No me gusta tu cara,
no me gusta la humedad,
no me gusta tu abrazo por compromiso,
ni la seriedad
no me gusta mirarte más,
no me gusta que toques mi piano
mentiría en lo mismo de nuevo,
en Buenos Aires y en Montevideo.
Lo mismo de nuevo, Bárbara Jorcin
Nació en una casa donde sus padres destinaron una habitación entera a la colección de instrumentos musicales. La devoción familiar por el ritmo la llevó a crecer entre la libertad sonora y la experimentación sensorial.
Bárbara Jorcin presenta Índigo, su primer álbum compuesto, por 11 canciones que cantan al amor, a la histeria, al desamor y a su origen. Índigo es un disco fresco que pone de relieve el virtuosismo de Bárbara como pianista, junto a su voz potente y fluida. El 30 de setiembre el álbum sonará en vivo a partir de las 21.00 horas en la sala Hugo Balzo, del Auditorio Nacional del Sodre.
Bárbara ha pasado gran parte de su vida en Tarariras, Colonia. Actualmente vive en Montevideo, pero antes estuvo en Buenos Aires, donde egresó de la Escuela de Música Contemporánea. Estudió teclado entre los 6 y 12 años, luego comenzó a concentrarse en el piano para iniciar el Conservatorio Clásico Cotelo Freire. Confiesa que siempre tuvo más facilidad para la interpretación vocal, pero también es consciente de que el músico necesita entrenamiento constante. A los 9 años inició las clases de canto, que prolongaría hasta el día de hoy.
El disco empezó a gestarse el año pasado. En aquel momento le parecía algo imposible de lograr, teniendo en cuenta sus cortos 23 años. Sin embargo, desempolvó las 8 canciones que había compuesto hasta ese momento e inició el trabajo de producción musical junto a Camilo Reiners.
La primera canción que Bárbara difundió públicamente fue “Lo mismo de nuevo”, a través de un video de Youtube en 2015. La respuesta positiva de la gente se convirtió en la fuerza necesaria para mostrar las demás composiciones que, hasta ahí, eran solo borradores personales.
En la composición improvisa. La escritura libre es su mejor herramienta: agarra un papel y escribe sin pensar. “Quizás estoy media hora escribiendo y veo que hay un mensaje en el trasfondo de todo. A veces me parece que uno no sabe lo que quiere decir hasta que tiene la oportunidad de sacarlo libremente, de improvisar sobre eso. Así compongo, en realidad es un misterio para mí.”
Su inspiración es todo. “Si veo una manzana y quiero hacerle una canción se la hago. Me inspira la vida misma, me inspira la gente, mis vínculos, mis relaciones o no”, dice Bárbara. Pero también se deja llevar por la imaginación: pensar que es un niño o pensar que es un viejo.
Entre sus influencias musicales sobresale la música clásica. Del mundo del piano destaca a la cantante y pianista rusa Regina Spektor. Para Bárbara es elemental escuchar nueva música como fuente de aprendizaje y pesquisa.
Prefiere no etiquetarse como artista ni encasillar su estilo. Si en algún momento le surge el deseo de hacer un tango, quiere sentirse libre para poder interpretarlo.
El nombre del disco refiere al azul, color favorito para la cantautora. Alude además a los niños sensibles que desarrollan niveles altos de empatía y creatividad, cualidades que caracterizan a Bárbara desde su niñez, según describen sus padres.
Texto: Noelia Rocha
