Tussi Dematteis: “No puedo diferenciar entre la cara y la careta. Ni sacarme la segunda”

El sábado 11 de mayo, después de un largo parate, vuelve a los escenarios La Hermana Menor. Charlamos con Gonzalo Curbelo Dematteis, “El Tussi”, líder y frontman de la banda, sobre los inicios de este proyecto musical hasta la actualidad, pasamos por su amor por el cine de terror, de la popularidad de su perro y de cómo han logrando una permanencia en el medio, al punto de convertirse en una de las bandas de culto más importantes del under uruguayo.

Empecemos por las raíces, casi 30 años atrás. ¿Cómo se formó el el proyecto de La Hermana Menor [LHM]?

Se formó un tanto de rebote; Nacho Durán y yo habíamos estado en Guerrilla Urbana, pero no teníamos la menor intención de seguir con esa banda o con un proyecto similar. Pero nos conocíamos bien y, aunque yo ni siquiera pretendía seguir haciendo música, se nos ocurrió empezar a juntarnos para componer algunas cosas. Todo a media asta; de hecho, cuando LHM tocó por primera vez, yo había dejado de ser el vocalista, porque no me interesaba subirme a un escenario de nuevo, pero pintó y una cosa llevó a la otra, y la otra a lo mismo.

El nombre de la banda nace de una novela de Raymond Chandler (publicada en 1949). ¿Qué nos podés contar de esa novela?

A esta altura, nada, la leí, pero ¡ni me acuerdo de qué era! La idea era ponerle un nombre relacionado con las novelas noir, porque el primer esbozo de la banda se llamaba Cosecha roja, y también porque yo quería ponerle un nombre femenino y delicado, pero justo es una de las novelas de Chandler que nunca releí y que no recuerdo de qué trataba. Iván, el actual bajista (que entró mucho después de que la banda estuviera bautizada), la leyó con atención por eso mismo, y es un gran fanático de ella. Pero yo mentiría como Pinocho si dijera que recuerdo algo, excepto que no me había gustado tanto como El largo adiós o La dama del lago.

La banda ha tenido un montón de formaciones y siempre mantuviste vivo el espíritu de seguir adelante con el proyecto. ¿Qué tan complicado fue hacerlo con tantos cambios?, ¿qué fue lo que siempre te dio ese impulso?

Bueno, en realidad lo de las tantas formaciones es medio relativo; hubo dos formaciones muy diferenciadas, la de los años 90 y la que, más o menos, es la actual, y una intermedia, que fue la que grabó el disco –Ex-, pero si te fijás, con la excepción de Ex, los últimos 12 años hemos sido básicamente los mismos. Que se haya mantenido el proyecto para mí es un poco un misterio, porque no es algo de lo que vivamos o que nos dé algún tipo de satisfacciones materiales. En ocasiones creo que siguió adelante por inercia, por no tener algo más divertido o urgente que hacer con el tiempo libre, pero hoy en día existe y sigue por la convicción real —no solo mía, sino de los siete que formamos la banda— de que hay ideas creativas e interpretativas que podemos desarrollar y que nos entusiasman. Cuando eso está, nada es complicado, porque todo es un placer. Lo único que se necesita es un poco de tiempo, lo cual no siempre es fácil de conseguir siendo un adulto.

¿Cuántos cambios hay hoy en la banda con respecto a la última formación?

Casi ninguno; volvió Franco Di Gregorio, nuestro baterista de Todos estos cables rojos [2007] como percusionista y samplero, pero nunca se había ido muy lejos y siempre se había mantenido como parte de la famiglia. La única incorporación nueva es la de Sebastián Pina, en teclados. En la formación posterior a Todas las películas son de terror [2013] estábamos tocando sin teclado, pero queríamos laburar con Pina, que es un músico extraordinario y que toca de una forma muy distinta —mucho más libre y personal— que los tecladistas anteriores. Nos ha permitido desarrollar más nuestro lado “raro”.

En las letras de LHM aparecen todo tipo de historias y lugares, las letras no son escuetas y hay una poesía musical muy rica. ¿Cómo trabajas la lírica y las melodías a la hora de la composición de una canción, y de estas historias, en las que tanto hay de vivencias personales?

