Polenta aglutinada: VIH, el virus silencioso

Conversamos con la educadora sexual María José Hernández y con la doctora médica infectóloga Zaida Arteta.

Cerrando el mes que tuvo como tema a la salud, nos metimos de lleno a desmenuzar y comprender el virus del VIH y todas las implicancias que trae consigo para las personas portadoras y afectadas. Se trata de un virus para el que hoy, a casi 40 años de su descubrimiento, no se ha encontrado oficialmente el modo de combatirlo y eliminarlo.

El VIH/SIDA se ha propagado y ha aniquilado poblaciones alrededor del mundo silenciosamente sin que se le preste la debida atención, acarreando también infinidad de tabúes y especulaciones con respecto al modo de  transmisión, los tratamientos y su cura. Existe una gran controversia y discusiones diversas con respecto a cómo surge el virus: de dónde viene, si fue creado, la validez de los test y el diagnóstico, la medicación y tratamientos, cómo se replica, si tiene cura, etc. Sin embargo, la versión oficial solo nos muestra una información que es muy cuestionada tanto por personas que poseen el virus como por médicos especializados.

En estos 40 años han jugado un rol muy significativo las decisiones que han tomado las organizaciones mundiales de la salud, las corporaciones farmacéuticas y los gobiernos respecto a la información que brindan y cómo se disponen los recursos para la investigación. Se siembra la duda sobre el manejo de la información a favor de los intereses particulares, con grandes y diferentes implicancias políticas, sociales y económicas en una gran parte de la población del mundo.

Sigue siendo para la sociedad un tema del que es mejor no hablar, es un virus invisible y silenciado que nos cuestiona y nos enfrenta con nada más ni nada menos que con la vida, la muerte, la sexualidad, los vínculos afectivos y la propia existencia. Falta una revisión y evaluación de las políticas sanitarias que se llevan adelante para el tratamiento del virus: cómo se previene, cómo se informa, cómo se comunica la información a las personas infectadas, en tratamiento o en desarrollo de la enfermedad.

Con el correr de los años, el VIH ha pasado de ser mortal a crónico, los tratamientos han cambiado drásticamente e inclusive las formas de contagio (se sabe que tiene distintas implicancias dependiendo las prácticas). Para seguir avanzando en la investigación y mejorar la calidad de vida de las personas seropositivas, e incluso llegar a hacer desaparecer el virus del cuerpo, necesitamos acabar con el estigma que persigue a las personas contagiadas.

Seguimos pensando y haciendo juntas, otro plato más de polenta aglutinada.

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