Área protegida

Habitantes de los ecosistemas no saben sobre las bondades de lugar ni por qué deben cuidarlo.

Luciana Bindritsch es bióloga y artista escénica, con esta mezcla de caminos llevó adelante su trabajo de tesis sobre la percepción que tenían de los ecosistemas protegidos sus propios habitantes.

El bagaje de conocimiento sobre la biología y sobre la expresión artística le permitió “valorar mucho más el entorno y saber que lo que no se ve tiene tanto valor como lo que se ve”, explicó Bindritsch. La principal conclusión de su trabajo es la necesidad de articular el conocimiento que se genera desde la academia, con las decisiones tomadas por los responsables (que lamentablemente no son ni biólogos ni habitantes de los espacios) con la gente que vive dentro del área protegida, porque poco sirve tener un área protegida si las personas que allí viven no saben las riquezas que tienen ni como cuidarlas.

Lo que se conoce como áreas protegidas buscan preservar los servicios ecosistémicos, estos son los beneficios que se obtienen de los ecosistemas, ya sean directos, como la leche, la madera, la carne; o indirectos como la calidad del aire, del agua, o la formación del suelo.

Para la licenciada es fundamental la “solidaridad” para generar esa comunicación, explicar a quien no sabe, sobre todo entre los propios pobladores. Además Bindritsch pone sobre la mesa el concepto de “fagositosis”, esto es cuando una bacteria entra un organismo y lo toma desde adentro; “esto podría ser una buena estrategia a nivel social, entrar desde adentro a esos lugares que son más complicados”, opinió la bióloga.

Hay una falta de información tan importante debido, “sobre todo, a una falta de interés, no deseamos saber el origen de nada, es verdad que muchas veces hay una restricción en el acceso a ciertos lugares pero sobre todo hay una falta de interés”, dijo Bindritsch.

Para la licenciada hacer sus tesis “fue un trabajo muy difícil porque no hay estudios de percepción en Uruguay”, tuvo que trabajar mucho en la metodología hasta decidirse por una encuesta estructurada, “basada en fotografías que tomamos sobre los diferentes usos del suelo que existen en la Quebrada de los Cuervos: minería, forestación, un pastizal natural, ganadería, y agricultura. Además se mostraron fotos de los diferentes estados del pastizal: natural, sobrepastoreado, con mucha roca”, explicó la bióloga.

Los resultado arrojaron que “sobre los diferentes usos del suelo, el 99% elige el uso del suelo ganadero, porque es lo redituable, y en cuanto a la fisionomía del pastizal tuvimos una conclusión bastante compleja, todos los encuestados respondieron que preferían el suelo sobrepastoreado”. El inconveniente surgió allí, esa clase de suelo que era la más elegida es muy contraproducente, en pocos años se quedaría vacía, el problema estaba en que lo sabían los científicos de la Facultad de Ciencias pero no lo sabían los propios campesinos que trabajaban ese campo.

Texto: Leticia Castro

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