La expresión “está en el horno” tiene un significado literal si estamos hablando de un pan, o una torta. Sin embargo, cobra un significado muy distinto si quien está en el horno sos vos, o yo, o tu bici… En estos casos, estamos haciendo uso de una metáfora. Pero, ¿cómo procesa nuestra mente que “estamos en el horno”?
Una metáfora es, en términos generales, un recurso mediante el cual trasladamos el significado de una realidad para expresar otra, y ambas mantienen una relación de semejanza de sentido que así lo permite. Usamos infinitas metáforas cotidianamente, pero quizá no con la misma frecuencia nos preguntamos acerca de cómo procesamos en nuestra mente estas figuras.
La pregunta acerca de cómo les damos significado a las expresiones metafóricas para que nos hagan algún sentido la intentan responder Roberto Aguirre y Luis Ochoa, quienes trabajan con el procesamiento de metáforas en segundas lenguas (es decir, cuando aprendemos otra lengua que no es la materna) y en lenguas de señas.
Roberto es doctor en Psicología del Lenguaje y de la Percepción y actualmente investiga en el Centro de Investigación Básica en Psicología (CIBPsi) —Facultad de Psicología de la Universidad de la República—, sobre la realidad psicológica de la metáfora.
Luis Ochoa es estudiante de Psicología (Facultad de Psicología de la Universidad de la República) y es alumno asociado por el Programa de Apoyo a la Investigación Estudiantil de la Comisión Sectorial de Investigación Científica en el CIBPsi. En ese centro participa en el proyecto de investigación Procesamiento metafórico en aprendizaje de alemán como segunda lengua para nativos de español.
Los invitados parten de una primera noción de metáfora, entendida como una idea abstracta que le damos a una palabra más allá del sentido literal. Así, una misma expresión puede abrirse a representar muchísimos sentidos. Pensemos en qué queremos decir cuando decimos se llenó de odio, me aferré como un rencor, el tiempo vuela, me rompió el corazón, mi hermano está cuadrado, me partió la boca de un beso, el tiempo es oro y un etcétera que se acerca al infinito. Todos estos casos son metáforas del español, y algunas propias del español del Río de la Plata.
Según Roberto, esta figura se ha estudiado principalmente en relación con la literatura o en el marco de los estudios del lenguaje. Desde esta perspectiva, se considera la metáfora como parte de la estructura de la lengua. A partir de los años 80 se comienza a cuestionar esta manera de entender la metáfora y para la década del 2000 se pasa a considerar que esa estructura del lenguaje se corresponde en realidad a cómo pensamos lo que pensamos.
Ahora andamos volando…
Estamos parados en el marco de la psicología de lenguaje, que busca responder a preguntas como: cuando usamos una metáfora, ¿esta tiene una realidad psicológica en nuestra mente?
Si esta pregunta es difícil, imaginemos qué pasa cuando tenemos que procesar metáforas de otra lengua. ¿Qué mecanismo mental hace un gringo que aprendió español y llega a Uruguay y le dicen que está en la lona, o que está fuerte como bulón de puente? ¿Cómo procesamos que se armó cocoa si somos hablantes de lengua de señas?
Si nos hacemos estas preguntas, estamos en el camino de descartar la idea de que la metáfora es solo un fenómeno lingüístico y pasar a entender que se trata de un mecanismo conceptual. En efecto, nuestros invitados sostienen que las metáforas son estrategias de desarrollo mental que potencian las capacidades mentales, y el pensamiento abstracto.
Para dejar de estar en el horno y arrojar luz a cómo procesamos las metáforas en nuestra mente, te invitamos a escuchar la entrevista completa a Roberto Aguirre y Luis Ochoa sobre el procesamiento de metáforas en segundas lenguas y a Roberto Aguirre sobre el procesamiento de las metáforas en lenguas de señas.
Texto: (H)ablando ciencia
Imagen: Lesbian lupus