Muchas gotas convencidas de fluir

La primera definición que da el diccionario de la Real Academia Española de la palabra río es “corriente de agua continua y más o menos caudalosa que va a desembocar en otra, en un lago o en el mar”. Otra de las definiciones que presenta es “afluencia de personas”, y resulta más apropiada para el tema sobre el que versa esta nota.

El martes 27 de noviembre se cumplieron 35 años del “Río de libertad”, aquel histórico y multitudinario acto que despejó cualquier tipo de duda sobre la voluntad del pueblo uruguayo respecto del fin de la dictadura y el retorno de la democracia. Para rememorar este mojón de la historia reciente, desde la Comisión Interpartidaria de Juventudes se decidió realizar un homenaje para mantener vigentes las ideas que quedaron plasmadas en el discurso que la voz grave y comprometida de Alberto Candeau pronunció en aquel entonces, que dio lugar a uno de los acontecimientos que alineó a representantes y militantes de todos los partidos políticos en los días finales del régimen de facto.

Muy diferente es la realidad actual. Con un Estado que brega por la igualdad de toda la ciudadanía, con instituciones sólidas y con un gobierno progresista que lleva más de una década en el poder, parece impensable un escenario similar a aquel. Pese a esto, recientemente se han dado a conocer los resultados de algunas encuestas que parecen evidenciar que, a nivel latinoamericano, existe una considerable falta de credibilidad en la democracia. A raíz (no solamente) de esto, tal vez pueda entenderse con más claridad por qué se presenta indispensable la reivindicación de algo que debe entenderse mucho más allá que como un sistema en el que el soberano elige a sus representantes a través del sufragio.

En la oratoria, no faltó el recuerdo a Luisa Cuesta, figura que representó fielmente la incansable lucha por conocer la verdad sobre el paradero de los desaparecidos.

Además, la joven Belén Barreto, estudiante de Tala e integrante del grupo que resultó premiado como mejor investigación en la NASA por el proyecto de robótica para combatir la leptospirosis, leyó una proclama en la que se aludió, entre otros aspectos, a la importancia del acto de aquel entonces y su papel “decisivo en la derrota del régimen de facto”. Sobre el final de la proclama, dijo: “Que la participación política de los jóvenes deje de ser una consigna para convertirse en una realidad”.

“Siempre es bueno reivindicar la democracia en América Latina”, afirmó Bruno, frenteamplista. Sostuvo que el continente vive “un momento muy especial”, con cambios en muchos gobiernos de los países de la región. Sobre la responsabilidad de los jóvenes en el mantenimiento democrático, opinó que “es en la calle, con toda la gente” que debe defenderse la democracia. “Esperemos que los candidatos de todos los partidos estén a la altura durante toda la campaña y que la ensucien la menos posible”, dijo.

Para Melisa, del Partido Independiente, uno de los logros principales es haber ido “sorteando las diferencias”, más allá de los colores partidarios, y oponiéndose a discursos de odio.

Francisco, militante del Partido Nacional, contó que “todas las juventudes tenían interés de darle una conmemoración” al hecho histórico, y consideró que “es una invitación a reflexionar sobre la democracia en sí”.

Laura, docente jubilada, recordó que la primera vez que votó fue en el plebiscito de 1980, y expresó que “es un orgullo muy grande sentirme parte de este pueblo uruguayo que siempre ha dado la lucha”, a pesar de que “nos falta la parte de justicia y verdad”. Al ser consultada sobre el peligro de la pérdida de la democracia, afirmó que “hay que estar atento”. Dicho peligro “tiene que con ver con los miedos que todavía subsisten”, opinó, pero también habló de la etapa que vivimos, de incremento del “consumismo”. Según dijo, el hecho de que la iniciativa haya partido de los jóvenes “es una enseñanza, una señal de que otro mundo es posible”.

Ante la pregunta por el motivo de realización del acto, Lucía, militante de izquierda, explicó: “Sin democracia no hay opciones”. Llamó a celebrar las diferencias, y a hablar con las generaciones más jóvenes para alertar sobre “lo mal que podríamos pasar si se perdieran algunas garantías de convivencia básica en el sistema político”.

Varias voces expresaron algo que no debería dar lugar al menor cuestionamiento: la libertad de las personas es el único camino posible para tener una vida digna. Sin este derecho elemental, solo unos pocos pueden sentirse satisfechos, pero tarde o temprano, el deseo irrefrenable de las mayorías puede más.

Texto y foto: Facundo Berterreche

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