“Queremos otro Chile y tenemos claro qué Chile queremos”

Nicole Martínez tiene 27 años, estudió Ingeniería Civil Industrial y realiza un máster en políticas públicas en la Universidad de Chile; es vicepresidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) y milita en el Frente Amplio. Como la mayoría de los militantes en su país, tiene heridas en su cuerpo provocadas por las fuerzas represivas del Estado y un recurso de amparo por persecución; hace veintidós días que se moviliza y organiza, junto a millones de personas, contra la mercantilización de sus derechos y por un nuevo Chile.

Conversamos con ella sobre el movimiento estudiantil chileno, los cuerpos en la calle que frenan el neoliberalismo, la resistencia a una arremetida represiva y autoritaria del gobierno de Sebastián Piñera y la organización territorial constituyente.

¿Cómo se organiza el movimiento estudiantil universitario actualmente en Chile?

Funciona de manera federada. En cada universidad hay federaciones, en ellas se articulan los distintos centros de estudiantes de las carreras. Todas esas federaciones conforman la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech), que aúna a estudiantes universitarios a lo largo del país.

Mayoritariamente, en Chile tenemos universidades privadas. El 89% de la matrícula de educación superior corresponde a privados y solo el resto, a universidades públicas estatales, por lo tanto, ha sido bien complejo impedir que la mayoría de las universidades no retornen a clase.

Yo puedo hablar por las universidades estatales. En nuestro caso, hemos llamado a paralizar indefinidamente bajo contingencia nacional. Más concretamente, en rechazo a las violaciones de derechos humanos y por la exigencia de una Asamblea Constituyente.

Este año fueron los y las estudiantes de Secundaria quienes comenzaron a liderar movilizaciones respecto de distintos proyectos de ley que quería impulsar el gobierno de Sebastián Piñera. Ahora están convocando a “tomazos”, es decir, ocupación de espacios, porque el mismo gobierno les ha amenazado con cerrarles el año sin darle oportunidad de que puedan ocupar los espacios para organizarse y salir a protestar.

Las realidades del movimiento universitario y del secundario son bien diferentes. Yo diría que los liceos son los establecimientos donde se ha vivido mucha más represión y donde está siendo más complejo. En cambio, nosotros y nosotras estamos poniendo nuestros espacios universitarios a disposición para articular asambleas o pensar movilizaciones.

El martes pasado [por el 5 de noviembre], de tarde, cuando las compañeras del liceo No 7 estaban convocando al tomazo del liceo, la directora avisó a los carabineros y les autorizó la entrada. Estos tiraron bombas lacrimógenas, perdigones, y balines de goma y acero a quemarropa. Estamos hablando de niñas menores de edad (entre 12 y 17 años) que están siendo baleadas en sus colegios y a rostro descubierto.

¿Existe alguna organización o articulación entre estudiantes secundarios y universitarios?

De manera formal no, pero la Confech tiene directa relación con la Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios (CONES) y con la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES). También integramos juntos una mesa que se llama Unidad Social, que recoge representantes sindicales y estudiantiles a lo largo del país. Si bien no hay un espacio diseñado de manera permanente, durante esta crisis hemos sostenidos diálogos permanentes con ellos.

¿Qué objetivos tiene Unidad Social?

Unidad Social es una mesa que recoge organizaciones sindicales, medioambientales, indígenas, estudiantiles, entre otras. Hemos iniciado un proceso constituyente que se basa en cabildos territoriales, donde se colectivizan herramientas para que en los diferentes territorios de nuestro país se generen estos cabildos y se levante un diagnóstico, sistematizado por profesionales, para tener una cierta priorización de las demandas con las que vamos a dar el paso de la incidencia política.

Si bien la mayoría de este movimiento es muy crítica respecto de cómo se ha diseñado o barajado la política en nuestro país desde el retorno de la democracia, entendemos que la política es una herramienta útil; bajo ningún motivo este es un movimiento despolitizado. Sabemos que va a llegar el momento en que vamos a tener que exigir y fiscalizar que los parlamentarios y parlamentarias que se dicen de oposición efectivamente pongan estas demandas como prioridad.

