Una política del deseo en la calle

Este 8 de marzo el movimiento feminista no solo demanda, exige y denuncia las opresiones sistémicas sobre nuestros cuerpos, vidas y entornos. También desea, organiza y construye. Desea un mundo donde se cuide y se quiera la vida.

Poner la vida en el centro es una forma distinta de organizar el mundo. Una forma que desafía el orden establecido. Es el patriarcado y el capitalismo, también el modelo extractivista y la historia contada desde una perspectiva neocolonial. Es el racismo, es el sistema xenófobo y patriótico, transodiante y homófobo, es la norma que censura y mutila cuerpos, formas de ser, vivir, sentir y estar.

Dos años de pandemia, dos años de precarización de nuestras vidas y de entramado feminista para sosteneros. Dos años que no han logrado apagar la llama de nuestro fuego, que se encendió en la última década, y avanza sobre el rastro de nuestras madres y abuelas en nuestro país, Latinoamérica y el mundo.

Este 2022 desde el Tejido Feminista deseamos otra manera de hacer y pensar política: una política feminista. Nos convocamos a las 18 horas en Plaza Libertad y Plaza de los Bomberos para bajar por Santiago de Chile y Ejido hacia el mar porque somos agua.

Somos agua porque nuestra fuerza arrasa y desborda. Fluimos hacia lugares inesperados, permea y nace desde lo profundo. Somos ríos, mares, arroyos, cañadas.  Somos rebelión, movimiento, libertad. Somos diluvio sobre la tierra árida, brotamos desde los espacios más pequeños e impensados.

Somos agua porque dejamos huella por donde pasamos, llevamos vida, nuevas formas de ser y estar en el mundo. Creamos tejidos subterráneos muchas veces invisibles, capaces de volverse sostén, embalse y refugio, o de emerger e inundarlo todo. 

Somos agua cuando la realidad es piedra. 

Deseamos una educación feminista 

Que ponga en el centro deseo, goce y libertad. Donde el cuerpo de las niñeces y adolescencias no sea su destino y todos los cuerpos sean respetados, sin abusos ni acosos. Donde el miedo a decir no sea norma, ni la culpa y la vergüenza sean nuestras. Con educación sexual integral, donde el cuidado de sí y les otres sea prioridad; y el deseo y goce de aprender, sean ahora. Habilitando la duda, sabiendo que no siempre hay respuestas inmediatas. Una educación sin jerarquías que nos fragmenten, donde las relaciones sean de potencia, deseo y encuentro. Que cuide y dialogue con madres, abuelas y vecines.

Deseamos una educación sin ministros. Donde las trabajadoras disfrutemos de nuestra profesión sin censuras, y trabajemos para vivir y no al revés. Donde la lengua sea nuestra y no un corsé que niegue a otres. Una lengua entre lo dicho, lo imposible y lo que todavía no sabemos decir. Una lengua de nuevos mundos, una lengua de todos los mundos.

Una educación donde el conocimiento sea nuestro, que la palabra válida deje de ser la de los varones blancos. Que no existan periferias ni centros, y la blanquitud no sea modelo. Una educación y una ciencia que colabore con nuevas formas de habitar y vincularnos con la naturaleza. Que despatriarcalice la memoria y la imaginación, que los genocidios dejen de ser celebraciones y festejemos rebeliones.

Deseamos vidas vivibles

Queremos acuerparnos en lazos vitales y poéticos, afirmando nuestra responsabilidad con el mundo y con nosotras mismas. Dejamos atrás la idea liberal que aísla a la humanidad en su falsa imagen de autosuficiencia y superioridad. No somos individualidades aisladas, no subsistimos en soledad, somos interdependencia, trama y sostén.

Deseamos vivir en ciudades que propicien el disfrute y el goce, sin trenes de UPM que dividan nuestros territorios y nos expropien nuestro tiempo y espacios para transitar. Queremos que se dejen de ceder territorios a capitales extranjeros en nombre del progreso y trabajos masculinizados, precarios y zafrales.