Mi formación es más literaria que musical, así que es lógico que le haya tratado de dar cierto relieve a la escritura de las letras, pero al mismo tiempo nunca me parecieron el punto central de las composiciones. Siempre —pero siempre— son escritas luego de que compongo o componemos la melodía básica, y siempre tratan intuitivamente de armonizar con lo que dice la música y ser informadas por esta. Me es difícil distinguir cuánto hay de vivencia personal en ellas, porque al ser un proceso muy intuitivo, a veces casi que pareciera que se escriben a sí mismas, contestándose y continuándose de una estrofa a la otra. Pero a la vez se ve que el inconsciente funciona como una suerte de goma, porque tienen mucha unidad narrativa. Es decir, la melodía me sugiere una idea y empiezo a amontonar versos y desarrollos alrededor de esa idea, y cuando me quiero acordar hay una canción entera. Y a veces me dice cosas sobre mí y otras veces no.

Si bien uno lee por ahí que son una banda “alternativa”, hay un montón de sonidos en las canciones de LHM. ¿Te molesta que les pongan esa etiqueta?, porque eso siempre es un poco como “ahí vienen estos raros…”.

En realidad, creo que lo que me molesta de que nos definan como una banda alternativa es que, justamente, no tiene nada de raro; cuando yo escucho que tal banda es de rock alternativo o indie, inmediatamente pienso en un sonido, una clase de letras, una forma de vestirse y unos boliches donde se los puede encontrar, y eso siempre me pareció muy limitante e inadecuado en relación con lo que hacemos, que para mí es más voluptuoso, maximalista y explorador. A veces me sorprende que nos metan en una bolsa de rock pop indie, cuando hemos experimentado y asimilado influencias que van del metal a la bossa, pasando por el candombe o la electrónica. Pero al mismo tiempo reconozco que es más simple meternos ahí; creo que si yo tuviera que ordenar los discos en una tienda y me encuentro con uno de LHM, no me quemo y lo meto en la batea de “indie”.

¿Cómo ves hoy, como quien dice “con el diario del lunes”, las diferencias entre el primer disco, tan bruto y tan lindo, como lo fue Ex- [2003], y el último, Todas las películas son de terror?

Son dos discos que tienen más puntos en común entre sí que con los otros dos, porque ambos tienen un poco de carácter de recopilación de temas aislados, mientras que los otros eran más conceptuales. Para mí, están en los dos extremos de la experiencia de grabar y producir, ya que Ex- es posiblemente el disco en el que estuve más involucrado y cuyo proceso seguí más de cerca, para bien o mal, y Todas las películas… fue en el que estuve menos metido y más ausente. Lo cual, por supuesto, no quiere decir gran cosa sobre su calidad o falta de ella.

Me enteré de que sos fanático de las películas de terror, eso seguro influyoen el titulo del ultimo disco, ¿qué nos podés decir de ese fanatismo por ese género del cine?

Amo el cine de terror, aunque el título fue una sugerencia del entonces tecladista de la banda, Ezequiel Rivero. Podría ocupar toda esta entrevista y varias páginas de Word hablando de por qué me gusta tanto, pero resumiendo brutalmente, creo que el cine de terror es uno de los espacios más libres que hay en el arte de masas actual. Con la excusa de que es de horror, prácticamente se pueden desarrollar todo tipo de fantasías en ese cine (o en esa literatura, o en esas canciones). Es un gran espacio para confrontar y manejar los miedos. De hecho, es una clase de cine que me comenzó a atraer tarde, en la adolescencia, porque de niño o púber me ponía demasiado nervioso. Hoy en día, en cambio, me resulta relajante.

La Hermana Menor no es una de las bandas más “populares” —aunque ese concepto es discutible—. La gente que los sigue y los escucha, ¿los considera una banda de culto?

Sí, creo que somos en Montevideo casi como la banda de culto por definición. Nunca tuvimos un gran número de público, pero la atención que este nos prestó es extraordinaria. De hecho, somos una de esas bandas que tienen entre su público a una gran proporción de músicos y melómanos, gente que va un poco más allá de lo inmediato. Generalmente eso se entiende como “de culto”.

¿Hubo un antes y un después en esto de la popularidad con el reconocimiento que tuvo Canarios [2010]? ¿Por qué creés que a la gente y a la crítica les gusto tanto?

Bueno, yo creo que les gustó menos de lo que creíamos. Cuando hicimos Canarios no lo pensamos como un disco pop o con una gran intención comercial, pero al mismo tiempo estábamos convencidos de que iba a ser un gran éxito, porque es muy melodioso, muy identificable. Sin embargo, no tuvo más repercusión que el Todos estos cables rojos, que es nuestro favorito pero es un disco muchísimo más “difícil”. Es un disco cálido, accesible, de fácil identificación, pero también llegó en un momento en el que no se le estaba dando mucha atención a la música nacional. Pero creo que ha tenido un cierto efecto retard.

