realidad de su trabajo y la repartió a 100 clientes. La compartimos en Sapos de otro pozo y aquí elegimos algunas de las estrofas más interesantes:
“Somos los deliverys, vamos, así vos no salís
quedate en tu casa muy tranquilo
a contramano puedo ir, sin intención de transgredir.
Aquí lo que importa es el buen servicio.
Arriesgo mi vida para que te llegue caliente un chop suey
y encima a veces no me das propina.
Sobrevolamos la ciudad, expuestos a un golpe mortal
entre accidentes o alguna rapiña.
La nafta me la pago yo, el seguro corre por mí,
y si entra al taller ni te digo…
También debo reconocer, hay compañeros que se creen que son Supermanes
sobre dos ruedas,
a mi nada me va a pasar, soy muy bueno al manejar,
mirame voy sin casco y fumando.
Porque somos los deliverys, vamos, así vos no salís,
quedate en donde estás, voy en camino. “
Más que una fuerte denuncia, algo sobre lo que reflexionar y poner en la balanza a la hora de esperar un próximo pedido; desde la empatía y paciencia, desde comprender la presión y el peligro al que están expuestos y el poco respaldo laboral con el que cuentan.
Mainé es un reflejo de que haciendo sonar la voz, se puede llegar a más oídos y puertas, para quizás generar un cambio en la dinámica de estos valientes.
Texto: Catalina Saibene
[mixcloud https://www.mixcloud.com/radiopedaluy/delivery-sdop-17-8-2016/ width=100% height=120 hide_cover=1 light=1]