Deseamos que no existan barrios privados que ostenten su obscena riqueza, ni otros que sean despreciados, convertidos en basureros y depósitos tóxicos. Queremos alimento que nos nutra y no nos enferme, que alimentarse sanamente no sea un lujo y podamos elegir lo que comer.

Queremos comida que no se produzca a costa de nuestra salud y la de les niñes, que dejen de engañarnos con sus ultraprocesados. Deseamos suelos fértiles para la vida, queremos acceder a alimentos sin depender de los supermercados. Deseamos politizar la alimentación. Deseamos tener aguas limpias para beber y bañarnos, sin cianobacterias ni glifosato.

Deseamos un mundo donde la voracidad extractivista no cause nuevas pandemias. Donde se respete y no se colonice el conocimiento ancestral sobre la naturaleza y nuestros cuerpos.

Duelamos la vitalidad arrasada de nuestras tierras en nombre del desarrollo y el progreso. Deseamos un mundo donde los incendios de las forestales, del agronegocio y de la especulación inmobiliaria se apaguen. Que el fuego sea nuestro y encienda rebeliones.

Deseamos un mundo en el que el trabajo sea para sostener la vida y no la ganancia de los ricos

En el que produzcamos para la reproducción de la vida y no para el consumo. Deseamos trabajos que cuiden la naturaleza y nuestros cuerpos. Trabajos que no nos enfermen ni envenenen.

Queremos trabajar menos, trabajar todes, producir lo necesario y redistribuir todo. Queremos que los trabajos esenciales para sostener la vida no sean los peores pagos. Y que el teletrabajo sea una opción y no una precarización más que nos aísle.

Queremos condiciones laborales dignas sin acosos, abusos y violencias, salarios que nos alcancen para llegar a fin de mes. Deseamos que la vejez sea una etapa de disfrute y autonomía, no de miseria. Queremos que no existan uniformes con privilegios.

Nuestro deseo es que cuando se hable de trabajo se reconozcan todos ellos, también el trabajo doméstico, afectivo, de cuidados de personas y comunidades que las mujeres y disidencias hacemos en soledad. Eso que llamamos trabajo reproductivo es lo que sostiene la vida.

Queremos un mundo sin dobles ni triples jornadas para nadie. Soñamos un mundo donde la vida que empieza después de la jornada laboral sea una preocupación política tan importante como el trabajo, porque necesitamos tiempos y espacios para el goce, el encuentro y el disfrute y también por eso luchamos.

Luchamos por lo que sucede en nuestras vidas las 24 horas del día, y lo haremos hasta que veamos más a nuestros hijxs, amigues, vecinas, que a nuestros jefes.

Deseamos un mundo sin fronteras

Somos migrantes. Dejamos un pasado atrás y tenemos expectativas para un futuro mejor. No importa a dónde vayamos el patriarcado nos persigue, de la mano con la xenofobia y el racismo.

Deseamos dejar de ser mano de obra barata, ilegal, irregular e informal. Que nuestros cuerpos dejen de ser doblemente explotados, violentados y estigmatizados.

Deseamos que se reconozcan y respeten nuestras múltiples lenguas, trayectorias y procedencias. Que nuestras tramas se fortalezcan y se multipliquen en el encuentro con otras y otres. La marea nos encuentra, nos une y nos potencia.

La lucha colectiva y feminista es más fuerte que cualquier frontera o bandera. Todo estado nación es una ficción. Estamos unidas y juntas somos más fuertes para destruir el sistema patriarcal.

Deseamos maternidades feministas 

Buscamos pensar y habitar las maternidades más allá de los mandatos que nos dicen qué es una buena madre y cómo debemos criar. Queremos maternar desde el deseo, poniendo en el centro los vínculos con nuestrxs hijes y visibilizando la red que nos ayuda a sostener los cuidados. Hacer de la maternidad una experiencia más placentera.

Buscamos romper el modelo que culpabiliza a las madres y deposita sobre nosotras todas las responsabilidades asociadas a la crianza. Deseamos que la soledad no sea más la compañera de los partos, puerperios y crianzas. Queremos criar con las puertas de las casas abiertas.