Entendemos también que el proceso de una nueva constitución es bastante largo. Trabajamos repartidos sobre esos ejes, con los pies en las calles, organizando los territorios y también exigiendo cotidianamente y poniendo una lupa sobre los parlamentarios.

¿Cómo han pasado los días luego de levantado el toque de queda el 26 de octubre?

El gobierno pensó que levantar el toque de queda y retirar a los militares de la calle era una señal de que iban a disminuir las manifestaciones, pero sucedió todo lo contrario. La movilización creció. El gobierno presentó una agenda corta de propuestas a la ciudadanía, que supuestamente irían en línea para legislar las demandas sociales más importantes que se han venido levantando durante los últimos 30 años. Esa agenda lógicamente fue insuficiente, no modifica nada lo que los chilenos y las chilenas estamos exigiendo. Luego de que Piñera diera a conocer esta agenda, hubo una manifestación masiva, me atrevería a decir que la más grande desde que volvimos a la democracia luego de la dictadura militar; logramos sacar a más de 1.000.000 personas solo en Santiago y más de 2.500.000 en toda la nación.

También, los políticos de oposición en el Parlamento hicieron intentos de frenar estas propuestas de avance “parche”, así le llamamos nosotros porque, efectivamente, no modifican el modelo neoliberal, ya que no dan soluciones de fondo, sino medidas que siguen enriqueciendo a empresarios. Por el lado legislativo, no ha habido grandes avances y las acciones del gobierno tampoco han sido suficiente.

Además, hay que tener en cuenta que hoy no son los militares, sino las fuerzas especiales de la policía las que reprimen a destajo, incluso teniendo centros de tortura en algunas regiones de nuestro país. Ha sido lo que ha tomado la agenda e impedido que las manifestaciones disminuyan. El gobierno ha sido totalmente incapaz de dar una señal democrática a la ciudadanía, ha hecho todo lo contrario [1].

¿Por qué se pidió la renuncia del director del Instituto Nacional de Derechos Humanos [INDH]?

Desde la FECH trabajamos directamente con el INDH y con agrupaciones de familiares de desaparecidos y ejecutados políticos en la dictadura. Ellos nos anticiparon que efectivamente el INDH venía haciendo un buen trabajo, pero que iba a llegar el momento en que el gobierno iba a dar señales de intervenir este organismo, que se supone es independiente del oficialismo.

Y es evidente, si revisan la prensa oficial, los diarios conservadores del país: El Mercurio y La Tercera, pueden corroborar que el relato del director de INDH hasta hace un par de días era bastante consecuente con lo que nosotros y nosotras veíamos en las calles. Pero de un día para otro parece ser que le llega una pauta del gobierno y empieza a bajar el perfil a todo lo que había dicho anteriormente, y llegó incluso a negar que hay violaciones sistemáticas de los derechos humanos.

Esto generó la desconfianza de la ciudadanía hacia el organismo, que es lo que nos queda, porque la justicia en Chile ha dejado una impunidad en situaciones gravísimas, no solo en este estallido social, sino durante los últimos treinta años, cuando supuestamente estamos en un régimen democrático. Hoy día, nos impacta mucho el afán del gobierno de Sebastián Piñera de seguir avanzando en un régimen que parece ya bastante dictatorial. Que este organismo pierda la autonomía que había sostenido estos días significa un gran peligro.

Hay mucho temor en Chile porque la institucionalidad interna ya no está dando abasto y vemos con mucha lentitud las respuestas que han llegado de afuera. En ese sentido, los funcionarios del INDH realizaron una comunicación oficial para exigir la renuncia del director [2].

¿Llevan un registro específico sobre las violaciones a los derechos humanos en el movimiento estudiantil?

No, pero en nuestra universidad levantamos un organismo que se llama Defensoría Jurídica de la Universidad de Chile, una defensoría que trabaja codo a codo con el INDH, pero más abocada al movimiento estudiantil [3].

