Humanae. WORK IN PROGRESS es un proyecto fotográfico de Angélica Dass que, a partir del Pantone, un estándar industrial para clasificar y reconocer colores, ubica los tonos de piel de diferentes personas alrededor del mundo. La muestra es abierta y se encuentra en la fotogalería de Parque Rodó hasta el 22 de marzo.
La exposición se compone de retratos en primer plano y, según contó su autora en una entrevista con la diaria, “hago las fotos con un fondo blanco, tomo un cuadradito de 11×11 [pixeles] de la nariz, limpio ese fondo y lo pinto con el color que saco del cuadradito de la nariz. Elijo la nariz porque es una parte del cuerpo que cambia; siempre digo que el color de Humanae es el color del momento en que nos hemos encontrado”.
El jueves 4 de febrero el Centro de Fotografía de Montevideo (CdF) organizó un encuentro virtual con Angélica Dass, moderado por la periodista Denise Mota.
Durante 8 años Dass fotografió personas por el mundo. En total tomó 4.000 retratos en 20 países diferentes y recorrió más de 36 ciudades. La fotógrafa compartió sus vivencias: desde pequeña escuchó a su maestra decir “color carne” o “color piel” para referirse a un color específico que no coincidía en absoluto con el color de su piel. Son varias las referencias de Dass a su tránsito de vida como mujer afro que desembocan en esta obra: “No entendía por qué me decían negra si yo era marrón“.
En la exposición hay un díptico que retrata al padre y a la abuela de Angélica Dass y la cantidad de tonos que hay en medio es inmensa. “Mis cenas de navidad son como esta exposición“. Hay algunas composiciones en la exposición que muestran personas con el mismo tono de piel -y Pantone- pertenecientes a etnias y pueblos originarios completamente diferentes. Aquí es donde se deja ver la carga cultural y social de los colores asociadas a las razas y la mentira de los cuatro colores de la humanidad, blanco (europeos), rojo (nórdicos), amarillo (asiáticos) y negro (afro).
Esta muestra ha recorrido el mundo montada de diferentes maneras: en paredones enormes, algunos más altos que anchos o en pequeños cuadros, a veces consta de más retratos que otras, toma la forma del espacio que ocupa. De alguna manera siempre es diferente. La iniciativa ha viajado por más de 80 ciudades de seis continentes.
Para Dass lo mejor se da cuando está en la calle, como es el caso de Montevideo, porque la ven personas que asisten motivadas por la obra y otras que se la cruzan sin intención, personas que les gusta y otras que no, pero sobre todo la ven personas que jamás irían a un museo. En la calle hay interacción, se genera una “conversación en sociedad, en la calle es donde más puedo medir el impacto que puede generar”.
Cremas que prometen bajar tres tonos tu tono de piel, medias de lycra color piel, un color que solo tienen las muñecas Barbies. Esta exposición según la fotógrafa, “abre dialogos sobre racismo, pero además y principalmente sobre discriminación, ya sea por el género, la migración, el lugar de nacimiento. La primera capa es el racismo, pero nadie debe ser deshumanizado por cosas que son inherentes a lo que esa persona es”.
“Es work in progress porque yo soy la primera que se transforma mientras lo hace. Hacer fotos es una excusa, es una herramienta para generar diálogos”. Humanae es, además, una herramienta pedagógica para niñxs, familias y educadorxs. Además de la muestra fotográfica, Huamanae realiza talleres de autorretrato en escuelas donde, mezclando los mismos colores, llegan a diferentes tonos con el objetivo de mostrar, según Dass, que “todos estamos hechos de lo mismo”. Este año se publicará un libro para niñxs de Humanae.
Este proyecto seguirá viajando por el mundo, reinventando espacios y trabajando para eliminar la violencia y fortalecer los Derechos Humanos, no hay dudas de que así será, porque en el cierre de la charla del jueves Dass dijo: “No estoy cansada de 8 años de Humanae, estoy casada de 41 años de ser deshumanizada”.
Texto: Valentina Machado
Imagen: Página web de Angélica Dass