El lavado de cara que la industria musical estaba pidiendo, eso es el Duki y toda su jungla de autotune. Una troupe de pibas y pibes que matan por los beats lentos, el hip hop y las letras picantes: el famoso TRAP.
Un sub género sonoro que cayó a la escena con la fuerza de las plataformas y con oídos frescos pedigüeños. Requieren a Duki por ejemplo, el rapero de 22 años que subyuga con su robótica voz, el de la cara tatuada, el escuchado por 4 millones al mes. Es así que la columna de la fecha va directo para el dueño del flow, Mauro Ezequiel de Almagro, el Duki de Buenos Aires.