Deseamos que cuidados sea una palabra que teje red, y no una que recae exclusivamente sobre quienes maternamos. Nos encontramos para decir y compartir nuestros múltiples y contradictorios sentires. Reconocemos la diversidad de nuestras formas de maternar. Queremos que sean visibles y respetables las experiencias de familia que se alejan de los arreglos convencionales.

Nos juntamos con otres para romper la cadena de violencias que recae sobre las maternidades. Frente a una economía que nos precariza cada vez más y que se apropia de nuestros tiempos, queremos poner la vida en el centro, una vida donde haya lugar para el encuentro y el disfrute. Deseamos cuidar y cuidarnos en un mundo que destruye.

Deseamos una salud mental integral y feminista para vidas dignas

Esta huelga también es antimanicomial. Denunciamos los encierros, tanto físicos como aquellos producidos por categorías y mandatos. La mayoría de las prácticas que se hacen en nombre de nuestra salud no nos cuidan, sino que nos alejan de la posibilidad de reconstruir y ampliar nuestras redes de cuidado. 

Las mujeres, niñas, niñes y disidencias nos enfrentamos a diferentes mandatos, opresiones y expectativas impuestas por el patriarcado. Deseamos transformar las relaciones de poder que nos ordenan, jerarquizan y condicionan nuestras trayectorias de vida. 

Deseamos una salud integral que entienda a la salud mental como una de sus dimensiones y a la que todas y todes podamos acceder. Deseamos formas de cuidados que reduzcan nuestra carga mental. Deseamos un ejercicio de salud ético, empático, horizontal y respetuoso, y que fomente el pensamiento crítico y reconozca las opresiones. 

Deseamos una psicología feminista que se siga tejiendo entre todaes y que reconozca la precarización de la salud mental en el sistema patriarcal. Juntas nos sostenemos, resistimos, luchamos y nos reinventamos libres.

Deseamos un mundo sin trata, explotaciones y ningún tipo de violencia

La violencia machista se ejerce en todos los ámbitos: en las casas, en el trabajo, en los espacios de militancia y sindicatos, en centros educativos, en encuentros sociales y espacios de recreación, en las iglesias, en las camas y en las plazas. Todas estas violencias nos cosifican, nos exponen y nos ponen en riesgo.

La trata con fines de explotación sexual es una de las formas más extremas de pacto patriarcal. Se sostiene en el silencio, el encubrimiento y la complicidad de muchos. Crean alianzas entre poderes económicos, religiosos, políticos y punitivos, lucran y se enriquecen con nosotras. Hacen de nuestros cuerpos feminizados, racializados y migrantes territorios de guerra y conquista.

Deseamos habitar las calles y nuestras casas sintiéndonos libres, sin miedo a que nos acosen, nos violen, nos maten o nos desaparezcan. Deseamos disfrutar de nuestra sexualidad y relaciones desde el amor, el cuidado y el goce. Creamos tramas para sostenernos, nos escuchamos, nos acompañamos, reconocemos nuestras vivencias y juntas nombramos lo que nos pasa. Hilamos una memoria feminista que recuerda las que ya no están. Conjuramos nuestros miedos y de nuestra rabia hacemos lucha y rebelión.

Deseamos que las vidas negras importen 

Siempre. Como afro feministas y feministas sentimos la vulnerabilidad en la que se encuentra nuestra comunidad ante el aumento de la represión policial.

El lenguaje es Racista. Como afrofeministas estamos hartas de ese ninguneo constante al que estamos sometidas por una sociedad que no visualiza que la palabra construye sentido.

La ideología del racismo se fortaleció en la formación de los Estados Nación que utilizan las categorías raciales e ideas evolucionistas para controlar y segregar poblaciones. Deseamos que se reflexione sobre la idea de “raza”, como ficción y construcción social.

Deseamos que el antirracismo se convierta en una necesidad para pensarnos como sociedad para no reproducir y que se asuma una postura activa.

Deseamos que en la educación se visualice la historia afrodescendiente, de las mujeres afrouruguayas para perpetuar el legado africano.

