Dínamo: La columna de ciencias del profesor Gustavo Chocho Pereyra
Maria Salomea Skłodowska-Curie nació en 1867 en Polonia, en el seno de una familia pobre y judía. Su padre fue profesor de física y su madre, directora de un colegio de primaria.
Fue la primera mujer en ganar un premio Nobel, la primera persona en ganar dos premios en distintas especialidades: Física y Química, y la primera mujer en dar clases en La Sorbona de París.
En 1891 viaja a París a vivir con su hermana y se inscribe en la Universidad de la ciudad francesa. A pesar de que había estudiado al margen del sistema educativo, como muchos estilaban hacer en la época, tuvo que ponerse a tiro con sus compañeros, la mayoría, hombres. En dos años hizo la licenciatura en Física y en un año más, la de Matemática.
Durante esos primeros años en París conoció a Pierre Curie, con quien compartía interés por las ciencias físicas; de hecho, Pierre era profesor de Física y de Química en la Universidad. En 1895 se casaron en Francia.
Junto con su marido decidió el tema de su tesis de doctorado. Comenzó a trabajar en los estudios realizados anteriormente por el físico Henri Becquerel, quien había descubierto que las sales de uranio transmitían unos rayos de naturaleza desconocida, gracias a su investigación con la fotografía, que le permitió descubrir que el uranio no dependía de una fuente de energía externa, sino que la irradiaba en sí mismo. Este trabajo estaba relacionado con el entonces reciente hallazgo de los rayos X por parte del físico Wilhelm Röntgen.
El primer descubrimiento que realizó Marie Curie en el camino de su tesis fue que la radiación es una propiedad atómica del uranio.
Luego se enfocó en la pechblenda, una variedad masiva y probablemente impura de uraninita. Simplificadamente, es una sal de uranio que se usaba para darle color a la cerámica, sin saber que era la radiación del uranio lo que generaba el color. Curie encontró que la pechblende emitía 330 veces más energía hacia afuera que el uranio.
Descubrió en su investigación un nuevo elemento químico que estaba adentro de la pechblende: el polonio. Acuña el término radioactivo porque este elemento irradiaba energía de forma activa. Tras continuar con su investigación, descubrió un segundo elemento: el radio.
A pesar de su éxito, nunca quiso patentar sus descubrimientos. En 1903 recibió el primer premio Nobel para una mujer, compartido con su marido y con Becquerel.
Cuando murió su esposo, en un accidente de tránsito, sufrió una fuerte depresión, pero se esforzó por salir adelante y ocupar su lugar en la cátedra de la Universidad francesa con el objetivo de formar el laboratorio que habían ideado juntos.
Tres años más tarde, en 1909, logró obtener un buen laboratorio donde siguió desarrollando sus estudios sobre la radiación.
En 1911 volvió a recibir un premio Nobel, esta vez sola, de Química.
En 1914, durante la Primera Guerra Mundial, llevó “ambulancias radiológicas” al campo de batalla para ayudar a los cirujanos a operar a los heridos de bala.
Murió en la primavera de 1934 a causa de una anemia aplásica, que probablemente contrajo por las radiaciones a las que estuvo expuesta en sus trabajos.