¿Y la otra cara? ¿Cómo se vive desde lo sensible el movimiento social?

Ha sido emocionante, este estallido refleja que efectivamente nos creímos el cuento de que estábamos dormidos, que nuestra sociedad nunca se levantaba. Veíamos con mucha admiración lo que pasa en Argentina, la fuerza que muestran las compañeras feministas y lo que ha pasado durante estos veinte días nos ha demostrado que la sociedad chilena sí tiene fuerza, se ha visto materializado. Fue una toma de conciencia colectiva, lo que podría ser el inicio de una revolución. Sin querer catalogarla como una revolución del siglo XX, pero sí, haciendo referencia a esa toma de conciencia a la que Gramsci se refiere cuando habla sobre cómo cambiar una sociedad entera. Eso lo hemos visto acá, las organizaciones sociales le hemos puesto sentido a la militancia, a que se vuelva motor de cuerpos y de mentes. También vemos a gente que no necesariamente adhiere a estas organizaciones políticas o sociales, pero que se juntan con sus vecinos del barrio y organizan una marcha, se difunde por Instagram y llegan a 500.000 personas. Es una fuerza popular, es una camiseta común, es recuperar la patria que había sido despojada por el sector conservador, recuperar nuestra bandera, nuestros orígenes indígenas, enaltecer la lucha mapuche. Ha sido muy lindo y emocionante a la vez.

Han muerto alrededor de treinta personas a las que no se les comprobó ningún acto delictivo, y, aunque se compruebe, el Estado no los puede asesinar. Pero ni siquiera se ha podido comprobar, como para dar un posible marco de respuestas. Nos están asesinando, porque no están acostumbrados a que exijamos lo nuestro. Yo tengo esperanza y confianza en que “Chile despertó” no es solo un eslogan, sino que esto se va a traducir en más fuerza, en mayor capacidad de exigir al poder político, parlamentario y al oficialismo para que termine, de una vez por todas, con la miseria en que mantienen a más de 60% de nuestra población.

¿Qué es lo que sostiene principalmente esta lucha?

Tenemos un horizonte claro y lo vamos a sostener, es nuestro imposible y lo vamos a alcanzar, no vamos a soltarlo. Aunque el día a día se hace complejo, ahí está la importancia de esta otra dimensión, la que nos mantiene con los pies en la calle, el tejido, el compañerismo; en Chile no nos saludábamos en las calles, hoy día hay una sociedad distinta, hay palabras en los paraderos, abrazos espontáneos en la calle.

Las brigadas de estudiantes de Medicina y Abogacía están desplegadas en las calles, las familias, a pesar del temor, están presentes. Nos acostamos pensando en el día siguiente y que ojalá compañeras lleguen bien a sus casas, que despierten bien, que no las saquen de sus casas. Entendemos que es un momento histórico. Como militante, lo tomo con la responsabilidad que requiere. Creo que la movilización feminista nos hizo muy bien, el 2018 nos hizo tan bien que hoy en día somos capaces de hacer política desde el autocuidado, desde la contención, de entender que no todos los días vas a poder estar en la primera línea, que tenemos que darnos descanso. En base a eso nos hemos sostenido, al amor que tiene detrás esta lucha. Básicamente es un objetivo amoroso, que no lo podríamos lograr si se diese de otra forma.

¿Cómo se conjugan los dos frentes de lucha, el de un Chile más justo y el de las violaciones sistemáticas a los derechos humanos?

Hoy en día no estamos solo frente a una agenda neoliberal, sino que estamos frente a un régimen autoritario que nos está asesinando. Lo más importante es que entendamos que este proceso no tiene banderas de conducción, que es los que ha intentado poner la derecha en los medios internacionales.