Deseamos un feminismo inclusivo y Antirracista para todes y en todos lados. Uruguay es racista. El racismo a la uruguaya es cotidiano, pero también institucional. La dominación y el racismo impactan, afectan y atraviesan las cuerpas de las mujeres racializadas. El sistema capitalista en el que vivimos se funda sobre estructuras racistas, sexistas, de dominación racial y patriarcal, sobre el saqueo y despojo de territorios, sus habitantes y sus creencias.

Libertad, democracia, ciudadanía, derechos y justicia social no alcanzan a todes. Las poblaciones afrodescendientes, los pueblos originarios, y no han conocido la plenitud de esos derechos. El decenio de la afrodescendencia no basta, las políticas internacionales no bastan, las declaraciones internacionales no han bastado. No hay garantìas. Hoy más que nunca exigimos reparación integral. 

¡Basta de Racismo. Basta de Violencia Racia! 

¡Donde habitan nuestras cuerpas, habita la lucha Antirracista!

Deseamos construir arte y cultura feminista

Somos artistas y creadorxs que no quieren más mirar de abajo cómo hablan por nosotraes.

Sentimos el candombe en su toque, su danza, como un canal de expresión de nuestra resistencia como mujeres, tortas, trans y disidencias y como candomberas/es que somos. Para nosotras/es como comparsas de mujeres y disidencias pararnos en la calle es de por sí poderoso, es un acto de rebelión. 

Deseamos que el Candombe deje de ser un ámbito masculino/patriarcal donde cada unae pueda elegir libremente si quiere tocar o danzar sin que otro direccione nuestros deseos. Recuperar su origen histórico de búsqueda de libertad, para seguir rompiendo cadenas.

Deseamos seguir transformando nuestro propio recorrido antirracista, libre de acoso, de cosificación, de estereotipos de cuerpaes hegemónicas, antipatriarcal. Resistimos en unión, en rabia que se mezcla con amor, en encuentros que nuestras/es ancestras/es nos traen y regalan a través del Candombe, nos colectivizamos y creamos trama. Los tambores, nuestras cuerpas, el Candombe nunca se calla.

Deseamos como murguistas feministas,una cultura libre de violencia en todas sus formas; deseamos un carnaval feminista donde todas las identidades fuera de este sistema heteropatriarcal tengan voz y lugar. Queremos construir nuevos relatos que nos permitan sentirnos identificadaes con una cultura que no nos excluya ni nos niegue ni nos exponga para poder ser parte. 

No nos olvidamos de las múltiples denuncias en el ámbito de la cultura y el carnaval de 2020. Queremos que no se sigan subiendo abusadores a los escenarios. Si hay abuso no es carnaval. Resistimos juntaes ante el avance de ideologías conservadoras. Tejemos redes de contención y deseamos seguir inundando las calles y los escenarios.

Sin nosotraes, no hay carnaval.

Las travestis, trans, tortas, marikas, no binaries: deseamos mareas de abrazos

En un mundo en el que la heterosexualidad obligatoria ha fracasado imponiendo sus normas con violencias y opresiones sobre quienes queremos Ser, con quienes deseamos vincularnos sexo- afectivamente, la lucha por liberar nuestras identidades, nuestras afectividades y nuestras camas es impostergable. 

Deseamos una educación sexual integral que no nos reduzca a genitalidades reproductivas, que hable de placeres, de amores, afectividades, deseos. 

Habilitar, visibilizar las disidencias es enriquecer nuestras afectividades es sabernos diversas y plurales.

Sabemos que la riqueza de nuestro feminismo radica en las diferencias que nos constituyen. No nos hemos encontrado desde ningún biologicismo: mareas de voces en diálogo y encuentros cuerpo a cuerpo e historia a historia ya nos han mostrado eso. Venimos a decir que son nuestras experiencias de opresión, nuestro horizonte político y nuestro deseo de cambiarlo todo lo que nos acuerpa.

Invitamos a leer la Manifiesta 8M 2022

¡Nos encontramos en las calles!

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