Anata se autodefine como un espacio de exploración, expresión y técnica, desde y hacia un arte vivo. Su nombre proviene de la lengua Aymara, significa juego y alegría. La Anata andina es una celebración ligada al ciclo de la producción agrícola, se festeja en la zona del altiplano en el mes de febrero, el mes de la lluvia que permite la vida. Esta festividad es anterior a la llegada de los españoles a América del Sur, incluye rituales mediante la música y danza. El arte, la vida, los orígenes y la tierra representados mediante la alegría, eso es la Anata.
En el cruce de las calles Obligado y Silvestre Blanco se encuentra un lugar donde convergen el trabajo y el arte como modo de vivir y expresarse. Matilde y Romina nos contaron sobre su proyecto y el de otras tantas personas, la idea es “organizar el trabajo de una manera distinta al que estamos acostumbrados”. El impulso inicial fue personal, Matilde convocó a dos amigas Martina -bailarina- y Clarisa -música- entre ellas armaron el proyecto y comenzaron a gestionarlo sin saber que sucedería en el futuro.
Matilde cuenta ,“había un impulso pero no sabíamos cómo organizarlo (…) empezamos a hacer convocatorias para talleres y empezaron a llegar otras personas, entre las cuales llego Romina y otros compañeros”. En Diciembre del 2015 el espacio abrió y comenzaron a sumar personas de distintas maneras, el núcleo del colectivo es de 7 personas, pero la participación es de muchas más. El nombre del espacio se relaciona con una festividad porque “tiene que ver con una postura de vida, una intención de vincularnos desde la alegría y el juego, a veces entramos en unas lógicas muy pesadas de la vida y en realidad las cosas son bastantes más livianas”.
Según Romina “esto de la exploración y el arte como una forma de vida, es encontrar un espacio donde nos descubrimos en el hacer con los otros, en los talleres y en el colectivo, estamos creando nuevas manera de estar en este mundo”. El espacio tiene una pata artística y otras terapéutica. La idea es que estas actividades lleguen al barrio pero también más allá, está ubicado en un lugar accesible, es fácil llegar desde todos los puntos de Montevideo.
Actualmente hay muchos talleres y cursos, algunos anuales y otros con fechas especificas, entre ellos hay pilates, costura, talleres de encuadernación artesanal, taller de poesía japonesa, cursos de fotos, teatro, música celta y flamenco. Hace poco se incorporó una nueva propuesta a cargo de Romina, un taller de movimiento vital y expresivo de la corriente de Rio Abierto, este ejercicio es un modo de autoconciencia y conocimiento de uno mismo. También hay actividades que no implican la constancia diaria como el Jam de contact, las ferias volqueteras realizadas en coordinación con el colectivo Casa Menesteres y a pata suelta, un toque que se realiza una vez al mes donde hay tres músico invitados por noche.
En cuanto a la elección del arte como vía de expresión Matilde expresa, “muchas disciplinas permiten la creación pero el arte es por excelencia, la disciplina de la creación, encontrando la cosa nueva, puede ser un objeto, una idea, un movimiento también, uno se encuentra un poco más uno, para generar relaciones más saludables, es el trasfondo del dialogo del colectivo”. Para Romina “el arte también te vincula con la parte del niño que explora, experimenta y descubre, muchas veces como adulto nos perdemos de ese lugar porque actuamos ya desde lo conocido el arte te permite eso porque es un terreno no siempre conocido, te permite explorar, experimentar y descubrir”
En cuanto al modo de trabajo colectivo cuentan que están en una fase experimental, están abiertas a los emergentes y aprendiendo que muchas veces las nuevas ideas surgen de las diferencias “cada uno tiene una manera de ver el mundo pero entre todos encontramos una nueva”
Texto: Colectivos
Enterate más acerca del colectivo escuchando la entrevista completa aquí:
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