“El mercado de la noche ha sometido nuestro deseo de fiesta a la propiedad del Yo: seducir; vestirse bien; reventarse con drogas y alcohol; exhibir los logros del gym, ahora, del crossfit; pagar entradas costosísimas mientras lxs laburantes de la noche están mal pagados; ser aceptades o excluídes según la apariencia de clase; contreñir el cuerpo en la dictadura del paso de baile; sacarse selfies; “hacer rostro”, dicen en el pueblo. Son las “rostricidades” de la fiesta del capitalismo totalitario, que se infiltra y modaliza cada plano de nuestras vidas…”
Así arrancamos a revolver la polenta festiva, con estas palabras de Silvio Lang, ya desde el vamos pudriéndola… ¿o tal vez no? Porque estuvimos de fiesta, aún con la vibración en los cuerpos de lo bailado y cantado en la Marcha de la Diversidad, agitando los recuerdos de jodas memorables y moviendo la patita con Raffaella Carrá.