Estamos poniendo en peligro un modelo que es básicamente el hijo pródigo de Estados Unidos, que se ha sostenido bajo un régimen bastante dictatorial y que hoy día está en peligro. Y es por eso que están respondiendo con esta fuerza, les asusta que mantengamos estos lazos de hermandad, y que estemos proponiendo cosas concretas. Los medios conservadores que quieren criminalizar este movimiento dicen que queremos destruirlo todo para no acabar nunca y que no queremos otro Chile. Es todo lo contrario, queremos otro Chile y tenemos claro qué Chile queremos.

Queremos que nuestros abuelos dejen de morir porque no les alcanza la pensión, que dejen de morir personas en las salas de espera, queremos un sueldo mínimo que sea superior a lo que gastamos para comer, queremos educación para todos y todas y no que dependa del dinero que tienen, queremos que el agua deje de estar privatizada. Tenemos cosas concretas sobre la mesa, tenemos claridades, con la sabiduría de nuestros abuelos y la fuerza de nuestra generación joven, queremos lograr este plebiscito que dé paso a la nueva Constitución, y lo vamos a lograr. Chile no se va a rendir hasta lograr derribar este modelo que mantiene a nuestras familias en la pobreza y en la miseria.

Entrevista y texto: Valentina Lasalvia y Valentina Machado

Foto: Frente fotográfico

Si querés conocer más sobre la realidad chilena, recomendamos escuchar Amplificador (programa especial de Radio Manque para Radio Pedal).

[1] El Instituto Nacional de Derechos Humanos informó que en los últimos 20 días se recepcionaron aproximadamente 2300 denuncias de vulneraciones de derechos humanos por parte de funcionarios de Carabineros de Chile y efectivos del Ejército de Chile durante las tres semanas de manifestaciones.
[2] “Cuando la acción represiva de los agentes del Estado implica la comisión de delitos tales como: homicidio, lesiones corporales gravísimas, violación o abuso sexual, y tortura, y estos ataques se han hecho de manera generalizada o sistemática, ya estamos, en principio, frente a crímenes de lesa humanidad […] Las declaraciones emitidas por el Director del INDH han afectado irremediablemente la labor de observación que ejercemos, así como la credibilidad de nuestro actuar […] Exigimos la renuncia de todo el Consejo del INDH, incluyendo a Sergio Micco como Director del INDH, por desatender gravemente el rol de defensa irrestricta de los derechos humanos, para la que fueron designados/as, anteponiendo intereses partidistas y personales antes que los de la ciudadanía.” (Fragmento del comunicado emitido por la Asociación de Funcionarias y Funcionarios del Instituto de Derechos Humanos).
[3] “Hasta el domingo 3 de noviembre, la Defensoría Jurídica ha recibido 930 denuncias: 2 casos corresponden a proyectiles balísticos y 659 casos corresponden a disparos de proyectiles no balísticos generando lesiones de distinta consideración. Algunas de extrema gravedad que han implicado lesiones oculares de las que se han reportado 116 casos. También hemos recibidos 86 denuncias de casos de lanzamiento de bombas lacrimógenas, las que han impactado directamente al cuerpo. Hay también 87 denuncias de golpes causando lesiones, 18 personas afectadas y lesionadas con gas pimienta, 7 denuncias por lesiones producto de carro lanza aguas, 4 denuncias por desnudamientos, 7 casos de atropellos por vehículos policiales, 3 denuncias por lesiones que afectan a personas en situación de calle. Además, se han recibido 43 denuncias de hechos constitutivos de detención arbitraria e ilegal, con apremios ilegítimos.” (Fragmento del último informe de monitoreo de la Defensoría jurídica de la Universidad de Chile).
Los informes de observación de la Defensoría jurídica de la Universidad de Chile surgen de una instancia de colaboración integrada por estudiantes, abogadas/os, profesoras/es, el Centro de Derechos Humanos y el Departamento de Derecho Penal de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, y de organizaciones colaboradoras como la Asociación de Abogadas Feministas, Londres 38, la Corporación 4 de Agosto y la Comisión Chilena de Derechos Humanos. Estas instancias coordinan acciones con el Instituto Nacional de Derechos Humanos, la Defensoría de la Niñez, la Defensoría Penal Pública y el Ministerio Público.

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