La Usina 99 es un colectivo de músicos y bandas que buscan potenciarse mutuamente, Ramiro Hernández y Federico Abella integrantes de la Usina dialogaron con Trazos.
Un poco de historia actual
“Una forma de explicar qué es la Usina, es contar un poco la historia, los integrantes además de ser colegas somos amigos de hace muchos años, de cierta forma el trabajo colectivo ya venía existiendo antes de que se consolidara la Usina con ese nombre”, afirmo Hernández. Relata también la realidad y alternativas a las que se enfrentan, “como grupo de colegas decidimos que para desarrollar mejor nuestra tarea necesitábamos comprar algunos equipos, porque nos dábamos cuenta que había un montón de cosas que no dependían de nosotros para poder hacer nuestro trabajo y que en los lugares donde podíamos llegar a trabajar como por ejemplo en los boliches, la mayoría de las veces no tienen los equipos que necesitamos o están en dudosas condiciones, por ahí arranco la cosa. Así nosotros nos asegurábamos tener una buena calidad de sonido para tocar casi que en cualquier lado” dijo el músico.
Un mundo de posibilidades
Al tener sus propios recursos materiales para llevar a cabo un evento se les abren otras puertas laborales y creativas. “Una de las cosas que empezamos a hacer son espectáculos propios de la Usina, adentro de ella los integrantes nos combinamos de distintas maneras y se conforman 4 o 5 bandas, todas tocando en el mismo espectáculo, pero tampoco es un toque de varias bandas, es un toque donde los músicos se van mezclando, es lo que ya sucedía, como somos amigos, una banda iba invitando a otros y casi que naturalmente se fue consolidando como un espectáculo”, relató Ramiro.
Los grupos que integran la Usina son: Los pollos hermanos , Hermanos Hernández, Pánico escénico, Señor mota y Vía libre. “Las milongas extremas es un lugar donde se confluyen todos, como tienen más convocatoria que las otras y en ciertos espectáculos todos van a trabajar de alguna manera”, agregó .
La ideología de la Usina 99 es apoyar algunos emprendimientos. “No tenemos una planilla con requisitos pero si tenemos afinidad con formas de trabajar”. En este sentido, indicó que los colectivos con los que se vinculan deben manejar criterios parecidos: “los equipos se tienen que cuidar y se tiene que cumplir en tiempo y forma”, resaltó.
Algunos conceptos
Destacan la importancia de la autonomía y la autogestión de los toques, consideran que todos los que trabajan para concretarlos deben cobrar por su trabajo. Entre ellos intentan transmitirse sus conocimientos técnicos para que todos puedan realizar las diversas tareas.
Ramiro recalcó algunas características propias: “La autonomía es un concepto importante, nosotros como colectivo somos bastante autónomos porque tenemos lo equipos necesarios y podemos tocar en cualquier lado. Además de eso, gestionamos nosotros mismos las fechas y los diseños. Otra cosa importante es el profesionalismo, nosotros vivimos de esto y pretendemos que la gente con la que nos asociemos también pueda vivir de lo que hace”.
Respecto a esto, Abella comentó: “Tengo una lucha personal dentro de la usina que es hacerle entender que el que va a operar el sonido en los boliches es un trabajador más y por lo tanto tiene que cobrar por eso. Esto es parte de moverse con profesionalismo, nuestro trabajo implica cierta condiciones y nosotros con autonomía podemos decir cuáles son, y está bueno poder hacerlo no solo para beneficio propio sino también para decir, ‘se puede laburar así, es posible’ y estandarizarlo”.
“El concepto usina es como una fabrica, esa palabra ya la veníamos usando mucho antes de ser la usina, de hecho hubo un toque que se llamo así hace un par de años. La usina nos permite resolver una situación laboral concreta, pero también es una forma de funcionar. Todos nos combinamos para producir algo en concreto y ahí pasan varias cosas: no solo nos apoyamos entre nosotros, sino que también está esa flexibilidad y esa complicidad de colegas y amigos de poder armar cosas medio sobre la marcha”. Sobre el número que acompaña su nombre contó: “El 99 proviene de cuando íbamos a tocar, decíamos, ‘no hay nada, no hay nadie, naitinai”.