¿Qué es lo que más disfrutás a la hora de subirte al escenario?

En algún momento nada; nunca me sentí muy cómodo encima del escenario y teniendo que estar al frente de una banda ante muchas personas. Me estresaba mucho, lo que me gustaba era bajarme, con todo ese rush de adrenalina, ego y energía atencional, pero estar arriba del escenario nunca fue mi aspecto favorito de estar en una banda. Con todo, eso cambió mucho desde que, además de cantar, empecé a tocar un instrumento. Me sentí menos farsante. Además me divierte mucho más tocar la guitarra que cantar.

De cara al 11 de mayo, ¿están trabajando en tener material nuevo, o la idea es simplemente refrescar la discografía de la banda?

50/50. Vamos a hacer temas viejos —los que nos parecen más compatibles con lo que estamos haciendo ahora—, pero hay una cantidad importante de composiciones nuevas, que son a la vez reconocibles como nuestras, pero diferentes, más en el espíritu aventurero del Todos estos cables rojos.

¿Cómo se dio eso de hacer un preresgreso teloneando a Mark Lanegan y cómo viviste ese momento?

Fue medio de sorpresa; nos habíamos juntado nuevamente muy poco tiempo antes y Danilo Astori nos lo ofreció, así que nos venía bien para probar la nueva formación sin tener que hacer un show entero. Teniendo en cuenta de que fue algo bastante apresurado, quedamos muy satisfechos.

¿Cómo ves hoy la actualidad de la música uruguaya? Hay un montón de bandas surgiendo y es una época donde el mainstream logra que cualquiera puede sacar un disco fácilmente.

No puedo decir que esté completamente al tanto de lo nuevo que está pasando, o siquiera que lo que considero nuevo sea realmente nuevo (estoy en esa edad de previejo choto en la que una banda que hace cinco años que está en la vuelta me parece nueva). Pero creo que para las bandas de rock nuevas está muy bravo; hay unos cuantos lugares donde tocar, pero al mismo tiempo hay como un techo muy férreo: las bandas nuevas —sean buenas o no— llegan hasta ahí y se quedan. Para peor emergió un espíritu muy vigilante, muy policial en algunos de esos ámbitos, que deterioró una de las cosas buenas del under, que era la camaradería.

¿Qué bandas rescatas o te se seducen de lo que has escuchado?
De lo que he escuchado o conocido en los últimos tiempos, me gusta lo que hace Matador, Holocausto vegetal, Portillo, Excelentes nadadores e Hijo agrio, además de los proyectos ya más o menos establecidos de gente como Pau O’Bianchi o Flavio Lira. Pero no les envidio nada el panorama, que creo que sí está mucho más abierto para la gente del hip-hop, lo que me parecería buenísimo si me interesara algo.

Un amigo que tenemos en común me dijo “preguntale por el perro y por Defensor, ¿qué tenés para contar sobre eso?

Ja. Son dos de mis constantes, aunque Defensor es para mí parte de mi cosmogonía del Parque Rodó, mi micromundo de observación y recurrencia. Mi perro, el Santino, es un personaje. Es mucho más célebre y conocido que yo y que la mayoría de los músicos que conozco. No es el perro del Tussi; yo soy el dueño del Santino.

¿Cómo te sentís en este momento de la vida, de cara a volver a tocar, tras los temas de salud por los que tuviste que pasar?

Realmente excelente; soy uno de esos ejemplos como de libro de autoayuda y superación espiritual en el sentido de que el casi haberme muerto me hizo revalorar un montón de cosas de la vida, entre ellas, tocar en una banda como LHM. Y tengo que dejar de hablar del tema acá, o empiezo a parecer un hippie pelotudo.

En pocas palabras, ¿quién es el Tussi?

Si supiera contestar eso, tendría la habilidad de modificarlo en algo más efectivo y funcional. Un amigo una vez me dijo que era un personaje, pero yo a estas alturas ya no puedo diferenciar entre la cara y la careta. Ni sacarme la segunda.

La Hermana Menor se presenta el sábado 11 de mayo en Bluzz Live a las 22.00, la entradas están a la venta a través de Redtickets.

Entrevista realizada por: Darío Larmini

Foto: Facebook: La hermana menor

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