Despegando de la sima para volar hacia la cima: La sutil maquinaria del vuelo

Eliana Lucián es licenciada en Letras (Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación —FHCE—, Universidad de la República —Udelar—), profesora de Español (Instituto de Profesores Artigas), correctora de estilo en lengua española (FHCE, Udelar), máster en Lenguaje, Cultura y Sociedad (FHCE, Udelar) y en Lexicografía (Real Academia Española); es poeta, narradora oral y, recientemente, por si esto fuera poco, ha incursionado en el espacio radial, co-conduciendo uno de los programas de esta casa, (H)ablando ciencia.

Su formación es tan vasta cuanto lo es la distancia que nos propone en su libro de poemas La sutil maquinaria del vuelo entre la sima y la cima. En este corto, pero enorme libro, Eliana nos invita a un recorrido tan universal como individual: tiene la capacidad de expresarse a la vez que logra captar la expresividad humana. Al leer sus poemas, uno puede sentirse muy fácilmente identificado con su esencia.

Eliana presentó su libro de poemas el viernes 2 de setiembre en el Centro Cultural de España. Con esta presentación, a sala llena, la autora le dio el punto final a la conformación de su obra, que, según cuenta, comenzó a gestarse cuando era niña y culminó ese día, rodeada de toda su gente querida. En esta inauguración de su poemario, Eliana buscó una forma poco tradicional, es decir, quiso, desde un principio, que no fuera una presentación ortodoxa, sino que, por el contrario, se plasmara en ella el espíritu mismo de su obra: que cada uno de los lectores de sus poemas se apodere de ellos y los reinterprete.

Así fue que sucedió: artistas amigos, amigos y familiares compartieron el escenario junto a y junto con ella en lo que fuera la comunión sinestésica de su palabra. Sonidos de guitarra, de voces, de zapatos, de didjeridú y, sobre todo, sonidos de múltiples corazones resonaron esa tarde haciendo propios a la vez que compartidos los poemas de esta sutil maquinaria de la poesía que es Eliana Lucián. De esta manera, Eliana no solo logró expresarse, sino que logró que todos sus amigos y familiares queridos lo hicieran a través de sus poemas.

La presentación contó con la sensible y a la vez exhaustiva observación literaria de Verónica Pérez Manukian, licenciada en Letras, pero, sobre todo, amiga de la autora, y quien, según sostiene Eliana, conoce más de su poesía que ella misma.

Eliana nos cuenta que el título de su obra, el verso La sutil maquinaria del vuelo, “surge a partir de la contemplación de la fotografía de la portada”, que tomó ella misma a los 19 años (porque, además de todo lo dicho, Eliana también es una excelente cazadora de imágenes).

Esa imagen nominalizadora de su obra determina el del abajo hacia el arriba y, “resignificada” ahora, representa el largo recorrido del devenir de la obra. En ella —este ella refiere tanto a la foto como a la obra— se conjugan los dos ejes que en espejo sostienen el alma de Lucián: un cuerpo a tierra y una sutileza que eleva. Un cuerpo del lenguaje, de la forma, enlazado con el cuerpo físico que se espeja con una sutileza que por tal se vuelve en sus líneas oximorónicamente densa. Eliana escribe “desde la oscuridad hacia la luz, desde la muerte hacia la vida, desde el vacío hacia la plenitud […]”.

Tal como sostiene Verónica, Eliana consigue “jugar con las palabras, regodearse en esa diversión, pero, además, descomponer su materialidad, su espesor”; es lo que podemos ver en el poema 4, que, en forma de espejo, empieza y termina con un ay.

En ese juego, que en la presentación constituyó un imperativo, este ay no solo fue el de Eliana, sino el de cada uno de los presentes, gracias a la magistral voz de Macarena González, quien pronunció esta interjección desde la primera fila de la sala, logrando que cada uno de los presentes la pronunciara en un silencioso unísono, para alcanzar el escenario a la vez que alcanzaba, verso a verso, el alma del poema.

Pero así como todo escenario tiene un potencial público, todo verso tiene su inverso; sin embargo, no todo músico tiene la sensibilidad de musicalizar un poema de la manera que lo hizo Nicholas Hugo, quien, haciendo suyas las palabras de Hugo Mujica toda ruina tiene algo de templo, hizo suyas, y de todos los presentes, las de Eliana en el poema 38.

Pero, ¿por qué poema 4, o poema 38 y así hasta el 46? Porque Eliana no les puso nombre, sino que enumeró sus poemas, ya que considera que “los números imponen un ascenso de por sí”, y porque entiende que el hecho de nombrarlos “encorseta su interpretación”.

Otro de los regodeos que encontramos en esta obra es el juego que plantea la autora con su maquinaria lingüística, que pone todo su andamiaje sintáctico en funcionamiento en pleno romance con el juego del espacio, dado que, tal como se ve en el poema 6, Lucián juega con el desplazamiento no solo semántico sino espacial de las palabras, para lograr que forma y significado se distribuyan en la hoja generando, además, la sensación, el                                                                                                                                                                                                                 des

garra

miento.

Así es que por sutil se trata de una maquinaria.

Eliana nos dice en el poema 37 que “las puertas nunca se abren solas”, pero hay que aprovechar, no obstante, que ahora las puertas a su sutil maquinaria del vuelo ya están abiertas.

Cecilia Bértola da Rosa

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