Quince años de abrazos

Juan Pablo Mirza y Carlos Andrade son miembros del grupo Avalancha Tanguera, un colectivo que se dedica a bailar y a enseñar el baile de tango desde hace 15 años.

Carlos dio sus primeros pasos en el tango gracias a su hermana: “Cuando cumplió 15 tuve que tomar clases de baile para aprender el vals, y después me enganché a bailar tango, unos años más tarde me fui a uno de los talleres de Avalancha y desde ese momento no pude parar”.

Juan Pablo comenzó sus lecciones de tango gracias a la radio en la que trabajaba, y desde el momento en que se dio cuenta de los enormes beneficios que el baile le trajo a su vida decidió no parar de moverse. “El tango es salud, hay que transmitirlo y compartirlo, yo no me enfermo más todos los inviernos. Es un potencial de energía imponente”, remarcó.

El código clásico es que el hombre invite a la mujer; sin embargo, desde el grupo Avalancha Tanguera estimulan a que se rompan esos códigos, quieren que las compañeras inviten a los caballeros, y han demostrado que el varón no se niega a una invitación femenina. La rotación obligatoria es algo que se impone en los talleres de baile del grupo Avalancha, cada pareja debe rotar entre las demás. Lo que se busca es “aprender a bailar con todo el mundo”.

También se intenta mejorar las técnicas de invitación con “rompehielos”, explicó Carlos. Cuando están en la calle con vecinos que nunca han bailado, tratan de ir sacando la vergüenza. Carlos se caracteriza por sus técnicas para romper el hielo: “Por ejemplo, hacemos una ronda con una ronda en el medio, la de adentro mira hacia la de afuera y giran en sentido contrario, cuando para la música debemos abrazar al que está enfrente. Otra consigna más cómica es que cuando termina eso ya están en la pista y comienzan a bailar”.

Ambos bailarines coinciden en que “no se termina nunca de aprender el tango porque siempre se puede mejorar el baile y la técnica. Mientras mejor bailás, mejor te expresas con tu pareja”. Juan Pablo detalló: “Vas rotando de pareja y mejorás la capacidad de comunicación, aunque no se hable”.

En el tango “no hay un tema de destreza física, hay personas de mucha edad, de 70 años, por ejemplo, que lo bailan muy sencillo, pero con una comunicación tremenda, con una armonía que vale la pena”. También lo pueden bailar jóvenes inexpertos. Es una danza para todo el mundo.

Texto: Leticia Castro

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